Miré la ventana del salón de té mientras la lluvia caía de una manera fuerte haciendo que las gotas de agua golpearan el vidrio de ésta. Dentro de unos minutos debíamos de marcharnos a visitar a mi familia y la de Xavier a la cabaña en donde su padre reside en este momento; pero apenas comenzó a llover cuando a él le cayeron varias llamadas teniendo que contestar y solucionar algunos problemas que consistían en el trabajo de mi esposo.
Daba gracias, que hasta ahora, nadie se ha enterado de la noticia de mi embarazo. Apenas he podido contener la emoción de decírselo a mi mamá por teléfono, y eso que tuve que guardarme el secreto para que la sorpresa fuera general aunque intuía que ella ya debe de tener una idea de lo que llegaré a decir junto con Xavier.
No puedo creer todo lo que me ha pasado últimamente, el reinado de Xavier va de maravilla aunque su trabajo cada vez se ve envuelto en diferentes problemas y proyectos, por ahora no he tenido ningún problema en ser reina, el pueblo está agradecido por los cambios que se han hecho durante todo este tiempo y ahora, la llegada de los bebés es casi un increíble regalo o milagro porque hasta el día de hoy, soy la primera reina que no solo tendrá un bebé sino que tres.
Aún puedo decir que me sigo acoplando a la idea del parto pero sé que con la ayuda de los doctores, todo saldrá bien. Solo tengo que ser paciente y a la vez, no intentar hacer cosas que vayan por otro rumbo que puedan provocar algo malo.
Me siento en el sofá y veo como Xavier discute con la persona que está comunicándose por el celular, observo como camina de un lado hacía el otro, de cómo su mirada parece irritarse y de la nada, mueve su mano derecha como si estuviera haciendo gestos de los cuales quisiera que la otra persona mirara; está enojado, lo dice su expresión fría y tensa.
He considerado que con el tiempo he podido conocer más a mi esposo, a pesar que nos termináramos de casar muy pronto, no puedo negar que estos 4 años han sido de mucho valor para ambos, ya que aprendimos a conocernos mejor y por supuesto, nos llegamos a dar el tiempo necesario antes de formar una familia.
Es lo bueno de Xavier, que él es muy paciente en sus decisiones, nada como yo que soy lo contrario y siempre muero de la impaciencia y termino por querer hacer las cosas a mí manera, teniendo en cuenta que él siempre me dice que me las tomé con mucha calma aunque siempre termine por desobedecerle.
En fin, no me quejó de nada; ambos a veces solemos ser diferentes y en otras ocasiones, iguales. Nadie entiende nuestra manera de comportarnos, lo que sé, es que disfrutó cada buen momento en que estoy con él. Sí, hemos tenido malas rachas pero todo se ha podido resolver y sé que con la llegada de nuestros bebés, no será la excepción de que Xavier quiera estar más involucrado en sus primeros años antes que se vuelvan en unos adolescentes rebeldes.
— ¡Esta bien! Te mandaré esos documentos antes de la hora… Solo necesito que seas paciente. —Lo escuché decir. —Bien. Adiós. —Suspiró.
Me levanté del sofá para ir detrás de él y ver cómo fue el siguiente en caer en otro asiento en donde empezó a acariciarse las sienes y a la vez, en cerrar sus ojos para descansar un momento. Puse mis manos en sus hombros y le di unos pequeños masajes para que se relajara, ya que por lo visto, se encontraba muy tenso y no lo quiere demostrar; abrió sus ojos y me dio una corta sonrisa de la cual aprecie mucho de él; me tomó de la cintura y pronto me guío hasta sus piernas en donde me senté y él se quedó por varios minutos en silencio donde mientras acariciaba su cabello puedo sentir como respiraba y exhalaba el aire en mi cuello provocando que mi piel se erizara.
—Maldición, está lloviendo y el camino a la cabaña nos encontraremos con charcos de lodo y agua. —Refunfuño.
Reí ante su impaciente viaje, no es que a él le preocupara que ambos nos mojáramos o que el chófer manejará bajo la lluvia; pero conociendo a Xavier, él le pedirá al chófer que conduzca lento para evitar algún bache o posiblemente algún accidente que esperamos que no suceda.
—Lo siento Kiara, sé que querías llegar temprano pero… —negué y lo detuve para que no siguiera hablando.
—Xav, sé que tienes mucho trabajo y sabes que no te presiono. —Hizo una mueca. —Pero tú también tienes la culpa de no querer que te ayude con los trabajos. —Le dije sinceramente.
—Kiara, estás embarazada—Achiné los ojos.
—Eso no quiera decir que me veas como una inválida. Solo llevó dos meses, aún puedo con ciertos trabajos. Con tal de no sentirme sobrecargada, los niños estarán bien. —Escuché como gruño.
—No, te estresas con facilidad y mira que me parece extraño que no estés impaciente por irte. —Encogí los hombros.