¡Me encanta el helado de crema y galletas! Es mi favorito que no lo cambiaría por otro.
Empiezo a comer una y otra y otra cucharada más de helado sin importar lo mucho que mis labios se congelen y estén temblando del frío, pero las irresistibles ganas de comer no fueron un motivo para dejar desapercibido en ir a la cocina y tomar de una de las neveras, un bote enorme de helado, a pesar que estoy cansada y mis ojos caen del sueño; realmente me encuentro en una fase en la cual no llego a entender mis propios sentidos y emociones, solo sé que la manera de no sentirme tan presionada en tener que aguantar algunos deseos es recompensándolo en comer helado o algún que otro postre dulce.
Observo como Roger empieza a reír sobre los gestos que hago al comer helado; desde que mis amigos y los demás empleados del palacio se enteraron que estoy embarazada, no dejan de consentirme y a la vez, de proporcionarme más ayuda o más favores de los cuales suelo necesitar en ciertas ocasiones. Y es que durante el tiempo en que Xavier y yo, intentamos ocultar mi embarazo, pronto muchos empezaron a notar mis cambios de humor y de apetito, puedo decir que me he vuelto más sensible desde los últimos 2 meses y además de ello, he tenido que soportar las ansias o los deseos de probar o comer ciertas comidas y también de ya no poder dormir de lado o boca abajo.
—Su majestad—escuché que dijo Roger al momento en que se inclinaba para hacer una reverencia.
—No es necesario que lo haga. —Apareció Xavier detrás del umbral de la puerta de la cocina. —Puedes irte a descansar Roger, yo me encargaré. —Le sonrió.
Mi amigo de cocina, asintió para luego darnos una reverencia y pronto salir trotando de la cocina hasta la puerta para poder dejarnos a Xavier y a mí a solas.
Observé como Xavier cruza los brazos y se fue acercando como un león de manera lenta hacía mí, estoy segura que si no fuera porque tengo helado en la boca, hubiera terminado por correr hasta sus brazos y hacer un gesto de niña inocente para que me dejará libre y no me reprendiera de estar comiendo a altas horas de la madrugada.
Xavier llego hasta mí y me quito el bote de helado para después darme una mirada de seriedad en donde elevó su ceja esperando a que dijera algo o por lo menos esta vez intentará explicarle porque en vez de estar dormida sigo comiendo como un cerdito sin parar. Por un lado no estoy a gusto que siempre él me mantenga a dieta pero no lo culpo de nada, entendiendo que la última vez que fuimos a visitar al doctor Affleck para que él me tomará la nueva ultrasonografía, me comentó que había subido dos kilos más de peso lo cual no es muy bueno en el proceso de embarazo que llevó, ya que al ser tres bebés debo de ser consciente que al ser madre primeriza las cosas pueden llegar a salir mejor de lo esperado si tomo en cuenta sus recomendaciones, ya que si los bebés nacen con un peso mayor de lo establecido pueda ser que el parto se complique, pueda durar mucho más tiempo, llegue a ser doloroso o al final terminen por hacerme una cesárea.
—Kiara, no quiero volver a repetirte la regla de no comer helado en la madrugada. —Intenté quitarle el helado de las manos a Xavier.
— ¡Que culpa tengo yo! Te recuerdo que son tres bebés… ¡Tres!—Enarcó su ceja.
—Esa no es excusa para que sigas alimentándote más de la cuenta. —Bufé desesperada.
—Lo dices con facilidad porque no eres quien está esperando a trillizos—farfullé—. Además estoy alimentando a tres bebés en vez de uno. —Le aclaré.
—Kiara, cada vez aumentas de peso… —suspiré al ver que me lo recordaba.
—Lo sé y sé que cuando lleguen los niños terminaré de verme como una vaca. —Murmuré con tristeza.
—No es lo que quise decir. —Se retractó.
—Entiéndeme Xav, si los niños tienen hambre… ¿qué puedo hacer yo por eso? No puedo dejar que aguanten hambre. —Me puse las manos en mi vientre ya crecido y muy redondo.
—Los mimas mucho—rodó los ojos—, a este paso cuando los tres nazcan, los consentirás el doble de lo que ahora están en tu vientre. —Me reprendió.
—Pues, yo no me quejó de ello. Son mis bebés y yo los consentiré como quiera—le saque la lengua.
—Kiara, no lo digo de mala forma. Simplemente tienes cinco meses de embarazo y el doctor Affleck espera que cuide de ti, de tu salud y de los niños. —Crucé los brazos al escuchar sus palabras. —Además en vez de comer comida chatarra deberías comer más frutas o verduras. —Hice un gesto de horror.
—Eso solo molestara a los niños y lo digo porque con solo pensar en verduras hervidas se me eriza la piel y me entran las náuseas. —Temblé de manera dramática.