—ailla mamá, ailla —aplaudió Fionn.
—Si hijo, papilla —le sonreí con amor.
Le di unos giros a la papilla de trigo, avena y miel, con la cuchara; el olor de la comida de mis hijos es deliciosa que hasta soy la siguiente en querer comerla pero está claro que el plato es para ellos y no para mí; puedo ver como Fionn me sigue dando esa mirada esperando a que le dé su papilla, el pequeño le ha crecido tanto su cabello que ya ha alcanzado su frente, haciendo que unos mechones obstruyan su vista.
Dejo el pequeño recipiente en la silla en donde se encuentra Fionn para ver como él se emociona y le da unos golpecitos a la tabla que es su mesa; me preparo para darle de comer así que pronto agarro de la pequeña cuchara con un poco de papilla color crema para hacerle el típico juego del avioncito, en donde hacerle maniobras giratorias con la cuchara que hace que él siga con su mirada aquellos movimientos que hago, pronto conduzco la comida hasta su boca—lo cual no se me dificulta hacerlo—y de inmediato observo como atrapa la comida y mastica rápido.
—Muy bien hijito —le premio con palabras lo cual parecen enorgullecerlo.
Alimentar a tres bebés a la vez no es nada fácil, más cuando solo somos dos con manos a la obra, porque si Xavier estuviera aquí para ayudarme, sería mucho más fácil e hiciéramos ese equipo de tres con Nadia, lo bueno de ella es que parece estar experimentada para cualquier situación porque eso de ser madre perfecta y con honores, aún no se me da mucho y más cuando los niños hacen un desastre.
Con los últimos cinco meses he vuelto a experimentar demasiadas cosas como mamá primeriza, lo muy bonito y divertido de todo esto, es ver como los niños han empezado a llenar más su vocabulario de palabras y de cómo extrañamente Xavier y yo hemos empezado a entender eso, porque por un lado, las primeras veces ellos solo nos señalaban los objetos pero con el tiempo al irles repitiendo las palabras, ellos fueron adecuando las sílabas y algunas consonantes para darles un nombre a las palabras.
De todas formas, esto parece un juego divertido, de aprender y conocer, más porque a esta edad de los niños, es cuando más disfruto de jugar con ellos; la verdad es que ya he empezado a escuchar por parte de los empleados los parecidos que los niños tienen hacia Xavier y a mí, por supuesto, desde un principio llegue a saber que Kaleb terminaría siendo como Xavier mientras que Fionn como yo y Valentina un complemento de ambos.
Y es muy bonito saber que nuestros hijos tienen algo de nosotros ahora que están pequeños porque cuando crezcan es posible que cambien en algunas cosas como su carácter o personalidad donde lo único que quedará marcado será parte del temperamento de nosotros.
—Majestad, el príncipe Kaleb no quiere comer —me informa Nadia.
No me sorprende que Kaleb le dé problemas a Nadia, porque el conflicto consiste en que él odia la papilla de manzana, lo cual, siempre a ella se le olvida darle la que él le gusta, porque la papilla de manzana es la favorita de Valentina.
—Nadia, Kaleb es quien come la papilla de banano, Valentina es la de manzana —le expliqué riendo.
—Oh lo lamento majestad, lo había olvidado de nuevo —dijo avergonzada.
Le di el plato de Fionn para que ella me pasara el de Kaleb; antes de empezar a dárselo, llegue a oler si el de Valentina es de banano y al estar en lo correcto, cambie ambos platos para luego, acercarme a Kaleb que sigue haciendo pucheros enojados para que le dieran su verdadera papilla, apenas me acerque y me agache un poco, cuando el pequeño sintió el olor a banano y dejo de estar enojado para dejar un grito de alegría.
— ¡Mami! —gritó.
—Lo sé hijito, esté es el tuyo —se lo muestro para así darle de comer.
Mientras le doy de comer a Kaleb, observo como Valentina hace su propio desastre con la comida, la pequeña tiene en sus manos tanta papilla que creo que la acaba de usar más para jugar que para comer; su boca se encuentra llena de su desayuno y por supuesto, esto me dice que tendré que volverla a bañar.
Escucho como abren la puerta del comedor cuando pronto apareció Xavier leyendo unos documentos que se encuentran en un folio; Nadia se levanta rápido y no tarda en hacer una reverencia para luego observar como él le respondía el saludo hasta que ella dejó el plato de Fionn en la mesita de la silla para luego ella marcharse.
Xavier se acercó a mí y me dio un pequeño beso en los labios hasta empezar a reír al ver como su hija se encuentra cubierta de papilla de manzana en donde solo soltó una larga risita que hizo que todos le siguiéramos la corriente, hasta sus hermanos.
— ¿Sucede algo? —le pregunte al dejar el plato a un lado.
—No, pero te tengo una sorpresa —su sonrisa me dice que es algo muy bueno.
— ¿Qué es? —elevé una de mis cejas.
—Hable con nuestros padres y les pregunte si pueden cuidar de los niños, hoy y mañana —enarque la ceja.
—Y eso, ¿por qué? —le dije sorprendida.
—Porque tú y yo, nos tomaremos un día libre para estar solos o ¿no te acuerdas a lo que llegamos si uno de los niños llegaba a decir mamá o papá primero? —reí como tonta al recordarlo.
Con el tiempo que ha pasado no he recordado el acuerdo y más porque eso fue hace cinco meses. La verdad no me esperaba que Xavier terminara por pensar que esa cita sucedería pero debo de reconocer que la persona que empezó con la idea del plan, fui yo. Por tanto, no me negaré a su cumplido cuando en verdad si necesitamos por lo menos tener un día para nosotros dos.