¿de quién es el bebé?

29. Planes de futuro.

Freddy los llevó hasta una casa grande y moderna, entraron por el garaje y los guió hasta el salón donde Fernando se encontraba en compañía de su abogado y el ayudante de éste. 

— Muchas gracias, Freddy. Puedes descansar hasta que sea la hora de llevar a casa a mis invitados. — Habló Fernando, poniéndose en pie al igual que Orlando y su ayudante. 

— Con permiso. — Se retiró Freddy. 

— Tomad asiento. — Los invitó Fernando a sentarse y él se acercó a una barra bar. — ¿Qué queréis beber? 

— Algo sin alcohol. — Se pronunció Álvaro antes de que Rubén lo hiciera. 

— ¿Algo sin alcohol? Pueden tomarse una copa, mi chofer los llevará a casa. 

— Hemos venido a hablar de Camilo. 

— De acuerdo. Orlando, ve hablando mientras busco algo de beber sin alcohol. 

Rubén dejó su mochila en el suelo junto al sofá de dos plazas que ocupó con Álvaro. 

— ¿Por qué vive en la comunidad sí tiene una casa cómo está? — Preguntó Rubén a Fernando. 

— Creo que ya lo dije, ese piso es solo para pasar el rato con mujeres. — Contestó Fernando. 

— A saber cuantos hijos tiene por ahí. — Musitó Álvaro, aunque lo oyeron todos. 

— Llevo años viviendo debajo de vosotros, no sois exactamente un ejemplo de puritanismo. — Fernando dejó en una mesa de cristal dos vasos altos y dos latas de refresco. 

— Tenemos veintitrés y veintidós años, tú mínimo cuarenta. 

Fernando sonrió al sentarse en un sillón. 

— ¿Vais a dejar de mantener relaciones a los cuarenta? 

— No. — Dijo Rubén rápidamente. — Ni de coña. 

Fernando miró a Álvaro y sonrió. 

— Ese niño es un error que no habría pasado sí su madre no lo hubiera tenido solo por joderme. — Observó a los dos ponerse serios y continuó hablando. — Lo queréis y por eso os suena grotesco, pero es la verdad. 

— ¿No te da vergüenza que dos desconocidos quieran más a su hijo que tú? — Preguntó Rubén. 

— No. 

— No conoce, por supuesto que no le da vergüenza. — Habló Álvaro. 

El abogado Orlando decidió que era hora de interrumpirlos y alentó a su ayudante a depositar en la mesa frente a Álvaro y Rubén una carpeta de pasta negra. 

— Echen un vistazo a esto, señores. — Les pidió Orlando. 

— Están lejos de ser señores. — Sonrió Fernando, que agarró su vaso con alcohol de la mesa y le dio un trago. — Adelante, echar un vistazo y comencemos a negociar. 

— Te dije que necesitábamos un abogado… — Dijo Rubén a Álvaro, al tiempo que agarró la carpeta. 

— Cómo si tuviéramos dinero. — Contestó Álvaro. 

— No os preocupéis. No es mi intención estafar a unos niños. — Habló Fernando y los dos lo miraron antes de abrir la carpeta. 

Álvaro fue quien revisó a conciencia los documentos que encontraron dentro de la carpeta, mientras que Rubén solo esperó a que acabara. 

— Bueno, como parece que va para rato… — Habló Fernando y le pidió al abogado. — Porque no les haces una explicación verbal para resumir. 

Álvaro cerró la carpeta y la dejó en la mesa. 

— Nos ha traído hasta aquí solo para decirnos que no podemos adoptar a Camilo porque ninguno de los dos tenemos veinticinco años. — Dijo Álvaro indignado. 

— ¿Es eso así? — Preguntó Rubén. 

Álvaro le asintió. 

— Para poder adoptar necesitamos tener veinticinco años. — Suspiró y Rubén miró serio a Fernando. 

— ¿Qué pasará entonces con Camilo? 

— Para tratar eso es que estamos aquí. — Dijo Fernando y dejó en la mesa el vaso. — Ya que los dos son menores de la edad requerida para la adopción, la única opción que nos queda es que registre a Camilo como hijo mío y os lo entregue en adopción más adelante. 

— No se preocupe, lo tendremos todo listo para cuando llegue el momento. — Informó Orlando. — Aunque de momento el bebé tendría que estar bajo el mismo techo que Fernando para no tener problemas. 

— La parte que menos me gusta… 

— ¿Entonces… ? — Álvaro sintió miedo de alejarse de Camilo. 

— ¿Qué os parece vivir en está casa hasta entonces? — Les preguntó Fernando. 

— Tendríamos que mudarnos aquí con Camilo. — Entendió Rubén y miró a Álvaro. — ¿Qué piensas? 

— Por mí bien. Haré lo que sea por Camilo. — Respondió Álvaro y preguntó directamente a Fernando. — ¿Cuándo hay que mudarse? 

— Ya. — Dijo Fernando. — Solo tienen que traer sus cosas y claro, al niño. 

Álvaro asintió y miró a Rubén. 

— Si no estás seguro, lo haré solo. 

— Basta de echarme de esto, también quiero a Camilo. — Contestó Rubén. 

— No he dicho que no lo quieras. 

— Lo parece. 

— Tendré que vivir con tres niños. — Lamentó Fernando, levantándose después del sillón 

— ¡No somos niños! — Respondieron Álvaro y Rubén a la vez. 

— De no serlo, no estaríamos en este problema. — Les hizo Fernando ver y los dos tuvieron que morderse la lengua. 

— Tampoco si no hubiese tenido un hijo. — Señaló el abogado Orlando a su cliente. 

— Fue antes de hacerme la vasectomía. 

— ¿Te has hecho la vasectomía? — Preguntó Rubén. 

— No quiero hijos. 

— ¿Y cómo sabes que no los querrás en el futuro? — Habló Álvaro. 

— Tengo cuarenta años, sé lo que voy a querer por el resto de mi vida y no incluye ni esposa ni hijos. — Respondió Fernando y sacó de un bolsillo de su pantalón dos llaves que depositó en la mesa. — Son las llaves de las dos puertas principales de esta casa. Si necesitáis, que imagino que sí, ayuda con un camión de mudanza enviarme un mensaje. 

Álvaro miró las llaves en su mano, el chofer Freddy los llevó a casa después de la cena y los dos fueron a caminar por el barrio. 

— ¿De verdad te fías? — Preguntó Rubén, sentado en el mismo banco que él. 

— No del todo, pero quiero hacerlo por Camilo. — Contestó Álvaro y lo miró. — Además, está el lado bueno, que vamos a ahorrar en alquiler, luz y agua. 



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En el texto hay: romance, drama, gay

Editado: 17.05.2024

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