Después del almuerzo en familia, Derek fue a recoger a su novia y mamá Lucy fue a comprar unos dulces mientras tanto. Álvaro se ofreció a ir con ella y dejó a Camilo con Rubén en casa.
En el camino de regreso de la pastelería, mamá Lucy sonrió mirando a Álvaro hasta el punto que él se vio obligado a preguntar.
— ¿Quieres decir algo, tía Lucy?
— No puedo... — Lucy negó llevándose una mano a la cara. — Mi hijo me ha pedido que no te agobie.
Álvaro agradeció eso por parte de Rubén.
— No se lo diremos. — Le permitió desahogarse y se paró cuando vio que llegaban a la casa de sus padres.
— Solo quería decirte lo mismo que le he dicho a él. Que tienes todo mi apoyo siempre y que lo único importante es ser feliz haciendo feliz a la persona con la que estés.
Álvaro le sonrió y se quedó con esa frase. Lo importante era ser feliz haciendo feliz a la persona con la que estuviera.
Al entrar en la casa, Camilo se le acercó gateando y perseguido por Sara que lo grababa con su teléfono móvil.
— Deja de grabarlo para sacar dinero. — Le prohibió Álvaro.
— Si quisiera sacar dinero te grababa a ti, no a Camilo. — Le respondió Sara, enfocando a su hermano con el teléfono.
Álvaro le tapó la cámara y Sara se quejó.
— Dejad de pelear. — Les regañó mamá Margaret, que le quitó a su hijo la bandeja que traía de la pastelería. — Le sacas siete años, deja de comportarte como un niño.
Álvaro se sintió avergonzado mientras Sara se rió de él.
— ¿Dónde está Rubén? — Preguntó Álvaro, que cargó con Camilo y lo besó en la cabeza.
— Ah. — Sara se aseguró de que su madre y su tía estuvieran lejos y le contó a su hermano. — Rubén ha ido a pelearse con el hermano mayor del niño que molesta a Dalton.
— ¿Cómo qué a pelearse?
Sara asintió.
— Han ido al parque.
Álvaro frunció el ceño e hizo después a su hermana cargar con Camilo.
— No le digas nada a los tíos. — Le pidió y se marchó corriendo de la casa de sus padres.
Sara sonrió mirando al niño.
— Se va a liar.
Camilo la miraba con la carita feliz y Sara lo achuchó por parecerle adorable.
Álvaro llegó al parque corriendo y se paró respirando fuerte. Rubén y Dalton estaban en mitad del parque frente a un chico de la edad de ellos y un niño de la edad de Dalton.
— Rubén. — Lo llamó y caminó hasta allí.
— ¿Amenazaste a mi hermanito? — Le preguntó el chico a Rubén.
— ¡Dijo que me iba a empujar! — Gritó el niño y su hermano elevó una ceja mirando a Rubén.
— ¿Quién te crees que eres para decir que lo vas a empujar?
— El hermano de Dalton. — Contestó Rubén con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón. — Tu hermano y sus amigos se la pasan molestando a mi hermano, lo empujan y lo insultan.
El hermano mayor miró al menor.
— ¿Haces eso?
El pequeño agitó la cabeza.
— ¡No, está mintiendo! — Le dijo y señaló a Dalton. — Solo le hemos dicho que es lento y si se cae es porque no tiene equilibrio. — Cruzó los brazos y elevó el mentón. — No nos cae bien y nos molesta verlo cerca.
Su hermano le dio un tortazo en la nuca y el niño se quejó con él.
— Lo que dices es igual a molestarlo. — Le reclamó y le ordenó. — Pídele perdón y no vuelvas a meterte con él o a empujarlo.
— Pero…
— Pero nada. Quieres que le diga a mamá que te ríes de otros niños.
— ¡No, a mamá no! — Imploró el menor a su hermano mayor y miró a Dalton. — Perdón por empujarte.
Rubén y Álvaro miraron a Dalton que dio un paso al frente.
— Te perdono. — Dijo Dalton y Rubén, orgulloso de él, lo rodeó con sus brazos por encima de los hombros.
— ¿Por qué no lo dejáis jugar a fútbol con vosotros? — Le pidió Rubén al otro niño.
— No quiero, es lento y nos hará perder. — Respondió el niño y su hermano amenazó con darle otro golpe en la nuca. — ¡Lo dejaremos jugar con nosotros!
El hermano mayor sonrió y frotó el cabello de su hermano.
— Lo siento mucho. Pido también perdón en su nombre. — Se disculpó con Rubén y él asintió.
— Asegúrate de que no vuelve a portarse mal. — Habló Álvaro con los brazos cruzados y Rubén reparó en él.
— Por supuesto.
Cuando los dos hermanos se marcharon, Rubén se acercó a Álvaro.
— ¿Qué haces aquí? — Le preguntó.
— Creí que te estabas pegando y venía a ayudarte. — Contestó Álvaro y sonrió a Dalton. — Si te sigue molestando después de esto, nos avisas, ¿de acuerdo?
Dalton asintió y Rubén agarró a su hermano acercándolo a él.
— Voy a enseñarte muchas técnicas de fútbol para que les des una lección.
Dalton levantó la cabeza hasta su hermano.
— No es necesario. No me gusta jugar a fútbol.
— No seas así. Me hace ilusión. — Insistió Rubén, que lo hizo caminar con él hacia fuera del parque y Álvaro fue con ellos.
En casa de los padres de Álvaro encontraron también a Derek con su novia. Todos sentados alrededor de la mesa del comedor con café y dulces.
Álvaro se sentó al lado de su hermana Sara y de mamá Lucy que cargaba con Camilo. El niño se quiso ir con él en cuanto lo vio y lo cargó con gusto.
— Mira esa boca. — Le dijo y le limpió algo de nata de su boca. — La abuela Lucy te ha estado dando dulces.
— Hay que dejarlos probar de todo. — Dijo Lucy y Álvaro sonrió pareciéndole bien.
— ¿Es cierto que no es hijo de ninguno y que lo váis a adoptar? — Preguntó Tamara, la novia de Derek.
— ¿Cómo sabes tanto? — Le preguntó Rubén a su cuñada.
— Mato a tu hermano si me oculta cosas. — Sonrió divertida y Derek asintió con la boca llena de un bocado de hojaldre con merengues.
— No hay secretos. — Dijo Derek y miró en especial a Álvaro. — ¿Espero que no os moleste?
— Es de la familia, no molesta. — Opinó Rubén y preguntó a Álvaro. — ¿Verdad?