— Gracias. — Agradeció Álvaro cuando un camarero le sirvió a él y a Elliot un vaso con agua.
— Cuando sepan que ordenar, me llaman. — Les dijo el camarero y se retiró a seguir trabajando.
Álvaro bebió del vaso de agua y sus ojos se fijaron en los ojos de Rubén que estaban puestos en él. Le pareció normal, Rubén le había dicho que Quero los iba a invitar a comer y ese restaurante quedaba cerca del gimnasio. Fue después de beber que observó a las personas con las que estaba.
— Será… — Quiso insultarlo por mentirle y Elliot giró la cabeza para mirar lo mismo que él.
— ¿Los conoces? — Le preguntó Elliot.
Álvaro asintió.
— Sí.
Lo siguió mirando fijamente y aunque Rubén se sentía molesto por verlo con otro hombre e incómodo por estar él en aquella mesa, Álvaro no lo percibió así. Para Álvaro, Rubén estaba disfrutando de una cena de parejas con la prima de su cuñada.
— ¿Ocurre algo? — Elliot hizo a Álvaro desviar la mirada.
— No. — Mintió y le sonrió. — ¿Pedimos?
Volvió a mirar a Rubén tan pronto Elliot comenzó a mirar y hablar del menú. Lo vio escribiendo en su teléfono móvil e ignoró el suyo cuando sonó.
Rubén levantó la mirada de su teléfono para mirarlo y lo encontró hablando con su acompañante.
— ¿Qué haces? — Le preguntó Derek, dándole un golpe con el zapato en el pie.
— Nada. — Respondió Rubén y soltó de mala forma el móvil en la mesa.
— Rubén. — Oliva lo llamó y Rubén la miró. — Si está libre el sábado por la tarde podríamos ir al cine a ver una película y más tarde ir a comer. — Oliva tomó la iniciativa de invitarlo.
— Me estoy mudando el sábado. — La rechazó Rubén.
— Ah.
— Podéis quedar entonces el domingo. — Medió Derek entre ellos.
A Oliva le pareció bien y sonrió esperando una respuesta de Rubén.
— Yo… — Rubén vio a Álvaro aparecer a su lado.
— Sí, yo creo que el domingo estará libre. — Habló Álvaro.
— No hables por mí. — Le dijo Rubén. — ¿O es que ya tienes planes y te estorbo en casa? — Le preguntó, dirigiendo la mirada a Elliot.
— Es mi jefe.
— No me parece mejor.
Álvaro sonrió molesto y observó a Oliva que no entendía lo que pasaba.
— Derek. — Támara lo alentó a hacer algo y Derek se levantó.
— ¿Qué pasa, Álvaro? — Le preguntó y al tocarle su brazo, Álvaro lo apartó.
— Álvaro. — Lo llamó Rubén, que se levantó y lo echó atrás agarrándolo de los brazos. — No es lo que crees. — Le susurró.
— ¿No es una cena de parejas? ¿No está intentando Derek que salgas con la prima de Támara? ¿No me has mentido hoy sobre con quién ibas a estar?
— Sí, pero… Aún así no es lo que crees.
— ¡Deja de decir eso!
Álvaro se soltó de él y cuando Rubén lo quiso volver a agarrar, Elliot interfirió deteniendo su mano.
— No lo agarres sí no quiere. — Le prohibió Elliot.
— Lo agarró porque soy su novio. — Respondió Rubén y se soltó bruscamente de Elliot.
Álvaro se sorprendió y no fue el único, Derek dio un paso al frente y miró directamente a su hermano.
— ¿Cómo? — Preguntó Derek. — ¿Qué estás diciendo?
— Ahora no. — Le pidió Rubén y agarrando su mochila y su teléfono de la mesa, se acercó a Álvaro y se lo llevó de la mano.
Álvaro solo se dejó llevar y ninguno habló en el trayecto del restaurante al piso.
Los dos mojados de la lluvia se sentaron en el sofá y Álvaro observó en su teléfono un mensaje de Elliot. Rubén le miró la pantalla del móvil y al verlo ir a responder el mensaje, le arrebató el teléfono y lo soltó de golpe en la mesa.
— Lo vas a romper. — Se molestó Álvaro.
— ¡Mierda! — Gritó Rubén, bajando la cabeza a sus piernas y llevándose las manos a ella.
— Debería ser yo el que grite. Tú eres el que ha ido a una cita.
Rubén lo miró serio y Álvaro, que perdió todo el enfado, lo agarró de la cara y le dio un beso breve en los labios.
— No era una cita. — Habló Rubén.
— Lo sé. — Álvaro lo agarró de los hombros echándolo atrás y se subió luego en su regazo. — Me he enfadado, lo siento. — Le dio varios besos cortos en los labios y Rubén lo agarró de la cintura.
— Te perdonaré cuando sepa que hacías cenando con ese tío.
Álvaro le tapó la boca con una mano.
— Podemos discutir o reconciliarnos y hablar después tranquilos. — Rubén le agarró la mano y se la lamió en respuesta. — Cochino. — Se rió Álvaro y lo besó apasionadamente en la boca. Los dos exhalaron con excitación y Álvaro habló nervioso pero decidido. — Sin que sirva de precedente, te dejo empujar hoy.
— Si es por… — Rubén negó. — Me molestó que lo divulgaras, pero eso no quita que estoy bien como estamos. Me gusta que me controles en la cama. — Sonrió pícaro y Álvaro lo agarró de la cara con ambas manos.
— De igual modo no te di opción a elegir, así que estoy a favor de probar y de que disfrutemos de las dos formas.
Juntó sus labios y de allí acabaron en la cama, una hora más tarde desnudos y sudados debajo de una sábana.
— Creo que no voy a dejarte ser el de arriba de ahora en adelante. — Habló Rubén y recibió de Álvaro un golpe a puño cerrado en el estómago. — ¡Duele! — Se quejó.
Álvaro se incorporó y se giró para mirarlo.
— Para dejarlo claro, lo que pasó es esto, estaba lloviendo y mi jefe se ofreció a traerme a casa porque no llevaba paraguas. En el coche dijo de ir a comer y no pude decir que no. Es mi jefe y he estado cometiendo muchos fallos en el trabajo que él ha entendido y perdonado. — Le contó Álvaro y Rubén asintió entendiéndolo. — Es tu turno de explicar.
Rubén colocó un brazo debajo de su cabeza y torció los labios.
— Es evidente que Derek y Támara quieren juntarme con su prima y también que yo no puedo decirles que ya tengo a alguien porque cierta persona no me deja.