Cuando regresaron a casa de mamá Margaret, Camilo se abrazó a las piernas de los dos.
— ¿Ya te has despertado de la siesta? — Le preguntó Álvaro.
— Lo siento, hemos sido muy escandalosos y se ha despertado. — Se disculpó Támara.
— Mejor, así a la noche duerme más. — Le quitó Álvaro importancia.
— Pero estará penoso en un rato. — Se quejó Rubén por el contrario y Álvaro lo golpeó en el costado para que parase.
Támara sonrió simplemente y regresó al salón.
— Tú me pides que lo intente con mi madre, haz lo mismo con ellos. — Le dijo Álvaro y miró a Camilo que seguía agarrado a una pierna de cada uno. — A ver, Cami. — Le pidió que lo dejara caminar y se dirigió al salón con la bandeja de dulces.
Camilo quiso entonces ser cargado por Rubén y éste lo levantó del suelo.
— Dale un beso a papi. — Le dijo Rubén y Camilo lo besó en la mejilla. — ¿Vamos a comer dulces?
— Sí. — Camilo asintió y sonrió cuando Rubén le frotó el cabello.
En el salón se sentaron todos con excepción de Sara y su novio Jeremy, alrededor de la mesa.
Álvaro puso delante de Rubén un plato con el dulce que eligieron para Camilo en la pastelería. Camilo fue a meter la mano en él, pero Rubén se lo impidió.
— Te vas a poner perdido de nata. — Le dijo Rubén, que le puso en la mano una cucharita pequeña. Camilo le quiso dar la cucharita a Álvaro y Rubén se rió. — Hazlo tú, tienes que aprender a usar los cubiertos. — Le guió la cuchara hacia el dulce y Camilo intentó comer, aunque la cuchara llegó a su boca casi vacía. — Entre no dormir y el azúcar verás luego. — Le comentó Rubén a Álvaro.
— Hoy es un día especial. — Le respondió Álvaro, viendo a Camilo sonreír contento.
— ¿Por qué es un día especial? — Preguntó Támara, sentada frente a ellos al igual que Derek.
— Hoy es el cumpleaños de Álvaro. — Le explicó Derek y felicitó a Álvaro. — Felicidades.
— Gracias. — Agradeció Álvaro. — Aunque no es por eso. — Sonrió mirando a Camilo. — Hoy por fin nos han dado su custodia.
— ¡¿En serio?! — Chilló Sara, que lo escuchó desde el sofá donde se comía un dulce con Jeremy.
Álvaro miró a su hermana y le asintió.
— Sí.
Sara se acercó y les dio un abrazo a la vez.
— Me alegro muchísimo. — Les dijo y los soltó. — Aunque ya era vuestro hijo.
— Creo que todos estamos de acuerdo en eso. — Habló mamá Lucy con una sonrisa.
Derek miró a su novia y Támara le asintió con discreción.
— Nosotros también nos alegramos. — Habló entonces Derek a su hermano y a Álvaro. — No hemos tenido mucho contacto con él últimamente, pero si es lo que queríais, me alegro por los tres. También aprovecho para decir que no me parece mal que estéis juntos.
Sara puso cara seria al oírlo.
— ¿Por qué te tendría que parecer mal? Su amor no tiene nada de malo. — Se quejó Sara y Álvaro miró a su hermana.
— Sara. — La llamó Álvaro, sintiéndose incómodo por su madre.
— ¿Qué? — Sara siguió de morros. — Puedo entender que mamá no lo entienda, pero Derek no tiene excusa.
Rubén estuvo a favor de su cuñada y le dio una palmada en el brazo.
— No la animes. — Lo regañó Álvaro y vio a su madre abandonar la mesa e ir hacia la cocina.
— Tienes razón. — Aceptó Derek la culpa. — No tengo excusa para haber actuado tan frío y molesto por la noticia. Lo siento. — Se disculpó especialmente con su hermano. — Espero que podamos quedar a solas y hablar de ello.
Rubén asintió al tiempo que Álvaro se levantó para ir a la cocina.
— Sara, cuida de Camilo. — Le pidió Rubén, que se levantó y le entregó a Camilo que se quedó con la cuchara en la mano y la boca sucia.
— Vamos a comer al sofá. — Le dijo Sara a su sobrino y agarrando el plato de Camilo se fue con su novio al sofá.
Al entrar Álvaro en la cocina vio a su madre limpiando la encimera que ya estaba limpia.
— Mamá. — La llamó Álvaro.
— ¿Para qué has venido? Solo voy a recoger esto un poco… — Habló su madre y solo paró de limpiar cuando Álvaro la tomó de las manos. — Hijo… — Los ojos de mamá Margaret se llenaron de lágrimas.
— Aunque no lo entiendes lo has respetado y me conformo con eso. — La tranquilizó Álvaro y le dio un abrazo. — No pasa nada.
Rubén los observó desde el umbral y supo que Álvaro estaba haciendo un gran esfuerzo por no mostrar cómo se sentía realmente.
— Rubén, ¿puedes venir? — Lo llamó su hermano Derek
Rubén caminó de regresó a la mesa y se paró detrás de Dalton que se comía un dulce de chocolate.
— ¿Estás embarazada? — Mamá Lucy se precipitó a la noticia que Derek y su novia iban a darles.
— No, no es eso. — Se apresuró Támara a negarlo y sonrió mostrándole a su suegra el anillo de pedida que estaba usando.
— Nos vamos a casar. — Contó Derek a su madre y hermanos.
Mamá Lucy se levantó a felicitarlos con abrazo incluido y Dalton miró a Rubén detrás de él.
— No me gustan las bodas, mamá me obliga a usar traje y pajarita. — Habló Dalton.
— Sé lo que es. — Lo entendió Rubén que lo agarró por un momento de los hombros y fue luego a felicitar a su hermano mayor y a su cuñada.
— Espero que vengas. — Le dijo Derek, agarrando a Rubén de un hombro. — Tú, Álvaro y Camilo.
— Qué remedio. — Bromeó Rubén y Derek sonrió.
Antes de regresar a casa pasaron por el barrio donde vivían antes y, aunque estaba haciéndose de noche, dejaron el coche estacionado para dar un paseo a pie por el parque cercano a su antiguo piso.
Camilo iba delante con su bicicleta sin pedales y ellos justo detrás sin perderlo de vista.
— Al parecer se han comprado un piso y después de la boda quieren buscar un bebé. — Le contó Rubén a Álvaro los planes de su hermano y lo miró a la cara. — Quitando el piso tengo lo demás antes que él. — Agarró la mano de Álvaro y se aferró a su brazo.