¡de regreso a la Navidad!

Capítulo I:¿Cómo inició todo? ...Con Nolan

En las películas generalmente las historias de amor nacen en la preparatoria. En una época donde te cuestionas todo, pero a la vez donde lo crees todo. Y a los 17 años y viniendo de boca de un rubio platinado de ojos azules, capitán del equipo de baloncesto, estudiante estrella, futuro rey del baile y el más asediado entre las chicas, pues aun más.

Cualquier chica era "Presa fácil." Y la tímida e ingenua, ratoncita de biblioteca como solían llamarme. Incluido él, no era la excepción.

Recuerdo como Nolan llegó a mi vida. Mi padre necesitaba un nuevo mayordomo y ahí es donde entró el señor Rowan. El padre de Nolan. Al contratarle mi padre les otorgó una pequeña villa dentro de nuestra mansión.

La primera vez que vi a Nolan, me cegó como el sol antes de media tarde, pero es normal, el amor adolescente es más hormonal que otra cosa. Y ver su cuerpo definido nadando casi al desnudo en mi piscina fue el gancho inicial. Salió glorioso en una bermuda y mis lentes cayeron contra el suelo por los nervios de verlo. Él me dirigió una amplia sonrisa y me entregó los lentes antes de expresar:

—Es un gusto, conocerle, Srta. Brown espero que no le moleste que nade en su fina y amplia alberca. Su mirada fue intensa y su forma de expresarse destilaba arrogancia como cualquier adolescente que era seguro de sí mismo frente a una chica introvertida.

—No. Puedes hacerlo cuando quieras mi prima es la única que la usa pero de momento está de vacaciones en París.

—¿Y usted por qué no la usa?Pone la toalla alrededor de su cuello y muestra sus brazos torneadas.

—No me gusta mucho. —Le dije aunque lo que ocultaba era mi timidez y mis complejos hacia mi cuerpo en ese momento.

—Que le parece sí, de ahora en adelante viene y me acompaña. Esta casa es muy solitaria y me aburro. Aun no conozco a nadie y faltan unos meses para que terminen las vacaciones. Me vendría bien una amiga ¿Le parece Srta. Brown?—sonrió. Asentí, estrechamos nuestras manos y el resto fue historia.

Mañanas recorriendo el lago en el yate privado de mi padre. Tardes enteras recorriendo las tiendas más exclusivas de Yorkvilke, cenas en restaurantes con vistas panoramicas provistas con gastronomía de lujo, lugares elegidos por celebridades acostumbrados a un ambiente de élite. Nolan se acomodó muy bien con el estilo de vida de Forrest Hill.

Cuando entrábamos a algún lugar su presencia no desencajaba pasaba fácilmente como un heredero millonario, gracias a todos mis obsequios y a la aprobación de mis padres quienes estaban felices de que al fin tuviera un amigo y una vida social. Aunque claro, él que brillaba en ese aspecto era Nolan, yo seguía siendo invisible. La chica sentada en la oscuridad adormecida con la sonrisas de un príncipe de ojos azules por él que todas morían. Suspiraban e idolatraban. Se convirtió en el alma de las fiestas aunque la que pagaba las cuentas era yo.

Viendo hacia atrás, ahora el matiz de esas vacaciones es diferente. No fue un verano de ensueño. Realmente no hubo un nosotros. Todo se trató sobre él. Sobre cumplir sus sueños. Sus caprichos. Le dí todo a manos llenas. Y él lo tomó todo sin miramientos. Y no es que fuera su culpa. La que lo volvío su mundo fui yo.

Al terminar el verano, mi padre se encargó de inscribir a Nolan en la prestigiosa Applebee College misma en la que iniciaría mis estudios junto a mi rozagante prima Gemma. La cual al volver de sus tan ansiadas vacaciones parisinas inició una amistad con Nolan. Nos volvimos un trío aunque los únicos que parecían divertirse eran ellos dos. Claramente ambos encajaban muy bien con la popularidad y en la preparatoria no fue la excepción. Ambos eran las estrellas.

Desde luego, Nolan al gozar de los mismos privilegios que nosotras incluido un chofer fue confundido con el heredero de las chocolaterías Browns. Mentira que fue sostenida por mi prima y yo. Claro que me pidió guardar el secreto para apartar a personas malintencionadas que quisieran aprovecharse de mí—Lo hago por tí, para protegerte—me dijo y le creí. No dije nada. Dejé que toda la preparatoria creyera que el heredero era él. Y no yo. Y fue así como Nolan paso de ser un Pryce al heredero Brown.

Esos tres años no fui más que la chica del rincón. El ratoncito de biblioteca al que Nolan le tenía afecto y compasión. El chico bueno que me hablaba y me incluía por lástima en su brillante vida. Y yo la hija de alguien de su servicio. La chica de la que las porristas hacían mofa y la mascota con la que se divertian, pero nada de eso importaba seguía siendo importante para Nolan.

Siempre estudiábamos juntos, bueno yo hacia sus trabajos y los de mi prima claro. También sus exámenes. Incluso a veces contestaba mal a propósito para que Nolan y mi prima obtuvieran las mejores notas.

¡Demonios! Fui una tonta. Sí lo fui, sin embargo, yo tenia los recursos y las referencias para estudiar en cualquier Universidad que quisiera. Nolan y mi prima por el contrario no. Y los adoraba y quería lo mejor para ellos.

Nolan y Gemma fueron juntos al baile de invierno. En silencio deseaba ser yo quien lo acompañará. Solo yo, pero me dijieron que iríamos como siempre los tres, como siempre los tres mosqueteros.

Después del baile, en el que claro Nolan y prima fueron los reyes. Nolan me pidió salir juntos solo los dos. Una cita. Mi primera cita con el chico de mis sueños. No como su amiga sino como algo más.

Apenas podía creer que Nolan Pryce, el chico más popular hubiese puesto sus ojos en mí. Me sentía la chica más afortunado del mundo. Nadie te lo dice, pero el primer amor siempre viene incluido con una venda especial para los ojos, por eso es el que más recuerdas para bien o para mal. Aunque claro ahora gracias a esta segunda oportunidad o milagro navideño; tenia un trailer de todos esos años. Ahora veía todo con claridad y sin la falsa influencia de esa bendita venda. Ahora sabía realmente ¿cómo inició todo? Cómo inicia cualquier desastre en la vida en la vida de una chica. Dejando entrar a un Nolan Pryce a su vida.




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