De repente llegaste a mí

Matt Lager

Estábamos en un ambiente verdaderamente agradable. Teniendo música movida de fondo, un buen partido de fútbol en la televisión donde ambos podíamos verlo sin ningún inconveniente, personas eran agradables quienes mostraban interés por el partido. Trevor y yo intercambiábamos preguntas y respuestas. En lo que pude averiguar mucho de él. Nació en Brooklyn, tiene 30 años, está super sortero pues me cuenta que no ha tenido novia desde los 28 años. Vive cerca del gimnasio, estudió educación física y también me confirmó otra vez sobre como se había retirado de su equipo.

Yo le había dicho que soy de Manhattan, que tengo 28 años, que vivía arriba de la casa de mis padres, que me dedico a la publicidad y le recordé como Richard me había dejado plantada en el altar. Después de aquella conversación nos limitamos a intercambiar punto de vistas sobre el futbol americano. Él se mostraba verdaderamente apasionado a la hora de hablar del deporte. Mostraba ser muy sincero respecto a su fascinación sobre el deporte.

—Entonces ¿Le das clases a mi hermana? —pregunto mirándolo con interés.

—Así es, aunque debo de admitir que es muy callada. Aun no logra hacer amigos, intento ayudarla, pero hay un chico que muestra interés en ella y se ha mostrado muy sobreprotector con ella y a malinterpretado las cosas—dice relajado mientras le da un sorbo a su cerveza.

—¿Él cree que intentas algo con Ashley? —pregunto a punto de reírme—Déjame adivinar, Matt Lager.

—El mismo ¿cómo lo has conocido? —preguntó.

—En un partido de fútbol. Me había prometido que iba a cuidar de ella. Deberías hablar con él para que se acerque a mi hermanita. A lo mejor conseguiremos que tenga algún novio. Aun no ha tenido uno—digo haciendo que él frunciera el ceño—Es tierno saber que te has encariñado con ella hasta el punto de celarla.

—Sé que Matt es un chico de buen corazón, pero que te puedo decir... todo depende de lo que piense Ashley.

De pronto mi celular entona la típica melodía de IPhone indicándome que tengo una llamada, me disculpo con Trevor un momento y me levanto para ir a un lugar más silencioso.

—Buenas noches—digo al ver de quien se trata.

Hola, Hay ¿cómo estás? Me has abandonado, espero no ser odiado por lo de Richard—suena alegre desde la otra línea haciéndome sonreír.

—¿Cómo crees, Liam? Tú nunca serás odiado por mí—digo alegremente.

Oh, suena a que estás bien. ¿Podemos vernos juntarnos esta noche? —pregunta amablemente. Río un poco debido a que estoy con Trevor.

—Lo lamento, pero alguien se te ha adelantado. Estoy saliendo con un profesor de Ashley, parece ser una buena persona—digo girándome un poco para ver a Trevor mirando la televisión desde la mesa, lo que me provoca una sonrisa.

Oh, vaya... entonces... ¿te gusta? —pregunta de provocando un sonrojo instantáneo.

—Liam, apenas lo conozco. Pero debo de admitir que es muy atractivo, de hecho, si él quisiera intentar algo conmigo me atrevería a correr el riesgo con él. Debes de conocerlo, hasta te lo puedo presentar—digo con ilusión de que Liam, mi gran amigo quiera salir algún día con nosotros.

Si, me encantaría conocerlo—luego hay un silencio incomodo, como si los dos no supiéramos que decir—Creo que entonces te llamaré luego, estás un poquito ocupada—dice finalmente.

—Hablamos luego Liam. Cuídate—él cuelga la llamada sin decir más nada, Vuelvo hacia donde Trevor mostrándole una sonrisa.

Ambos continuemos conversando, pero esta vez con algo un poco más fuerte que la cerveza. Manteniendo el ambiente agradable. Mirando muy bien a Trevor se trataba de alguien verdaderamente atractivo, por lo que me hacía dudar de su soltería de dos años, dándome el atrevimiento de preguntarle por qué estaba soltero. Él se limitó a confesarme que no ha conocido a la mujer indicada.

Miro mi reloj y me he dado cuenta de lo tarde que es... oh cielos. Le digo a Trevor que me tengo que ir, cuando ambos nos levantamos nos dio el efecto del alcohol de inmediato provocando que camináramos tambaleantes. Los dos nos reímos por aquella situación y tomamos un taxi. Trevor tuvo el detalle de acompañarme hacia mi casa en el taxi. Antes de bajar del taxi, nos despedimos con un beso en la mejilla. Pero al no poder ni dar un paso sin pensar que me iba a caer, él salió del taxi y me ayudó a subir las escaleras, todo eso estando borracho como yo.

Nos volvimos a despedir, abrí la puerta de mi casa y al entrar cerré la puerta tumbando mi espalda con una sonrisa sobre ella. No había recordado lo divertido que era salir con alguien y pasarla bien... reí por haberme pasado los tragos.



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En el texto hay: romance, amor, futbolamericano

Editado: 28.06.2019

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