—¿Cómo me veo?
Le pregunto a Ashley, quien me mira de pies a cabeza y puso los ojos en blanco. Llevo puesto un vestido de color rojo vino con unos tacones negros. Mis accesorios eran de color dorado, mi pelo estaba completamente liso y me había puesto maquillaje para la ocasión.
—¿Irán a una discoteca o a una cena romántica? —pregunta con una ceja levantada.
—Dijo que podemos ir un bar elegante, ya sabes, un lugar más sofisticado—digo tomando mi bolso—¿Me veo bien? ¿Debería ponerme algo menos atractivo?
—Te ves hermosa—dice ella sonriendo—Cuídate esta noche.
—Si, estaré segura con él—digo acomodando mi pelo delante del espejo. Ashley negó con la cabeza y me miró.
—Hablo de que te cuides bien, no quiero ser tía en estos momentos—dice haciéndome reír fuertemente.
—No seas mal pensaba. No vamos a tener nada o al menos eso pienso. Duerme en la casa de nuestros padres, no quisiera hacerte un mal—digo bromeando mientras salgo de mi habitación.
—Me quedaré aquí para poder detener un error futuro—dice burlonamente.
Escucho como tocan la puerta, mi corazón se aceleró y caminé rápidamente hacia la puerta. Al abrirla Trevor me miró con una sonrisa, llevaba unos pantalones negros, una camisa de color gris con las mangas largas dobladas hasta sus codos, se había peinado hacia un lado mostrando su formalidad. Lo que más me llamaba la atención era como aquella camisa estaba pegada a su cuerpo, era un hombre con un cuerpo fornido y alto, con unas buenas facciones en su rostro, tiene una barba de unos cuantos días lo que lo hacía ver mucho más atractivo.
Ambos nos saludamos con un abrazo, cerré la puerta tras de mí y bajamos juntos las escaleras. Esta vez el ambiente estaba diferente, estábamos más formales e íbamos a un lugar más elegante.
—¿Y qué te inspiró a invitarme esta noche y a esta hora? —pregunto llegando al último escalón.
—Una larga e incómoda historia—dice sonriendo. Una corriente de brisa recorre por nosotros haciendo que me despeine de inmediato. Con delicadeza, Trevor pasa su mano por mi cabeza acomodando mi cabello. Nos miramos a los ojos, sus ojos eran como entrar a un laberinto de emociones, estaba buscando en ellos alguna respuesta de por qué se me ha hecho tan difícil dejar de pensar en él.
Estábamos en un amplio y lujoso bar al centro de la ciudad, donde lo elegante brillaba por excelencia. Ambos nos mirábamos mientras bebíamos un Martini, el ambiente era agradable, en el fondo se podía escuchar un tono de jazz embriagador, miré a Trevor. Él me miraba con una sonrisa demostrándome sus dientes tan perfectos y únicos. Por un segundo me preguntaba cómo se sentirías sus labios al ser besado ¿serian suaves?
—¿Te gusta el jazz? —pregunta bajándome de mis pensamientos. Parpadee al instante avergonzada por mirar sus labios tanto tiempo.
—La melodía te lleva a un mundo diferente. Te hace un hormigueo en el estómago y tu cuerpo se estremece al sentir un sin fin de emociones, y todo eso sucede por escuchar la maravillosa melodía del jazz—le doy un sorbo a mi bebida.
—¡Trevor! —ambos alzamos nuestras miradas y nos fijamos que era un hombre moreno con un gran tamaño quien lo llamó, Trevor había puesto una mirada de sorpresa—Viejo tanto tiempo. El equipo no es lo mismo desde que te fuiste—dice saludándolo, luego me mira con una sonrisa—Un gusto, mi nombre es Aaron. Trevor y yo estábamos dentro del mismo equipo—me explica, lo saludo tomando su mano.
—Aaron, vaya sorpresa—dice un poco incómodo.
—Viejo, lo de tu rodilla fue una tragedia. Perdiste todo, ganamos las nacionales y ahora vamos con el continental. Jackson fue seleccionado en el equipo de los New York Jets y jugó para participar en la NFL el año pasado, tenías que verlo. Que lastima que no participes, tú debiste estar en su lugar ¿Qué haces ahora? —pregunta deliberadamente, Trevor incomodo por aquella pregunta se remueve de su asiento y me mira. Luego mira al hombre moreno.
—Soy entrenador de un equipo de fútbol en una escuela secundaria y en mi tiempo libre soy entrenador en un gimnasio—el chico ríe a carcajadas.
—¿Entrenador? Demonios pero que cosa. Enseñas lo que no puedes jugar, debe de ser deprimente. Este chico lo tenía todo y su carrera se fue a la mierda—dice sonriendo. Trevor apretó sus puños.
—Disculpe, señor Aaron, pero Trevor y yo nos encontramos en una agradable conversación. Por favor no quiero ser descortés con usted, pero está tratando temas de total incomodidad hacia Trevor—digo mirándolo, él me miró y sonrió.