—¡Mi abuela corre más rápido! —le grito con fuerza a Michael, quien corre el campo completo—¡Más rápido Matt! —digo fijándome que ha disminuido su velocidad—¡Walter Camp debe de estar retorciéndose en su tumba al verlos!
Los chicos llegan a la meta exhaustos sin poder casi respirar al dar 20 vueltas a al campo completo de fútbol americano... algo que verdaderamente me molestaba, un partido se acerca y estos chicos no tienen resistencia como el próximo equipo a quienes se enfrentarán. Lo que me provoca una inmensa preocupación.
—¿20 vueltas y ya están cansado? Recuerdo que mi entrenador me hacía dar 60 vueltas—digo parándome frente al montón de chicos—Matt ¿Por qué bajaste la velocidad?
—Estaba cansado, señor—dice levantándose mientras me miraba firmemente intentando disimular su cansancio.
—¿Y por qué te cansaste? —pregunto firmemente.
—Porque no tengo resistencia, señor—responde de inmediato.
—¿Y crees que eso es posible a estas alturas? —pregunto molesto por saber que no están entrenado lo suficiente.
—No, señor—dice mirándome mientras veo como su mandíbula se tensa.
—¡500 sentadillas para todos! Y luego de las sentadillas trabajaremos con el bloqueo. Un partido se acerca y ustedes dan pena. En vez de entrenar se la pasan enamorando a las porristas y a presumir sus chaquetas. Otros abusan de su poder haciéndole bullying a los demás, entonces ¡¿Cómo diablos ganaremos?! ¿Abusar de los demás los harán más fuerte? —pregunto molesto.
—¡No, señor! —responden todos levantándose del suelo con miradas puestas a mí.
—¡¿Enamorar a las porristas ayudará a ganar?!
—No, señor—responden todos, excepto un joven, quien se ríe y dice 'Si'. Me acerco a él y lo miro seriamente.
—Muy gracioso. ¡Tenemos a un bromista en el grupo a la hora de entrenar! Como premio de tu gran respuesta te has ganado un boleto de 500 sentadillas y 300 lagartijas. ¡Ahora! —le grito, el joven dejó de sonreír y de inmediato comenzó hacer lo que le pedí—No estamos en condiciones para bromear, jóvenes. Claro que no, en mi entrenamiento no. Que empiecen con las sentadillas, quiero resistencia en esas piernas.
Luego de haber finalizado el entrenamiento, todos se fueron hacia el vestidor mientras me yo me quedé en un extremo del campo colocando los balones en un canasto para guardarlos, de pronto el director Brown se acerca hacia mí mirando lo que hago.
—¿Tomó el tema del bullying en el entrenamiento de hoy? —pregunta con su típica mirada de superioridad.
—Si, señor—digo tomando otro balón—Se acerca un partido y ellos están distraídos. Tengo 4 jugadores que bajaron sus calificaciones.
—Quiero a esos 4 en mi oficina mañana a primera hora. Usted se encarga de pasarme los datos a través de correo electrónico—dice para luego irse dejándome solo.
Doy un suspiro mientras sigo recogiendo los balones, entonces Matt se para delante de mí. Espero que no sea unos de sus arranques de celos por Ashley, porque no estoy en condiciones de escuchar estupideces de un mocoso como él.
—Entrenador ¿No ha reconsiderado el cambio de posiciones en el equipo? —pregunta aun con su traje para jugar.
—Matt, aun no me has mostrado lo que quiero para ser mariscal de campo. Resistencia, falta de liderazgo y más te hacen falta para serlo. No voy a cambiar mi gran mariscal de campo por ti—digo tomando el ultimo balón.
—Como no darme cuenta, usted me mira como su rival. Le he advertido que si piensa que me quede callado por estar seduciendo a As...
—Escúchame, Matt. Estoy harto de tener que darte explicaciones sobre esto. Si vuelves amenazarme o decir algo sobre el tema, te juro que te sacaré del equipo—le advierto mientras me voy con el canasto hacia el vestidor.
Entro a casa extremadamente exhausto, me siento en el sofá dejando mi mochila en el suelo, apenas era miércoles y sentía que todos los días eran lunes. Tanto trabajo me tenía tan cansado. Mi celular inicia a vibrar indicándome una llamada, miro de quien se trata y sonrió al ver el contacto
—El entrenamiento no es lo mismo sin ti ¿Dónde estás? —pregunta Hayley desde el otro lado de la línea.
—En casa. Hoy llegué a mi limite, estoy muy cansado—digo frotando mis dedos en mi frente—Se acerca un partido y los chicos no están enfocados.