Trompenda, una aldea rodeada de misterio, se erigía como un pequeño oasis apartado de todo. En su centro, las casas de madera se alineaban en estrechas calles que parecían susurrar historias de generaciones pasadas. Alrededor de la aldea, una muralla colosal e inquebrantable de piedra oscura se levantaba, como si fuera el límite entre su mundo y uno completamente desconocido. Nadie sabía cuándo ni cómo había aparecido esa muralla, pero para los habitantes de Trompenda, era una constante; una presencia que definía la esencia misma de su existencia.
En ese lugar nació Arnaldo, un hombre que, desde niño, había sentido un impulso irrefrenable de entender los secretos de su hogar. A diferencia de otros niños, que jugaban en los campos o seguían las tradiciones sin cuestionar, Arnaldo solía quedarse frente a la muralla, observando cada grieta, cada curva, buscando algo que nadie más parecía notar. Para él, Trompenda era un enigma que exigía respuestas.
Su curiosidad lo llevó, años más tarde, a la biblioteca de Trompenda, donde esperaba encontrar algo que arrojara luz sobre el pasado de la aldea. Mientras recorría los pasillos abarrotados de libros viejos y polvorientos, sus ojos se posaron en títulos que despertaron su imaginación. Entre ellos estaban "El poder del besel", un libro que prometía desentrañar los misterios de un poder oculto y casi olvidado; "Cómo tener armali", cuyo contenido Arnaldo no podía prever, pero que evocaba ideas sobre secretos prácticos o habilidades que algún día podría necesitar; y "500 datos curiosos de los omsua", un tomo cuya portada desgastada parecía serconde verdades extravagantes y hechos improbables sobre cosas que Arnaldo ni siquiera había oído mencionar. Aunque cada uno de estos títulos le llamó la atención, sabía que no eran lo que buscaba.
Sin embargo, entre los estantes repletos, había otro libro que parecía tener la respuesta a sus interrogantes. Se trataba de "Historia de Trompenda", cuya sencilla portada apenas destacaba entre los demás. Este libro contenía el relato de Horacio, un hombre aparentemente común pero con una extraordinaria visión. Según el texto, Horacio había diseñado y construido la muralla que rodeaba la aldea. Cada piedra, cada rincón de la barrera había sido colocado con meticulosa precisión, convirtiéndola en algo prácticamente indestructible. El motivo detrás de su construcción, sin embargo, seguía siendo un misterio.
Lo único que dejaba al lector con mayor intriga era una frase al final del capítulo sobre Horacio: "La muralla es irrompible... a menos que...". Con esas palabras suspendidas en el aire, Arnaldo cerró el libro y sintió una mezcla de curiosidad y frustración. ¿Qué significaba esa advertencia? ¿Qué secretos escondía Horacio sobre la aldea que había construido? Sabía que tendría que buscar más respuestas, aunque eso significara adentrarse en lo desconocido.
Con el corazón lleno de determinación, salió de la biblioteca y miró hacia la muralla, que se alzaba imponente bajo la luz del sol. Trompenda era más que su hogar; era un desafío, una incógnita que estaba decidido a resolver. Y aunque todavía no sabía cómo, estaba dispuesto a encontrar la verdad.
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Editado: 28.04.2025