De Trompenda hacia lo desconocido

Capitulo 24

Arnaldo caminaba lentamente por los interminables pasillos de la cárcel anti-armali, sintiendo cómo cada paso parecía absorber su energía. El brillo opaco de las paredes, los barrotes y el suelo no pasaba desapercibido para él, aunque no lograba entender completamente por qué todo se veía tan extraño. Era como si el lugar estuviera diseñado para hacerle sentir débil.

"Esto no es una prisión," murmuró para sí mismo. "Es un agujero que quiere asegurarse de que nunca pueda salir."

Con el pie herido por el disparo, trataba de moverse con cuidado, usando las paredes para apoyarse cada vez que sentía que su fuerza flaqueaba. Mientras avanzaba, una puerta inusualmente decorada apareció frente a él. No era una celda ni una oficina como había imaginado; tenía un pequeño letrero oxidado que decía: Biblioteca.

"¿Una biblioteca?" pensó, arqueando una ceja. "Bueno, esto es nuevo. ¿Quién pensó que sería buena idea incluir una biblioteca en una prisión diseñada para neutralizar poderes? Aunque, si tienen manuales de 'Cómo escapar', esto podría ser útil."

Con curiosidad, empujó la puerta y entró. El lugar estaba sorprendentemente ordenado, con estantes llenos de libros y mesas solitarias repartidas por la habitación. Un par de guardias caminaban ocasionalmente entre los estantes, pero parecía que nadie más estaba allí para leer.

Arnaldo comenzó a explorar los estantes, pasando sus manos por los lomos de los libros mientras buscaba algo que pudiera serle útil. Después de varios minutos, un título llamó su atención: Las ventajas y desventajas de los hurines. Era como si el libro hubiera estado esperándolo.

"Esto promete," murmuró mientras tomaba el libro y se sentaba en una mesa alejada.

A medida que leía, Arnaldo comenzó a descubrir información fascinante sobre los hurines. Según el texto, todos los hurines compartían dos habilidades principales: la capacidad de oxidar cualquier cosa—excepto algo llamado luminexita—y el control sobre el agua.

"¿Oxidar todo menos luminexita?" murmuró, deteniéndose un momento para procesar. Levantó la mirada y observó las paredes, los barrotes, y el suelo de la prisión. Un escalofrío recorrió su cuerpo. "Espera... ¿podría ser eso?"

Volvió al libro con renovada urgencia. La siguiente página confirmó sus sospechas. La luminexita no solo era inmune a las habilidades de oxidación de los hurines, sino que también los debilitaba. Arnaldo dejó escapar un suspiro frustrado mientras miraba nuevamente a su alrededor. "Por supuesto. Toda esta prisión está hecha de luminexita. El único material que puede neutralizarme completamente. Esto no es solo una cárcel; es un insulto personalizado."

La revelación lo dejó inquieto. Entender que el lugar entero estaba construido específicamente para neutralizar sus poderes le hacía sentir más vulnerable que nunca. Era como si cada pared absorbiera su fuerza, recordándole que escapar sería casi imposible.

Mientras avanzaba en el texto, llegó a otra desventaja de los hurines: la incapacidad de utilizar bien el besel. Pensó en su reciente experiencia con el trasero láser y dejó escapar una risa sarcástica. "Bueno, si voy a ser terrible usando el besel, al menos que sea divertido. Podría convertir esto en una técnica legendaria. 'Aquí viene el hurine con el trasero más poderoso del mundo.'"

Pero no todo eran malas noticias. Arnaldo llegó a un capítulo que captó completamente su atención. Según el texto, cada hurine tenía un poder especial único que solo podía descubrirse y entrenarse en un lugar llamado Arcana. Era una ciudad misteriosa dedicada al entrenamiento de habilidades únicas, y parecía ser el único lugar donde los hurines podían alcanzar su máximo potencial.

"Arcana..." murmuró, dejando que el nombre resonara en su mente. Por primera vez desde que había entrado a la prisión, sintió una chispa de esperanza. Tal vez Arcana sería el lugar donde podría superar sus limitaciones y desbloquear un poder que lo hiciera verdaderamente excepcional. "Si puedo llegar allí, nada podrá detenerme. Puedo proteger a Pusen y a Chort. Y, finalmente, podré enfrentar a cualquier amenaza sin tener que improvisar con ataques raros."

Con un nuevo objetivo en mente, Arnaldo cerró el libro y se levantó de la mesa. Aún quedaba mucho por hacer para liberar a sus amigos, pero ahora sabía que su verdadero destino estaba en Arcana.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.