—Vamos —Joseph toma de la mano a Connor, luego de desabrocharle el cinturón.
Hemos tomado una pausa para el baño en una gasolinera que tiene una pequeña tienda a un lado, con comida básica y baños. Joseph y Connor entran por las puertas automáticas y desaparecen de mi vista.
— ¿No necesitas ir al baño? —pregunta Colt sin girar, aun con los lentes de sol.
Recuesto mi frente en la ventana. —No, suelo aguantar bien.
Escucho que suelta una risa corta. —Excepto esa vez que nos llevaron al zoológico.
Tenía seis años y había una fila muy larga para el baño, no aguanté más y dejé que el litro de gaseosa de uva saliera libremente.
— ¿Puedes dejar de hablar del pasado? —sueno más enojada de lo que pensaba.
Pero es Colt y mi enojo jamás le ha intimidado, está acostumbrado a recibir lo peor de mi carácter. —No estoy hablando del pasado, estoy recordando cosas.
Arrugo la frente. —Es lo mismo.
Resopla. — ¿Tienes hambre? ¿Quieres que te compre algo? —Señala al frente—. Estoy seguro que tienen esas asquerosas barras de chocolate que tanto te gustan.
Giro mi rostro para verlo. —Las barras de mantequilla de maní con chocolate no son asquerosas.
Finalmente me mira, se sube los lentes por encima de su cabeza. —Son asquerosas, ¿Quién come algo salado con chocolate?
Elevo mi ceja. — ¿Acaso no eres tu quien come nachos con helado? Eso es asqueroso.
—Los nachos solo son tortillas partidas fritas, no tiene nada de asqueroso —se desabrocha el cinturón dándole la libertad para girarse en el asiento y verme mejor—. ¿Quieres probar?
Niego varias veces. —No gracias.
Hace un gesto con su cabeza. —Vamos allá, compramos unos nachos y un helado para que pruebes.
Mi teléfono comienza a vibrar, veo el nombre de mi mamá. Colt espera en silencio creyendo que contestaré, pero en su lugar, la ignoro.
—Vamos por eso —me desabrocho el cinturón—. Rápido, antes que regresen.
Colt asiente, toma las llaves y abre las puertas. Ambos salimos y dejo mi teléfono adentro, esperando que mamá no intente llamarme más de dos veces luego de no contestarle.
Rodeo el auto y Colt se asegura de cerrar los seguros, luego caminamos hasta la puerta automática y cuando se abre, siento el cambio de temperatura. Abandonamos temporalmente el calor por un refrescante ambiente con aire acondicionado.
Colt camina hacia el fondo, donde cobran. Una chica unos años mayor que nosotros nos mira mientras sostiene su teléfono entre sus manos, mastica una goma de mascar y sonríe levemente.
— ¿Si?
Colt señala una maquina al fondo. — ¿Nos das un cono de vainilla, por favor? También unos nachos, pero sin queso, solo los nachos.
Ella se guarda el teléfono entre una bolsa frente a su chaleco rojo. — ¿Sin queso? Costará lo mismo.
—Está bien —responde.
Justo en ese momento salen Joseph y Connor de los baños, que están después de una puerta blanca con la señal de una persona parada representando a un hombre, a un lado del mostrador.
Connor se acerca y estira la mano para señalar el helado que acaba de preparar la chica, envolviéndolo en una servilleta blanca.
Colt asiente y luego pide: —Que sean dos por favor.
Joseph se mueve hacia el lado contrario de donde yo estoy parada y se recuesta en el mostrador, sosteniendo la cabeza con sus manos. —Me dará una migraña —afirma.
Colt inclina su cabeza. — ¿De verdad? ¿Te duele mucho la cabeza?
Yo junto mis cejas sin verlos, únicamente escuchándolos. No entiendo como Colt ha cambiado tanto en unos meses, estoy consciente que muchas cosas pueden ocurrir en menos de un año pero, él simplemente no era así.
Colt a este punto estaría dentro del auto, con los pies sobre el tablero y buscando discutir conmigo por cualquier cosa. ¿Qué ha pasado para que de pronto sea el hermano atento y amable? ¿Por qué no se ha burlado de mí? No es que quiera eso pero, ¿está fingiendo? ¿Es remordimiento por la última vez que nos vimos?
No. Colt Medal no siente arrepentimiento, ni culpa y mucho menos remordimiento. Colt Medal se enorgullece de todo lo que haga, sea bueno o malo.
—Ten —la chica le entrega el otro cono y se lo pasa a Connor, quien no pierde el tiempo y comienza a comerlo.
Joseph avisa: —Iré al auto, quédense un rato aquí mientras se acaban la comida, no quiero que se ensucien los asientos.
Colt niega. —Será rápido —me mira—. ¿Lista para probarlos?
Joseph da unos pasos en mi dirección y mi corazón pegó un salto, del tipo de sensaciones que tienes cuando miras un video en la oscuridad y de pronto te muestran una imagen para que te asustes.
Sin embargo él solo se estaba acercando a su hermano menor para moverlo al área donde hay unas sillas altas de metal y una barra pegada a la pared frente a una gran ventana.
La chica entrega los nachos sin nada más que la bandeja debajo de ellos y le cobra a Colt. Hago una suma mental del dinero que le devolveré más tarde.
Al mismo tiempo que Colt y yo nos acercamos a la parte donde está Connor, Joseph sale de ahí avanzando en línea recta. Mientras sale miro su espalda, parece más ancha que la última vez que nos vimos.
Indeseablemente me llevo dos dedos a mi labio inferior y recuerdo nuestro último beso, que en ese momento no sabía que sería el final de todo. Aunque los besos de Joseph solían ser cortos y tímidos, me llenaban de mariposas en el estómago.
¿Cómo es que una persona puede prometerte tanto y dejarte con nada?
—Ten —Colt estira un nacho con una esquina del triángulo frito llena de helado de vainilla.
Connor lame su helado entretenido con los autos que pasan fuera de aquí.
Lo tomo, mis dedos tocan la punta de los dedos de Colt y sin pensarlo mucho, me lo llevo a la boca para probarlo. Sabe cómo te lo puedes imaginar, a un nacho de bolsa con helado suave de vainilla.