LA PRIMERA SEMANA
—Espera —Joseph me tomó de la mano antes que saliera por la puerta de atrás, lista para ir a la playa.
Me giré y sonreí automáticamente.
Hasta ahora solo nos habíamos besado dos veces, la primera en mi habitación y ayer antes de ir a la piscina un rato. Creo que solo prefiere que mantengamos las cosas en secreto para evitarnos reacciones incomodas de los demás, especialmente de nuestras madres.
— ¿Qué? —pregunté, sintiendo como mi estómago se llenaba de una sensación cosquilleante.
Él estiró su mano para acomodar un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. — ¿Quieres que vayamos a comer hoy en la noche? Pero, a solas.
Tragué saliva. Realmente iba a tener una cita con Joseph Medal, mi mejor amigo de toda la vida y el chico que me había besado el primer día de verano.
Joseph no era mi primer beso, a los catorce me besé con un chico de la escuela en el gimnasio y luego, a los quince en la fiesta de cumpleaños de Guilla Aldini, una chica de mi clase. Ninguno de esos besos fueron especiales, solo sucedieron y ya.
Pero besar a Joseph era diferente. Era como esas canciones que nunca escuchas hasta que un día, te detienes y dejas que la música te cautive con todo lo que siempre ha sido. Perfecta.
Creo que nunca había considerado realmente salir con nadie de esta familia. Allan es demasiado mayor y lo veo como mi hermano, al igual que Connor que es como un bebé para mí. Colt es improbable, completamente improbable y Joseph era una opción muy, muy lejana.
Sin embargo, aquí estábamos, ahora mismo.
Escuchamos unos pasos y ambos nos separamos un poco, aunque nadie sospecharía de nada estando cerca. Siempre hemos sido cercanos, siempre nos hemos sentado al lado del otro, siempre hemos jugado bajo el sol y compartimos la comida.
Bueno, casi siempre. Si Madeleine estaba cerca, las cosas cambiaban.
—Brittany, ¿Dónde dejaste mi teléfono? —Era Colt, acababa de regresar de la playa así que solo tenía una toalla colgándole del cuello y sus pantalones cortos.
Junté mis cejas. — ¿Por qué yo tendría tu teléfono?
Se acercó y sacudió su cabello, mojando mi cara y la de su hermano. — ¡Colt! —Joseph se quejó.
—Porque eres una niñita que busca arruinarme la vida —reclamó—. Dámelo, tengo que hacer una llamada.
Rodé los ojos. —Colt, no tengo tu teléfono y seguramente lo has perdido tú.
Colocó su codo sobre la pared y sostuvo su cabeza con la mano. —Vas a tener que ayudarme a buscarlo, estoy seguro que lo tomaste tú, ya lo has hecho antes.
Joseph suspiró. —Colt, ella te está diciendo que no lo hizo.
Le dio una mirada molesta. —Tú le crees todo, ella es una mentirosa.
Me pasé la mano por la cara para limpiarme el agua que me salpicó. —No soy una mentirosa y estoy segura que está en tu habitación, siempre pierdes todo de la manera más tonta.
Joseph colocó su mano en mi hombro. —No le hagas caso, solo está irritado porque no puede llamar a su ex novia.
Colt se quitó la toalla y se la lanzó a la cara. —Cállate —mientras Joseph se quejaba, Colt me tomó de la muñeca y tiró de mí con fuerza pero al mismo tiempo, con cuidado.
Digamos que Colt y yo habíamos tenido una guerra interminable entre nosotros desde siempre pero nuestros gestos más agresivos ocurrieron cuando éramos niños. Ahora nuestras bromas y venganzas son tontas y bastante infantiles, pero no nos hacemos daño físicamente.
Aunque cuando éramos niños fue una historia totalmente diferente. Colt y yo nos peleábamos por todo. Los balones, los aros para jugar, el control de la televisión, el vaso con más líquido, el helado más grande. Todo.
—Vas a darme ese teléfono ahora —me llevó hasta las escaleras y me soltó—. Rápido, sube y dámelo.
Me crucé de brazos. —A ver, ¿Qué parte de que yo no lo tengo no lo entiendes?
Colt entornó sus ojos y me miró fijamente, casi intentando leer mis pensamientos y buscar ahí la prueba contundente que yo era la culpable de la desaparición de su teléfono. Mientras sucedía, me sentí incapaz de poder sostenerle la mirada y bajé los ojos.
—Colt, ¿Ya intentaste llamarte? —le pregunté, observando como llevaba los dedos llenos de arena.
—Sube Brittany Michelle —odiaba tanto que usara mi segundo nombre.
Suspiré y le hice una seña. —Te demostraré que no lo tengo, estoy segura que lo volviste a dejar dentro de tu ropa porque eres un tonto.
—Porque eres un tonto —repitió con la voz aguda, burlándose—. Tú eres una tonta que hace este tipo de bromas para llamar mi atención.
Me giré justo cuando subí la última escalera y de esa forma, su rostro y el mío quedaron al mismo nivel. Colt tenía el cabello hacia atrás, la piel bronceada y los ojos se le notaban verdes en ese momento.
—No me interesa tu atención —porque ahora estoy con Joseph y él es mejor que tú.
Colt acercó su rostro al mío y mi corazón, inevitablemente, pegó un salto. — ¿Crees que no me he dado cuenta que siempre has estado enamorada de mí?
Después de años de práctica era muy fácil ocultar mis sentimientos por Colt, sobre todo ahora que ya podía dejar de fijarme en él y concentrarme en Joseph. —No eres la gran cosa.
Subió su dedo a mi barbilla y me acarició tan solo un poco. —Pero para ti, lo soy.
Presioné mis labios y respiré profundo, solo hacía esas cosas para fastidiarme. —Colt —coloqué mis manos en sus hombros, aún estaban un poco húmedos—. Escucha, si quisiera podría empujarte de aquí.
Eso no provocó el efecto deseado, sonrió y asintió. —Si lo haces te irás conmigo —tomó mis muñecas—. A menos que me des un beso.
Me aparté de él y puse los ojos en blanco. —Prefiero la muerte.
Soltó una carcajada y caminó hacia mí, tomándome de los hombros y sacudiéndome un poco. —Pensé que este verano ya habrías madurado un poco.