De Verano A Verano

8: Un dulce

 

—Toma, escoge lo que quieras —Colt me pasa la bolsa estando dentro del auto.

La tomo y miro su interior, está lleno de galletas, frituras, dulces y un par de gaseosas. —Um, yo…

—Está bien —contesta, reacomodándose—. Igual aún falta mucho por recorrer.

—Por desgracia —susurró Joseph.

Yo recordé que Joseph no quería que nadie comiera dentro del auto y a pesar que quería hacerlo solo para molestarlo, no lo hice. Prefiero esperar un poco, o quizás opte por algo que no deje caer restos.

Revisé mi teléfono y mamá me había llamado dos veces más pero ningún mensaje. Estoy bastante segura que Heidi es quien la ha obligado a estarme llamando y enviando mensajes. Antes de este día, mamá no me llamaba a mí sino que a Adrien para preguntarle de mí una vez por semana.

Mi estómago vuelve a quejarse y me rindo ante el hambre. Abro la bolsa y tomo una barra mediana de chocolate con crema de mantequilla de maní. Me sorprende que Colt haya escogido de este sabor, él lo odia.

Parte de mí no quiere molestar a Joseph pero la otra parte sí. Quiere arruinarle su carro, su primer día de verano y el resto de sus vacaciones solo porque él me arruinó mi corazón.

Connor, con sus lentes de sol, está viendo hacia afuera. Su expresión la mayor parte del tiempo es relajada y es por eso que casi nadie fuera de su círculo cercano sabe si Connor está triste, enojado, melancólico o pensativo. Connor solo está disfrutando del viaje ahora mismo.

Recuerdo cuando Connor fue diagnosticado a los tres años. Heidi se sentó con mi  mamá y el padre de Madeleine, Jared, en una mesa en la casa de Madeleine. Era su cumpleaños número siete y estábamos todos ahí, jugando con globos rosados y blancos, con labios pintados del colorante de los pastelitos y los dedos un tanto pegajosos luego de comer helado de unos vasos de plástico.

Era el día de Madeleine y ella lo estaba disfrutando pues estaba obteniendo toda la atención, así que me distancié de los demás como siempre y estaba decidida a sentarme sobre el regazo de mi madre a pesar que ya no era tan pequeña.

Pero me detuve al mismo tiempo que vi a Heidi llorar con sus manos frente a la cara. Jared estiró su mano y acarició su espalda, ellos han sido amigos desde la secundaria, los tres.

En ese momento no entendía que estaba pasando, tampoco cuando nos sentaron a todos para darnos a noticia del diagnóstico de Connor. —

Es autista —Heidi afirmó—. Connor es un niño que va a actuar un poco diferente y quiero que sean pacientes con él.

En ese momento no comprendía mucho sobre las diferencias de Connor con otros niños, para mí solo era un niño pequeño y ya. Fue hasta que crecimos que nos dimos cuenta de todo lo que Heidi nos había advertido. Connor no hablaba y no podíamos entender sus necesidades al comienzo, eso lo frustraba.

Por suerte recibió atención temprana y ahora es capaz de hacer muchas cosas por él mismo. Aunque no es mi hermano, siempre me he sentido orgullosa por él, es mucho más joven que yo pero su valentía para afrontar cada dificultad es algo que le aplaudo.

Él no es como yo, él no huye de un problema, lo afronta.

 

Colt estira su mano y enciende la radio para buscar una estación con alguna canción que le agrade. Cuando está satisfecho, se gira en mi dirección y extiende la mano.

—Dame un dulce, pero no de esos —como el que estoy comiendo.

Joseph habla. —No ensucies el asiento de chocolate.

Colt le da un golpe en el hombro con la mano que estaba extendiendo. —Ya te lo limpio yo si se ensucia, no te estreses por eso.

Él chasquea su lengua. —Siéntate bien, Colt. Me estresa que se muevan mucho cuando conduzco.

Tomo una barra de chocolate blanco con trocitos de supuesta fresa, lo acerco a él y la toma. —Gracias Brittany.

Por los siguientes veinte minutos avanzamos en silencio. Joseph conducía sin mayor problema, yo bajé un poco a ventana para refrescarme y la música seguía acompañándonos.

Moví un poco mis piernas en el pequeño espacio que tenía entre mi asiento y el de Joseph. Me recosté un momento en el vidrio y dejé salir una exhalación larga.

Parecía que finalmente íbamos a avanzar hasta nuestro destino sin ningún problema hasta que un movimiento brusco nos empuja por detrás.

—Ay no —Joseph se detiene—. ¿En serio?

Colt se gira hacia atrás. —Espera, parquéate en la orillas —se desbrocha el cinturón—. Voy a hablar con la persona.

Connor gira varias veces su cabeza y se toca la frente con los puños, se inclina un poco hacia adelante y sigue moviendo su cabeza.

—Yo iré —Joseph se desabrocha el cinturón y lo deja regresarse rápido, golpeando la parte plástica del auto.

Connor emite un ruido, como un quejido. A pesar que le gusta la música no es fanático de los golpes así, que lo toman por sorpresa.

—Connor —Joseph dice entre dientes—. Ya, perdón —abre la puerta y sale, cerrándola con fuerza.

Connor vuelve a quejarse y se dobla un poco más.

—Colt —le llamo—. Creo que Connor está estresándose.

Colt sale por la puerta y abre la de Connor, se inclina para sacarlo de ahí y lo recuesta sobre el auto. Yo me desabrocho el cinturón y me giro hacia atrás, para ver qué está sucediendo ahora con Joseph y quien sea que nos golpeó.

No sé qué está pasando pero Joseph está hablando a la persona que sigue dentro del auto.

—Está bien —escucho a Colt tranquilizando a Connor—. Estamos bien, ¿lo ves?

— ¡Ey, Colt! —Joseph eleva la voz—. Llama a emergencias.

Abro los ojos y siento que mi corazón se detiene por un segundo.

Colt pregunta: — ¿Qué?

Joseph se acerca, vuelve a entrar al auto y toma su teléfono. Antes de salir de nuevo, gira su rostro y me mira directamente a los ojos. Muchas cosas están pasando a la vez y yo solo siento como si respirar aquí adentro fuera muy difícil, a pesar que las otras puertas están abiertas.




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