Han terminado de revisar al señor del otro auto.
Colt y Joseph regresaron solo para pedir que bajáramos ya que íbamos al restaurante que está en la esquina para que el hombre pudiera relajarse un poco y comiera algo.
Colt le tomo la mano a Connor y Joseph fue con el señor del auto gris para acompañarlo. Cuando yo salgo, veo a un hombre con cabello gris, sus hombros inclinados hacia adelante y su rostro con varias arrugas. El hombre puede caminar sin ayuda pero Joseph permanece cerca y lo observa, como si temiera que fuera a caerse en cualquier momento.
Se acerca dónde estamos y él sonríe. —Lamento mucho las molestias.
Joseph niega. —Por favor, señor Steind, ya no se preocupe por eso —pide—. Ni siquiera fue un golpe muy grave, se podrá arreglar.
Él me mira, luego a Connor. —No puedo creer que me accidenté con ustedes, son unos niños, pude hacerles daño.
Colt niega. —No fue grave, estamos muy bien —mira a Connor—. Este es mi hermano menor, Connor y ella es Brittany.
Levanto la mano y aprieto los labios mientras sonrío. —Buenos días.
—Venga señor Steind, necesita comer algo —Joseph avanza para que todos lo hagamos también.
Yo voy detrás de Colt y Connor, llegamos al lugar que no parece de esos restaurantes de comida rápida sino de comida casera. La pared del exterior es blanca, una puerta de madera está abierta para dejar que las personas entren y el suelo es de cuadros verdes.
—Buenas tardes —un hombre nos saluda—. Pasen, bienvenidos.
Caminamos a una mesa cercana. El lugar tiene varias mesas con manteles blancos y jarrones pequeños con flores rojas y amarillas. Al fondo hay una pequeña fuente y una pared decorada con plantas que caen desde el techo, como si fueran cortinas.
No hay muchos clientes y los pocos que hay, están sentados sin nadie más en su mesa. Puede que sea por la hora, quizás aún no es el horario en que la mayoría de las personas prefieren salir a comer.
El señor Steind se sienta y nosotros tomamos los asientos vacíos de esta mesa para seis personas. Él se ha sentado en la parte angosta de la mesa donde solo hay una silla, el resto de nosotros está en los laterales. Creo que cualquiera pensaría que somos sus nietos.
Connor se ha sentado a mi lado izquierdo, Colt está frente a mí y su lado está Joseph. El señor Steind del lado de Connor y Joseph.
—Buenos días —una chica se acerca. Lleva el cabello recogido y un uniforme negro, de pantalón y blusa—. Les dejo el menú para que elijan, en la parte de atrás están las bebidas y los postres, si están listos pueden llamarme.
Tomo uno y veo la comida. Sándwiches, hamburguesas, ensaladas, sopas y carne preparada de varias maneras. Giro la carta para verificar que tengan Coca Cola, por suerte sí hay aquí.
—No es necesario esto —el señor Steind habla—. Estoy bien, chicos, gracias.
—Señor Steind, es peligroso que vaya así por la calle, pudo ocurrirle algo peor —afirma Joseph.
A pesar que estoy enojada con él, me alegra saber que aunque físicamente ha cambiado y que la distancia nos ha colocado en puntos distintos de la vida, sigue teniendo ese lado amable que siempre me ha gustado.
El señor Steind coloca sus brazos sobre la mesa y suelta una exhalación. —Ah, lo sé pero no es de siempre —asegura—. Soy una persona sana, lo que sucede es que recibí una noticia hace unas horas y estoy nervioso.
— ¿Noticia? —pregunta Colt.
Él asiente. —Verán, tengo una nieta que podría ser más o menos de su edad —nos mira a todos—. Ella tiene diecisiete años y está por contarles a sus padres que está embarazada.
Todos nos quedamos en silencio, Connor dibuja el borde del menú con su dedo, Joseph asiente y Colt se inclina un poco hacia atrás.
—Sí, no será nada fácil —explica—. Ella vive en otra ciudad y le pedí que me esperara, que la próxima semana podríamos juntarnos todos y así ella se los contaría pero, Sonny siempre ha sido decidida y tengo miedo de la reacción de sus padres —baja los ojos al florero—. Ellos han sido muy duros con ella, la regañan tanto y mi pobre niña llora por su culpa.
Muerdo mi labio inferior.
—No quiero que le hagan nada, quisiera poder protegerla pero no hay mucho que pueda hacer —suspira—. Sonny está tomando responsabilidad pero sé que la echarán de su casa —afirma—. No lo sé, quizás estoy deseando que eso suceda y que se venga a vivir conmigo, la ayudaré.
—Vaya —Joseph habla—. Lo siento.
Niega. —Está bien, son cosas de la vida —afirma—. Me he peleado con sus padres, mi hijo es su padre —aclara—. Les he recordado que Sonny no pidió venir al mundo, que fueron ellos quienes la trajeron y que merece respeto. Pero son duros.
— ¿Listos para ordenar? —aparece de pronto la chica que nos atendió al comienzo.
Colt asiente. —Solo quiero una porción de papas fritas y dos vasos con agua para mí y para él —señala a Connor—. También un flan para él, por favor.
Joseph asiente. —Papas para mi están bien y una soda de uva con hielo.
La soda de uva es su favorita.
—Yo una Coca Cola con hielo, por favor —pido.
— ¿Señor Steind? —Colt lo mira.
Se ve apenado, así que elevo mis ojos a la chica. — ¿Qué le recomienda?
Ella asiente y sonríe, sabe que es un buen momento para que consumamos algo más que bebidas y papas. —El sándwich de pavo es muy bueno, trae puré y un poco de ensalada, podemos acompañarlo con la bebida que desee.
— ¿Le gusta? —pregunta Colt.
—Bueno, suena delicioso pero…
—Queremos ese —pide Joseph—. Por favor.
—Está bien —responde—. ¿Con que bebida?
Nos mira, esperando que ordenemos por él pero es su decisión. —Bueno, el jugo de mango suena muy bien.
Ella asiente. —Con gusto —nos da una última sonrisa antes de retirarse.
Connor mira hacia un lado y hacia el otro, luego le da unas miradas al señor Steind. —Este chico —dice—, ¿tiene autismo, verdad?