Ya íbamos retrasados y aún faltaba mucho.
Logramos estar una hora en el auto sin ninguna pausa hasta que llegamos a la carretera y aquí el tráfico nos volvió a encontrar. Miro el reloj dándome cuenta que estamos a tan solo tres horas que el sol comience a caer y aun falta mucho camino por recorrer.
—Joseph —Colt le habla—. Hubo un accidente en la carretera, un camión, acaba de ocurrir —avisa.
Joseph niega. — ¿De qué hablas? ¿En esta carretera?
—Sí, por eso no avanzan —explica.
Me llevo una mano a la frente, ¿Cuántos más retrasos ocurrirán?
Joseph suelta una exhalación, frustrado. — ¿Estás bromeando? ¿Cómo voy a dar la vuelta aquí? No puedo, ¿Ahora qué?
Colt niega. —No sé, tenemos que esperar.
Joseph mueve su cabeza al respaldo. —Genial.
Frente a nosotros muchos autos comienzan a sonar sus bocinas, creando un muy molesto sonido. Connor está ocupado escuchando música, esta vez es a través del teléfono que le regalaron para eso o para ver algunos videos de programas que le gustan.
Mi teléfono me muestra la notificación de las llamadas perdidas de mi mamá, ahora son seis. Mi batería está al sesenta por ciento y aunque quiero distraerme en internet, no sé cuanto tiempo más queda ahora y prefiero guardar la carga.
— ¿Quieres que yo conduzca ahora? —le pregunta Colt.
Niega. —Aun no, además no estamos moviéndonos.
Elevo mis ojos al cielo y veo un avión volando muy lejos de donde estamos. Desde mi perspectiva se ve tan pequeño como si cupiera en la palma de mi mano. Dentro de él deben ir muchas personas que ni siquiera se han enterado del accidente en la carretera.
Me pregunto a donde van, ¿Están emocionados por llegar o preferirían bajarse en paracaídas de ahí? Me pregunto si tienen el corazón roto o si están por conocer al amor de sus vidas.
Coloco mis dedos sobre el video y veo como se aleja de mi campo de visión. Ellos siguen adelante y yo permanezco en el mismo lugar.
Dejo mi frente recostada en el vidrio y veo el cielo, azul intenso aun, con algo de bruma. Cuando era niña los adultos siempre decían que este era el cielo de verano y yo entornaba mis ojos intentando buscar lo que sea que ellos podían ver y yo no. Ahora no sé porque, pero lo sé. Los días de verano se ven así, indescriptiblemente característicos por tonos de colores que solo se muestran en esta temporada.
A unos autos de distancia alguien escucha música a todo volumen, pero no la típica de verano, con ritmos tropicales y bailables. Es más lenta, suave y nostálgica. Quizás el conductor tiene el corazón roto y le da igual en qué temporada estemos, lo único que quiere es llorar.
Cierro los ojos pero a pesar de eso, el sol es tan intenso que en lugar de ver negro, pareciera que alguien sostiene una linterna frente a ellos. Respiro lento, percibiendo mejor cada sonido a mí alrededor. El motor de los autos, música desconocida, voces difuminadas por la distancia y bocinas impacientes.
No pasa mucho tiempo para que deje de escucharlos.
Mucho ruido me hace despertar.
Aprieto los ojos antes de abrirlos, siento el calor por todo mi cuerpo y mucha sed. Cuando finalmente se ajusta mi visión, noto que el cielo está tornándose anaranjado y estamos avanzando pero hay muchos autos intentando doblar al carril contrario.
Miro a un lado, Connor está durmiendo ahora. Estiro mi mano y le acomodo la cabeza para que no le duela después, como a mí.
—Pasa ahora, te están cediendo el paso —Colt ha bajado todo su vidrio y lleva el brazo sobre la puerta.
Joseph bocina antes de girar en u, otros autos hacen lo mismo y un policía de tránsito a un lado de varios conos anaranjados mueve su mano para que avancen.
No entiendo que está pasando ahora, ¿No se supone que teníamos que seguir? ¿Por qué estamos doblando?
— ¿Qué pasa? —pregunto, a nadie en específico pero sé que será Colt quien responderá.
—Habilitaron un retorno temporal, aun no pueden mover los camiones y según dijeron, durará muchas horas así que quienes quieran salir pueden hacerlo —Colt afirma.
Trago saliva, sintiendo como mi cuerpo se tensa. Bajo también el vidrio por la mitad y tomo una respiración larga. —Pero… esta es la única carretera, ¿no?
Joseph avanza, no tan rápido pues hay muchos autos pero ya no están atascados.
—Vamos a buscar otra forma de pasar —Colt intenta tranquilizarme—. Ya le avisé a tú mamá que estamos bien, solo estamos un poco retrasados.
—No vamos a llegar a tiempo —Joseph suelta, molesto—. Todavía tengo que hacer un retorno Dios sabe dónde, no sé qué hacer ahora.
Dejo mi cabeza recostada hacia atrás. —Ay no —suelto por lo bajo.
—Joseph, por ahora solo avanza —aclara su garganta—. Busquemos un lugar donde parar y preguntamos por rutas alternas, además es hora que Connor se tome un descanso.
Connor ya está descansando pero comprendo lo que quieren decir. A él le gustan los viajes de carretera pero no cuando es de noche, no sé qué sentirá pero se estresa mucho.
Joseph rasca su cuello. —Rayos, es cierto —mira hacia un lado—. No quedan más que una hora de luz, ¿Qué hago?
Siento mi corazón hundirse, ¿Cómo es que un viaje que tenía que durar seis horas se convirtió en esto?
Colt sugiere: —Llamaré a mamá y…
Joseph lo corta. —No —rasca su cabeza—. Si miras una estación de servicio o algún lugar donde parar me avisas, cuando salgamos de esta parte ya avanzaremos más rápido.
—Sí pero ve con cuidado, pueden haber personas que no sepan que este carril está habilitado —Colt pide—. Los conos no están por todo el camino.
—Sí —Joseph se concentra en el camino.
Miro hacia las nubes acumuladas y rodeadas de una serie de tonos anaranjados, rojizos y amarillentos. Recuerdo que eso era de mis cosas favoritas del verano, salir a esta hora y esperar a que el sol hiciera su última aparición cada día.
Yo sé que el sol solo es el sol, y los atardeceres son muy comunes pero aprendí por mi cuenta que ninguno se parece a otro y aun si era algo ordinario, no le restaba su belleza.