Llego con Connor y Colt, y al parecer, una guardia de seguridad también.
—Um, ¿hola? —me acerco confundida.
La guardia me mira con la ceja elevada. — ¿Eres su familiar?
Colt responde por mí. —Eh, ella está con nosotros —ahora me mira—. Eh, solo vino a preguntar si estábamos bien pero ya le expliqué todo.
Ella asiente, colocando sus manos en la cadera. —Mi sobrino es autista, me acerqué porque no se pueden quedar personas en el auto por seguridad pero ya todo está resuelto.
Connor sigue con su pato, ya no luce estresado. —Ah, está bien, muchas gracias por su ayuda —le digo.
Ella nos mira de nuevo. —Ya le dije que pueden entrar con lo que necesite para que se sienta cómodo, la tienda comprende este tipo de situaciones.
—Gracias —decimos Colt y yo al mismo tiempo.
—Adiós Connor —sacude su mano frente a él—. Fue un gusto conocerte, nos vemos pronto.
Connor levanta su mirada y la ve a los ojos, es su forma de comunicarse y aunque no puedo asegurarlo, sé que está agradecido por ayudarlo. Ella se aleja mientras escucho al fondo como el sonido de la lluvia se hace cada vez más fuerte.
— ¿Todo bien? —pregunta Colt.
Me encojo de hombros. —Parece que nos hemos retrasado de nuevo —me coloco sobre el auto, aunque aún está un poco mojado por la lluvia, no me importa.
—Oye Britt, lamento que las cosas estén saliendo de esta forma —Colt suspira—. No creo que nadie lo haya planeado de esta forma, ni siquiera Joseph.
Joseph. La manera en que me miraba, tan fría y distante, como si jamás hubiéramos compartido nada. Como si yo no fui su mejor amiga por casi toda su vida.
— ¿Estás bien? —me pregunta.
Niego, cansada de mentirme. —No lo estoy, Colt. Estoy cansada y solo quiero que este viaje se acabe, ahora está lloviendo y Joseph se comporta como un tonto y… estoy cansada.
Colt se acerca, me toma del brazo y me mueve a la parte de atrás del auto. — ¿Joseph te hizo algo? ¿Ahora?
Miro a Colt sabiendo que sinceramente se está preocupando por mí, tiene esa mirada que es la misma desde hace años, como cuando me caí de los columpios o cuando me resbalé sobre el piso mojado. Colt me ha jugado muchas bromas pero cuando me lastimo, siempre me mira de esa forma.
— ¿Quieres subir? —le pregunto—. Arriba venden café y jugos, podemos ir ahí mientras él regresa.
Asiente lentamente, comprendiendo que quizás solo necesito eso. —Sí, está bien —sube su mano, parecía que iba a tocarme la mejilla pero en su lugar, mueve un mechón de mi cabello—. ¿Sabes algo, Brittany? Nunca me ha gustado verte llorar.
Junto mis cejas. — ¿De verdad? Porque estoy segura que esa ha sido tu intención todo el tiempo.
—No —baja la voz—. Nuestras bromas eran tontas pero siempre odié verte llorar, nadie debe hacerte llorar.
Resoplo. —ironico, ¿no? —contesto molesta—. Tú fuiste alguien que me hizo llorar.
—Lo sé —responde—. Fui un idiota, uno muy grande y no merecías que te tratara de esa forma. Lo siento mucho, no espero que me perdones pero espero que sepas que cada día me he arrepentido por ello.
Observo su rostro sintiendo que este chico frente a mí, es una versión mejorada de Colt Medal. —Creo que es la primera vez que te disculpas conmigo.
Sonríe de lado. —Estoy seguro que lo he hecho antes.
—No —afirmo—. Esta es la única vez que se siente genuina.
—Lo es —aclara su garganta—. Quisiera que habláramos, hay muchas cosas que necesito explicar pero, prefiero que sea en otro lugar.
Me encojo de hombros. —No importa, ya han pasado meses así que puedo esperar unos días.
—Vamos, te invito a algo —da unos pasos a un lado—. Connor, vamos a comprarte un jugo de sandía, ven.
Connor se toma su tiempo y finalmente, decide levantarse. Colt Cierra la puerta y toma la mano de su hermano, dándole un apretón. Connor estira su mano y le toca la cara, luego la retira.
—Vamo, Brittany —Colt me pide.
Me coloco al otro lado de Connor, llegamos a las escaleras y tomamos las que no son eléctricas. Connor sabe cómo subirse a esas pero prefiere no hacerlo, supongo que le provocan sensaciones no gratas.
Entramos a la tienda sin ningún problema, no sé si la guardia avisó o simplemente no les preocupa que alguien vaya con un pato de juguete. No parece nuevo así que sin duda no creerán que lo ha tomado sin permiso.
Antes de seguir recto, doblamos a los locales frente a las cajas. Hay baños, empaques para regalo, una oficina de servicio al cliente y un puesto con algunas mesas y un mostrador.
— ¿Qué quieres tomar? —me pregunta Colt.
—Café con hielo —respondo—. Mucho hielo.
—Eso por favor —le avisa a la chica del otro lado del mostrador—. También quiero un licuado de sandía y uno de fresa, por favor.
Ella le cobra y nos pide que nos sentemos mientras prepara todo. Colt deja que Connor escoja su asiento primero, tomando el que está cerca de la pared. Yo me siento frente a él y Colt se coloca a mi lado.
—Creo que nunca había pasado tanto tiempo contigo —afirmo—. Siempre estuviste cerca pero no conmigo.
—Eso no es cierto —responde—. Pero tú preferías pasar tiempo con, um, ya sabes. Joseph.
Ruedo los ojos. —No había opción, era eso o estar con Madeleine.
Colt suelta una carcajada. —Sabía que no te agradaba.
Levanto mi mano para que se detenga. —Escucha, no es que no me agradara es solo que Madeleine era un poco… diferente a mí.
Recuesta su brazo sobre la mesa. — ¿Por qué diferente?
En realidad Madeleine siempre me pareció una niña increíble externamente. Gracias al trabajo de su papá, el mejor amigo de mi mamá y la mamá de los Medal, ella siempre se vestía a la moda y con ese estilo que la hacía lucir mayor, a pesar que tenemos casi la misma edad.
Siempre quise llevarme bien con ella pero Madeleine era complicada. No le gustaba jugar conmigo, me ignoraba y se burlaba de mí. A los trece años dejé de intentar ser su amiga y simplemente convivíamos como si fuéramos compañeras de habitación o algo parecido.