EL VERANO PASADO
Madeleine ha llegado, luciendo como siempre, espectacular.
El cabello lo lleva un poco más corto, de un tono más claro pero brillante como siempre. La piel radiante, sin rastros de granitos o manchas de nada. Su maquillaje impecable y su atuendo, perfectamente combinado. Madeleine es linda por donde la veas y no hay ni un solo error en ella.
— ¡Mady! —Todos celebran, con excepción de mí y de Colt, quien le da igual todo.
Ocupa los siguiente minutos abrazando a todos y riendo por lo que sea que le dicen, cuando está frente a mí, usa una de sus sonrisas falsas y me rodea el cuello con sus brazos. — ¡Britt! —me estruja—. Te extrañé tanto.
Suspiro, eso definitivamente no es cierto. —Ah, sí, yo también.
—Mírate, estás tan… —pasa sus ojos por mi ropa aburrida y mi rostro recién lavado—, única como siempre.
Colt suelta una risita. Ella gira con él, le muestra una gran sonrisa y se abalanza a sus brazos. — ¡Colton! —dice.
Nadie llama a Colt como “Colton” debido que su hermano se llama Connor y suenan a los mismos nombres.
—Hola Madeleine —susurra, dándole palmadas en la espalda.
— ¿Desde cuándo vas al gimnasio? —arrugo mi nariz, ella no tiene nada de pena, eso es un poco envidiable.
Sus padres se ríen. —Nuestro chico es un atleta —dice el señor Medal—. Es algo bueno que se noten sus resultados.
Colt rueda los ojos. —Papá…
Joseph se coloca detrás de ella. —Hola Mady, ¿Te olvidas de mí?
Sonríe y se acerca a él. —Claro que no —le da un abrazo menos dramático como el que le dio a Colt—. Hola, Joe.
De nuevo, nadie más lo llama así.
— ¿Connor? —Lo busca con la mirada—. ¿Dónde está?
—Está en su terapia de natación —explica el señor Medal—. Allan está con él, quiso pasar un rato con su hermano antes de irse.
Ella me señala. — ¿Y Adrien?
Niego. —No pudo venir, está ocupado ahora.
Hace un puchero. —Es una lástima, siempre me prometió que me enseñaría a surfear pero nunca lo hizo.
—Uno de los chicos puede enseñarte —dijo mamá, sonriendo—. Adrien le enseñó a Joseph y a Colt.
Colt suspira. —No tengo tiempo para ser profesor de nadie.
Ella se cruzó de brazos. —No me sorprende, solo le enseñas a las chicas lindas y mayores, ¿no?
Colt puso los ojos en blanco. —No.
Joseph río. —Puedo enseñarte, Mady. También puede venir Britty, será divertido.
Niego. —No, yo estoy bien.
Madeleine junta sus manos. —Bien, me alegra estar aquí —mueve sus manos—. Papá ya viene en camino, solo está terminando un par de cosas con un cliente, viene en la tarde.
La señora Medal sonríe. —Asombroso, ya quiero ver a Jared y reírme de él como cada verano.
Mamá soltó una carcajada. —Claro, yo te apoyo.
Siempre pensé que la amistad de ellos tres era genial. Se conocieron tan jóvenes, siguieron sus vidas, se casaron y tuvieron hijos pero nada de eso los separó. Siempre se han tenido cerca, siempre se han apoyado. Eran un ejemplo de amistad para mí.
El señor Medal soltó una carcajada. —Creo que Jared dejará de visitarlas si siguen tratándolo así.
Ambas rieron.
Madeleine dejó su bolsa sobre el sofá. —Bueno, ¿Vamos a nadar o qué?
—Um, claro —Joseph responde—. Solo deberíamos irnos a cambiar.
Colt se mueve pero en dirección a las escaleras, seguro que se va a esconder en su habitación.
—Yo traigo mi traje de baño —sacude su vestido—. Así que, los veo allá.
Comenzó a caminar hacia la piscina mientras desabrochaba su vestido.
Madeleine nunca dudaba en sus acciones, no temía que las personas la juzgaran y no le importaba lo que pensaran de ella. En momentos como ese me hubiera gustado ser más como ella, segura.
—Ve a nadar, Britt —mamá me dice—. Es un lindo día.
—Sí, vayan chicos —la madre de los Medal habla.
Joseph se encoje de hombros. — ¿Por qué no? —Me mira—. ¿Vamos?
—Um, yo… —toco mi cabello—. Bajaré en un momento, me iré a cambiar.
—Está bien —Joseph sale, mientras se levanta la camisa para salir.
Yo me dirijo a las escaleras con el corazón un tanto acelerado. Madeleine no se ha burlado jamás de mi cuerpo pero ella y yo no nos vemos igual. Su cintura es más pequeña, sus piernas están tonificadas por ser porrista de su escuela y simplemente se ve mejor.
Además, yo no uso de dos piezas, siempre uso los que parecen ser para niñas pequeñas. De una sola pieza, porque me cubren más.
Me detengo frente a la puerta de mi habitación considerando dar alguna excusa como que me duele la cabeza o que tengo hambre.
—Las puertas se inventaron para abrirlas y pasar —Colt afirma, su habitación está justo al lado de la mía y ha salido de ella mientras yo estoy frente a la puerta—. A menos que aun creas que puedes atravesarlas.
Exhalo. — ¿Alguna vez me dejarás en paz?
—Jamás, dulzura —contesta, recostándose en la pared.
Chasqueo mi lengua. —No me digas así, ya supéralo.
Una vez le dije por bromear a Joseph que el apodo de “dulzura” me parecía tierno y Colt lo escuchó, en ocasiones me llama así solo para fastidiarme.
—Entonces, ¿vamos a nadar? —Pregunta—. ¿Competimos quien aguanta más bajo el agua?
Niego. —No, no quiero nadar ahora… me duele la cabeza.
—Um, ¿Por qué siempre te duele la cabeza cuando Madeleine quiere nadar? —se acerca a mí—. ¿Eres alérgica a ella?
Lo empujo por los hombros. —Solo vete, Colt. Déjame en paz.
—Oye Brittany —no se mueve ni un centímetro—. ¿Puedo pasar a tu habitación?
Suelto una carajada. —No.
Se mueve a un lado de mí y entra de todas formas, ignorándome. —Solo quiero ver algo.
—Colt —me cruzo de brazos—. Sal de aquí, tengo que cambiarme.
Camina hacia la ventana, desde aquí se puede ver el mar pero también, parte de la piscina de la casa. Es probable que Madeleine ya esté ahí, luciendo genial.