De Verano A Verano

24: El golpe en la nariz

 

—Voy a llamarla —Anuncia Joseph.

No sé desde cuando él y Madeleine se volvieron cercanos. Antes del desastre, se llevaba bien con ella pero siempre me elegía a mí de primero. Incluso dejaba pasar oportunidades de fiestas y salidas con otros de sus amigos con tal de estar a mi lado. Eso nunca ocurría con Madeleine, pero ahora, todo es diferente.

— ¿Hola? —habla él—. Sí, estamos aquí. Ah, sí, está bien —extiende su brazo y señala a la izquierda—. Está bien, gracias.

— ¿Entro aquí? —pregunta Colt.

Limpio el vidrio con mi mano y entrecierro mis ojos para ver la casa un poco mejor. No veo mucho, reconozco un par de árboles, una fachada blanca y una cerca alta de color oscuro.

Entramos por un portón automático y Colt avanza hasta el fondo, llega a un parte con techo que detiene abruptamente la lluvia. Ahora si veo más claro, es una cochera amplia. Hay dos autos estacionados, dos bicicletas y una motocicleta de playa. Esa es del padre de Madeleine, recuerdo que suele llevarla y nos ha subido en ella en ocasiones.

— ¿Dónde me quedo? —pregunta Colt.

—Al lado del auto de Maddy —dice.

Connor mira por los vidrios, cuando no encuentra algo interesante, regresa su atención a su pato que no ha soltado en todo el camino.

Me desabrocho el cinturón con el estómago apretado. Estoy a pocos minutos de encontrarme con Madeleine, alguien que nunca es completamente placentero de ver pero ahora es muy incómodo. Espero con todo mi corazón que sí sepa que yo estoy aquí en el auto.

Una puerta se abre, el foco de encima se enciende y ahí aparece ella.

Madeleine Orman.

No entiendo como lo logra pero luce mucho mejor que la última vez que nos vimos. Su cabello lo lleva corto, por encima de los hombros y totalmente alisado. Está usando un vestido suelto que le llega a la mitad de los muslos y varios brazaletes dorados.

Incluso cuando está en su casa luce bien.

Sacude la mano con una gran sonrisa recta y blanca. — ¡Hola!

Joseph es el primero en abrir la puerta, pasa la mano por su cabello oscuro y sale del auto. Él camina hacia ella y ella hacia él, con los brazos extendidos y al encontrarse, se abrazan con fuerza.

Luego, Joseph susurra algo que la hace sonreír y sin darme tiempo a prepárame para la siguiente escena, él la besa a ella.

En los labios.

Joseph está besando a Madeleine.

Los observo sin parpadear, al igual que esa vez que encontramos una lagartija en el jardín.

Colt, Joseph y yo estábamos jugando afuera y ahí apareció, con el típico rostro desanimado de su especie. Para mí en ese momento fue impresionante y no podía creerlo, era la primera vez que me encontraba con un animalito de esos.

Solo que esta vez, no estamos hablando de lagartijas.

Es Joseph, quien dejó de contestarme las llamadas y los mensajes. Es Madeleine, quien siempre actuó como si estuviera enamorada de Colt. No lo entiendo.

Se separan al igual que mis labios. Tengo la boca en forma de O y mis ojos abiertos hasta su límite.

Colt se aclara la garganta. —Um… deberíamos…

Niego. —Lo sabias, ¿no? —mi voz tiembla—. Tu sabias que ellos…

—Brittany, por favor —susurra—, escúchame, lo siento pero yo no…

Levanto las manos. — ¿Sabes qué? —Tomo mi teléfono—. Es todo, yo me voy de aquí.

— ¿Qué? —pregunta Colt.

Madeleine camina hacia el auto al mismo tiempo que yo abro la puerta y me salgo de aquí. Nuestros ojos se encuentran por encima del techo del auto, le toma un segundo en reconocerme y otro más en comprender porque este momento no es como los otros.

— ¿Britt? —pregunta con esa voz acaramelada.

—Tengo que irme —doy un paso hacia atrás.

Ella junta sus cejas. — ¿Irte? Espera, ¿tú estabas aquí? —Gira con Joseph—. ¿No pudiste decirme?

Doy varios pasos más y llego a la parte donde el agua esta cayendo como una puerta frente a mí. No me importa mojarme, no me importan mis maletas ni me importa arreglar las cosas con mamá. Quiero volver a mi pequeño espacio seguro y dejar atrás a todas estas personas que continúan causándome daño.

—¡Brittany! —Colt sale del auto—. ¿A dónde vas?

Eso no importa. No importa si tengo que tomar un taxi, si tengo que correr o si simplemente avanzo sin detenerme hasta llegar al fin del mundo. Ya no me importa nada.

—Espera —Madeleine niega levantando la mano—. Britt, ¿Qué haces?

Mis ojos se llenan de lágrimas así que solo camino debajo de la lluvia hasta la reja de la salida. Mi corazón está latiendo sin parar, mi garganta me arde y mis pulmones piden más aire.

Escucho mi nombre pero no volteo, llego a la reja y tiro del cerrojo para salir. Es de esos que tienen un botón duro así que lo presiono con todas mis fuerzas pero mis ojos se nublan y el agua no ayuda a ver que estoy haciendo.

Lo intento una vez más cuando siento algo rodeándome por encima de los brazos.

Pero no es algo, es alguien.

—Brittany —su cabeza está sobre mi hombro derecho—. Ven conmigo.

Es Colt.

—Déjame —odio como suena mi voz, tan débil y rota.

—Ven conmigo, por favor —me estrecha—. Por favor, no te vayas.

Sigo llorando y la lluvia acrecienta, como si estuviéramos conectados. Como si la naturaleza también tuviera el corazón roto, como si también la hubieran traicionado y lastimado. Como si hubiera perdido todo lo que alguna vez la hizo feliz.

—Estoy contigo, aquí estoy —dice—. Vamos, por favor.

—No quiero —sorbo por mi nariz—. No puedo…

Entonces Colt me toma de los hombros, me gira y me estrecha de nuevo pero esta vez contra su pecho.

En ocasiones me gustaba imaginarme a Colt sosteniéndome de esta manera. Me preguntaba cómo sería estar abrazándolo y que él me sostuviera con fuerza, ¿podría escuchar los latidos de su corazón? ¿Olería como el detergente favorito de su mamá? ¿Sentiría su calor?




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