EL VERANO PASADO
Me siento en el pórtico y coloco las manos sobre mi cara.
Acabo de abofetear a Colt, me siento tan tonta y sobre todo, he descubierto que mi padre engaña a mi madre. Este es el peor verano de mi vida, quiero detener el tiempo.
Me siento tan pequeña y sola ahora mismo.
Hundo mi rostro entre mis rodillas y lloro como una niña pequeña que perdió su muñeca favorita. Pero no soy una niña y lo que he perdido es mucho más valioso que un juguete, es mi familia.
Es la vida entera que conocía hasta el día de hoy.
Sin duda necesito a Joseph, necesito que me abrace muy fuerte. Quiero hablar con él, tengo que hablar con alguien y él es el indicado.
No entiendo dónde está Joseph, lo busqué en la fiesta de la fogata pero no lo encontré.
¿Qué pasó? ¿Y si le sucedió algo malo? Quizás debería ir con él, tal vez algo malo también le ha sucedido y me necesita tanto como yo a él.
Me levanto, sacudo mis piernas y antes que de más de dos pasos, escucho voces que reconozco. Una de es de Joseph y la otra es de Colt, pero suenan molestos y están gritando.
Me apresuro para llegar a la parte de un costado donde escucho sus insultos, Colt tiene a Joseph presionado contra la pared, empujándolo con la mano en su pecho.
Mis ojos se abren, ¿Qué está haciendo?
Recuerdo que está borracho y un escalofrío me recorre el cuerpo, no quiero que le haga daño. Ya no quiero que más cosas malas sigan sucediendo.
Voy rápidamente para acercarme, tomo a Colt del brazo. — ¿Qué estás haciendo?
Colt se aparta, con la mandíbula apretada.
— ¡Colt! —Miro a Joseph— ¿Te golpeó?
Joseph me volteó a ver, pero desde ese momento supe que algo había cambiado entre él y yo. Sus ojos lucían distantes, como si una barrera imaginaria nos separara.
Me asustó verlo, no parecía ese chico que me besó en la mañana.
Consideré que quizás había tomado algo también y por eso lucía diferente, pero no fue así. Joseph simplemente había construido un muro entre nosotros, el primero de muchos.
—No —responde, con la voz ronca.
—Eres un idiota —Colt murmura, dirigiéndose a su hermano.
—Oye, Colt —me acerco a Joseph—. ¿Qué te pasa hoy? ¿Porque haces todo esto?
Colt no me miraba, después de lo que ocurrió hace unos minutos él también había construido muros entre nosotros. — ¿No lo harás, Joseph?
Joseph lo miró con las cejas juntas. —Déjame en paz, Colt.
Lo empujó por los hombros y Colt retrocedió, se tomó la cabeza entre las manos y soltó una risa cargada de enojo. —No puedo creerlo, eres tan falso.
Joseph estiró la mano y lo golpeó en el rostro, aunque a mi impresión fue como si se arrepintió en el último instante y redujo su fuerza. Sin embargo, ocurrió.
Colt se tomó el rostro y sus ojos se llenaron de enojo, pero cuando volteó hacia mí, su mirada cambió. Pensé que diría algo, incluso fue como si deseara que lo hiciera. No me importaba si se burlaba de mí o saltaba algún comentario grosero, solo quería que hablara.
Que dijera algo.
Pero no lo hizo, Colt se giró y caminó de regreso a la fogata.
Joseph respiraba ruidosamente, su pecho subía y bajaba y su rostro estaba rojo. Esa fue de las primeras veces que no sabía qué estaba pensando Joseph, me confundía.
Vi a Madeleine entrar al área, por detrás. Ella movía sus ojos por todo el lugar hasta encontrarme con su mirada. Me observo varios segundos y yo a ella.
En ese momento todas mis emociones estaban revueltas, como si fueran arrastradas por un huracán y entre todo el desastre, al observarla, mi envidia aumentó. Madeleine siempre ha tenido todo y ahora estaba frente a mí con su vida perfecta y su felicidad.
Joseph colocó su mano sobre mi hombro. —Britt, ven…
Pero no podía dejar de ver a Madeleine, por alguna razón, ella tampoco a mí. Algo en sus ojos me expresaba un mensaje que no podía descifrar. Quería ver mejor a través de la poca iluminación, intentar comprender si estaba aburrida, si había escuchado la pelea o si sabía algo de mi familia pero no.
Era imposible saberlo en ese momento.
—Britt, vamos por favor —pidió Joseph.
Madeleine levantó la mano. —Britt… em, ¿Dónde estabas?
Junté mis cejas, no entendí su pregunta. — ¿Qué?
Mordió su labio inferior. —Sí, eh, digo, te vi pasar por ahí pero um, lucias diferente y…
Justo lo que me faltaba en ese momento, que Madeleine me haya visto llorar.
—No es asunto tuyo.
Madeleine negó, juntando sus cejas y caminando unos pasos hacia mí. —Escucha, Britt…
—Maddy —Joseph la detuvo—, ahora no, tenemos que irnos.
—Pero… —aclaró su garganta—, ¿Aun no lo sabe?
Parpadeé dos veces. — ¿Saber qué?
Joseph aclaró su garganta de nuevo, quizás si no hubiera estado pensando en mis padres me hubiera fijado en ese pequeño gesto que siempre mostraba cuando él no quería decir la verdad.
—Que se quedará unos días más, y pues, por si quieres quedarte y…
En ese momento mamá abrió la puerta, a su lado estaba la madre de los Medal y el padre de Madeleine. Mamá ya no estaba llorando pero sus ojos estaban muy hinchados, su rostro rojo y su cabello despeinado. Les tomó unos segundos darse cuenta que estábamos ahí.
—Ah, chicos —saluda la madre de Joseph—. Eh, ¿Qué hacen aquí? La fiesta de la fogata…
No pude resistirme, corrí con mamá y la abracé. Apreté los ojos tan fuerte como si fueran una puerta de seguridad evitando que las lágrimas se escaparan.
—mamá… —murmuré, mi corazón estaba roto en ese momento.
Mamá me tomó entre sus brazos. —Cariño, amor…
— ¿Qué pasa? —preguntó Madeleine y quería pedirle que se fuera, que esto no era asunto de ella pero no podía hacer eso.
Su padre le respondió: —Maddy, ven, vamos a caminar.
La madre de Joseph también le habló. —Ven, Joe, vamos a ver si Connor está despierto…