— ¿Cómo es tu culpa? —le pregunto a Madeleine.
Ella baja la mirada. —Britt… la vez que regresé a la casa, antes que tu mamá saliera… pues, bueno, Joseph y yo…
Madeleine ni siquiera tiene que continuar con su confesión porque una pieza más se ha agregado al rompecabezas.
Fue como en las películas, cuando los recuerdos aparecen uno tras otro, rápidamente. Ahora puedo entenderlo, ahora lo sé.
Joseph dejó de hablarme porque él y Madeleine estuvieron besándose la misma noche que descubrí que papá engañaba a mamá.
Ahora todo tiene sentido.
— ¿Dónde está Connor? —Joseph entra en ese momento, en el peor de todos.
Me giro y lo veo directamente a los ojos. — ¿Me engañaste con Madeleine?
Joseph abre los ojos, sorprendido pero evidentemente culpable. — ¿Qué?
—La noche en que me enteré que mi padre estaba engañando a mi madre, ¡Tú me engañaste con ella! —reclamo, con la furia y rencor que he guardado por todo este tiempo.
Joseph parpadea varias veces y no se mueve, quizás tampoco estaba respirando. —Brittany…
Todo este tiempo he sentido culpa con Joseph, pues me cuestionaba constantemente si yo era igualmente mala como él. Quizás nuestra amistad se había acabado por mis defectos y por todo lo que no podía ser para él.
Eso pensaba, eso me hundía. No era suficiente para papá, para mamá y tampoco para mi mejor amigo.
Todo este tiempo rogaba por respuestas, quería entender qué hice mal para hacerlo mejor.
Llevo una mano en mi corazón. — ¿Cómo pudiste hacerlo? Joseph, tú eras mi mejor amigo, ¡Eras todo lo que tenía!
Y es cierto.
Joseph y yo teníamos altas y bajas pero en mi mente, siempre lo consideré un refugio. Del tipo de casita que haces con mantas y almohadas cuando eres niña, te escondes del mundo y solo permites el ingreso de quienes confías tus pequeños secretos.
—Basta, eso no… —mordió su labio un segundo—, lo sé, no fue lo correcto pero jamás lo hubiera hecho si tu no le hubieras dado esa carta a Colt.
¿Carta?
— ¿De qué hablas? — ¿Está inventando una historia para justificarse? —. ¡No mientas, Joseph!
—Britt… —Madeleine intenta que me calme.
Aprieto mis puños. —Por favor no te metas, esto no te incumbe, esto no es sobre ti —arrugo mi nariz—. No todo es sobre ti, Madeleine.
Joseph se acerca un poco más. —Déjala Brittany, ¿Quieres hablar conmigo? Hazlo, pero no te comportes como una inmadura.
Mi corazón late rápidamente y siento el cuello caliente, quiero gritarle hasta que me duela la garganta y romper algo. Quiero llorar en el suelo sin parar.
Quiero dejar de sentir que estoy en el medio del océano.
—Basta —el padre de Madeleine ha regresado—. Joseph, basta.
Él lo mira y baja la cabeza. —Lo siento…
—Maddy, a tu habitación y tú Joseph, ve con Connor, está en la mía —su voz es firme y no necesita gritar.
Madeleine obedece con los labios apretados, Joseph se toma unos segundos más para moverse. Sus ojos siguen en los míos, tiene la mandíbula apretada y las cejas juntas.
Se mueve lentamente, pero finalmente sale de la habitación.
Casi un segundo después, Colt entra al lugar y cuando ve que se han ido, eleva las cejas. — ¿Qué sucede?
Jared se toca la barbilla. —Colt… —ahora se frota las sienes, es raro verlo de esta manera, él siempre ha sido bastante relajado.
— ¿Dónde están los demás? —Colt se acerca a mí—. ¿Estás bien?
M corazón aun late rápidamente por todo lo que sentí cundo me enteré que Joseph me engañó con Madeleine justo la misma noche que mamá estaba llorando por culpa de papá.
De nuevo siento como si una ola gigante está sobre mi cabeza y estoy a pocos segundos de ser hundida por ella.
—Creo que será mejor que yo no vaya —afirmo, bajando el tono de mi voz—. Debería llamar a Adrien.
Colt estira su mano para tomar la mía pero en ese preciso instante, recuerdo algo.
Recuerdo cuando él y Joseph se estaban peleando y las cosas que dijo, ¿él lo sabía?
Es posible que sí. Colt no me lo dijo, ni siquiera hace unas horas o en cualquier momento que hemos tenido la oportunidad de hablar a solas.
De nuevo el suelo deja de ser sólido y parece como arena húmeda.
Retiro mi brazo. —Me voy —anuncio.
Jared, sin embargo, levanta la mano. —Brittany, espera un segundo —suspira—. Colt, por favor danos un minuto a solas.
Colt junta sus cejas y yo retiro mi mirada de él.
Siento como si dentro de mí estoy colocando muros de nuevo, estoy frenando mis sentimientos y aparto rápidamente todos los pensamientos que llegan a mi cabeza pues si lo hago, si me detengo a analizar todo esto, me voy a romper.
Una vez más.
—Está bien —dice, moviéndose lejos de aquí, aun no muy feliz de hacerlo.
Jared señala el sofá. —Ven, sentémonos.
Lo hago, él se coloca en la esquina y se deja caer hacia atrás.
Cierra los ojos unos minutos y luego aclara su garganta. —Es difícil ser un adulto, Brittany.
Sonrío un poco, él hace comentarios así.
—Escucha, no planeaba encontrarte en este caos —se reacomoda y me mira a los ojos—. ¿Qué está pasando entre ustedes? Todos crecieron juntos, tú y Joseph eran los mejores amigos.
Bajo la mirada, no sé qué responder.
—Y todos ellos siempre han sido pacientes con Connor, eso que vi hace rato fue tan extraño, ¿Qué sucede? —pregunta, con el tono de voz que usaba cada vez que intentaba que resolviéramos un malentendido entre nosotros como personas maduras, a pesar de ser niños.
Respiro profundo. —Hemos cambiado.
—Todos hemos cambiado, el cambio es parte de la vida —afirma—. Pero si vamos a cambiar siempre tiene que ser a la dirección correcta, no arruinar todo lo que ya tenías.
Eso es irónico porque suena a como ha sido la vida de mi familia últimamente. —Dile eso a mamá.