De Vuelta Al Paraíso

El Principio De La Duda

CAPÍTULO I

Al despuntar el alba y al sonido de las pequeñas aves que perfuman el ambiente con sus coros sublimes y melódicos, con el dulce sonar del viento, un adulto que poco a poco envejece comienza a despertar.

Mi vida no ha sido un cuento de hadas, he pasado por momentos difíciles de soportar, de tal forma, que siento cómo mi ser envejece a pesar de no ser tan longevo, despierto cada día y me hago las mismas preguntas:

- ¿Quiénes somos?
- ¿De dónde venimos?
- ¿Hacia dónde vamos?

No lo hago como por una simple repetición, es solamente que desde el momento en que mi abuela falleció de cáncer, surgieron estas interrogantes que vagan cada segundo por el callejón de mis heridas. Tuvo que sufrir tanto por esa detestable enfermedad y partir tan pronto, era una persona tan buena, pero al parecer la vida no la veía así, porque hizo que se fuera antes.

No hizo nada más que pasar la mayor parte de su vida en la iglesia más arcaica de la colonia, donde se arrodillaba a pesar de lo débiles que estaban sus huesos por el cáncer y hablaba sola en voz baja, sin importarle que su cuerpo no tuviese la suficiente fuerza para hacerlo.

Me pregunto:

- ¿Qué fue de ella ahora? ¿Estará descansando?
- ¿A dónde fue su alma?
- ¿En qué le ayudó hacer ese esfuerzo de "buscar a Dios" como ella mencionaba, a pesar de su sufrimiento?

Desde que tengo memoria, ella hizo eso durante la mayor parte de su vida y siempre, sucedía un cambio en su interior, pero parecía que su cuerpo comenzaba a desfallecer más y más, especialmente por esa enfermedad indigna de mencionar.

Así como ella, muchas veces hacemos cosas que nos hacen sentir muy bien, pero no nos damos cuenta que en otras áreas de nuestro ser, nos están matando. Medito y veo a la gente pasar por el mismo puesto de autobús que les cobra casi como salario de gobierno, a los niños ir a la escuela donde están aquellos "amiguitos" que les discriminan y molestan día a día, quizá inconscientemente, pero no se dan cuenta del daño que les causan, a otros salir de sus casas a sacar la basura en el mismo horario cuando las temperaturas se encuentran bajas, arriesgándose así a contraer más de alguna enfermedad; existen muchas más situaciones que podría mencionar, y lo resaltante en todo esto es que todo ellos lo hacen todos los días como si no les fuese aburrido, pero de todas formas son obligaciones que se deben realizar.

Llevo cuarenta años de mi vida observando este tipo de situaciones y supuestamente buscamos avanzar con lo que hacemos, pero al final no damos ni un solo paso, porque llevamos la misma rutina.

En este punto, surgen miles de dudas en mi mente, porque creo que la vida no es algo tan simple, no es como un hipódromo, donde los caballos corren por la misma pista, hasta alcanzar las vueltas establecidas y así culminar en la línea de meta, hasta en un hipódromo se demuestra la mejor capacidad y la velocidad de un caballo para terminar rápido la carrera y alcanzar el premio; creo firmemente que el ciclo de la vida debe de ser más que una historia.

El mundo está atravesando por cosas totalmente sorprendentes hoy en día, nunca antes vistas y me pregunto:

- ¿Qué será de nosotros? ¿Qué pasara si seguimos haciendo lo mismo y este mundo un día decide terminar?

Cada día tratamos de salir de nuestras situaciones y no lo logramos, porque hacemos siempre lo mismo, como quien da vueltas sin parar sin un objetivo; solo rutina.

Hasta el día de hoy cuento con riqueza, bienes que he logrado con mi mayor esfuerzo, he llevado una vida de buenas costumbres, pero parece no servir de nada porque día con día la situación empeora.

Estamos acabando con nosotros mismos por lo que hacemos, por muy bueno que eso parezca. Los actos que realicé en mi pasado de forma continua causan efecto hoy en mí haciéndome sufrir de la peor manera.

Si se supone que solo existe este planeta con la capacidad de tener vida, ¿qué sucederá cuando acabemos con ella? ¿Qué pasará cuando nuestra única vida termine?, un hecho del cual no estamos muy lejos de verlo, en especial mi persona.

Las cosas que hacemos, sean buenas o malas, la mayor parte del tiempo es porque alguien más nos impulsa a hacerlo, naturalmente actuamos porque alguien nos dice que hacer o provoca algo en nosotros que nos impulsa. Hace poco escuché a mi vecina pelear por el teléfono con la maestra de su hijo por obtener notas bajas, supuestamente el niño dice que hizo todo bien. Me pregunto si el niño dirá la verdad.

- ¿Por qué seremos tan manipulables en nuestros pensamientos?

Cuando era pequeño crecí en una escuela muy fina y elegante, con pasillos hermosos y brillantes por el buen trabajo que realizaba el conserje, en esos salones llenos de un olor a escritorios nuevos y tinta de marcador, la filosofía era la prioridad, en los pequeños rincones de la misma podrías encontrar cuadros con frases filosóficas de algunos personajes muy famosos en el mundo, era inevitable salir de aquella escuela sin no leer más de tres frases que te dejaban pensando muy profundamente, y no eran frases profundas como la de: ¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?

Más bien eran frases muy interesantes como: "Tienes que morir unas cuantas veces antes de poder vivir la verdad. De Charles Bukowski"

Cuando regresaba a casa, mi mente solo podía hacerse preguntas y comenzar a decir locuras.

Fuera del ámbito estudiantil, crecí en un hogar donde la ciencia era prioridad y después de venir haciendo preguntas locas y presentárselas a mi padre, el gran científico del siglo para mí, veinte minutos eran suficientes para que el tomara todas sus herramientas y comenzara a darme un gran y maravilloso discurso sobre cómo la filosofía no se comparaba al poder de la ciencia y que por más preguntas que ella presentase, la ciencia tenía el poder de responder a tales interrogantes y dejar en vergüenza a la misma.
Me narraba los grandes experimentos que ha logrado la humanidad y el triunfo que tuvo a través de su profesión, eso para mí era como estar dentro del televisor viviendo todas las aventuras de los superhéroes en persona. Con el gran entusiasmo y pasión que el me compartía todos esos datos, estaba totalmente convencido del poder del hombre y de cómo podía evolucionar, de la capacidad oculta que tenemos para crear una nueva fórmula o un aparato electrónico.




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