La Imagen Rota
Después de una noche un tanto agotadora, la mañana se reviste con el dulce cantar de las aves y el suave frío del viento. Esa brisa tan refrescante que golpe el rostro es algo incomparable. No hay nada mejor como despertar una mañana refrescante de invierno.
Con el paso del tiempo y a causa de las situaciones radicales que sorprenden nuestras vidas, nos toca adaptarnos a ciertas formas de vivir. En ocasiones se torna como una obligación. Tal como estoy ahora; me veo obligado a llevar una rutina esclavizadora que si bien la examino a profundidad podría resultar en que no está llevándome a nada nuevo.
Somos tan apegados a las cosas que en ocasiones no nos importa que las mismas ya no nos sirvan de nada. Hablando de apego: a penas me sirvo una dulce taza de café caliente, que suelta un aroma delicado y refinado; lo cual es una combinación perfecta con el frío amanecer, y continúo ligado al pensamiento, a esa raíz de duda que comenzó a surgir en mí desde ayer. No sé ni por qué o cómo, pero dado a mi condición solo deseo entender la realidad de quién soy y para qué fui creado. No creo que toda mi historia se quede en llevar tan miserable vida.
Mi mente se vuelve ante la duda una vez más. Trato de buscar por todos lados, algo que alumbre los ojos de mi entendimiento. Fijo mi atención aun en mí mismo tratando de entender a profundidad lo que me es oculto todavía. Observo también aquello que dice tener una respuesta para mí, pero pareciera no serlo.
Tan confusa que se vuelve la vida en ocasiones, pareciera que tenemos la respuesta, pero verdaderamente no tenemos nada. Cuando todo parece ser un inmenso banquete servido para calmar el hambre, al acercarnos nos daremos cuenta que son simples platos vacíos. Quizá es eso lo que pasa realmente con dos de los grandes platillos que hoy están servidos. Si miramos con cuidado, atenderemos a lo vacía que es la filosofía, cuando ni siquiera tiene la capacidad de dar respuestas concretas a sus preguntas y reflexiones tan confusas sobre la mera realidad.
Lo simple que se transforma la ciencia haciéndonos creer que provenimos de un pequeño átomo o de un chango y que conforme a ello fuimos evolucionando. ¿En serio creeremos algo tan simple y sin originalidad? Y claro… tengo cuarenta años y había escuchado sobre esto, pero hoy más que nunca ante las situaciones de mi vida que han transcurrido con el paso de los años, mi mente se encuentra abierta al deseo de encontrar la esencia de una realidad que me haga sentir vivo. Somos tan inútiles, que usamos la mayor parte del tiempo para mantenernos ocupados y nunca para prestar atención ante, si lo que nos mantiene ocupados no está sirviendo de algo. Nos rodeamos de conocimiento y sabiduría, ¿pero es ese conocimiento el nutriente para mi alma?
Es difícil entender lo que las grandes madres nos dicen, nos intentan guiar a una realidad, pero no encuentro en ellas aquello que les hace sentir un gustillo auténtico.
Imagino que en algún momento alguien podría preguntar: ¿por qué un viejo de cuarenta años hizo uso de los mismos para encerrarse en una cápsula de pensamientos?
Estas décadas han sido más que suficientes para mirar con atención lo vil y menospreciada que merece ser considerada la humanidad a causa de la maldad escondida entre los escombros de su corazón. No entiendo con claridad el porqué de la existencia o si al menos somos reales; ¿qué tal si estamos viviendo una simple fantasía y aún no lo hemos notado?, probablemente… estamos acostumbrados a no prestar atención.
Con todo aquello de lo cual he sido testigo en este tiempo tengo por seguro que mi estadía acá en la tierra puede terminar en cualquier momento. Antes se esperaba hasta ser lo suficientemente viejo para morir, ahora cualquier niño puede partir de la nada y tristemente a veces a causa de su propia mano. Siento que eso ha venido a robar un poco el sentido de la vida misma, por lo cual, no quiero partir sin antes haber entendido el porqué de todo lo que hoy puedo ver. Quiero encontrar el sentido de mi vida y aún de toda la humanidad si fuera posible, antes de que mi tiempo termine. Sería fantástico que un día, quizá aún en mi último suspiro se escuche por cada rincón que yo descubrí El Camino que debe seguir el hombre para encontrar su verdadera esencia.
En serio, en serio… ¿nunca te has preguntado que debe haber algo más glorioso para nosotros mismos detrás de estas tinieblas? Es lo que intenta descubrir la ciencia a través de sus investigaciones: ¿qué nos dice la tierra, el mar y el espacio sobre nuestra existencia?, ¿para qué o por qué estamos aquí?, ¿qué nos trajo hasta acá y cuál es nuestro verdadero propósito?
¿Y lo ven?, aunque la ciencia y la filosofía suelen contradecirse, en ocasiones suelen unirse para intentar encontrar aquello que abrirá nuestro entendimiento. La filosofía no tiene más que simplemente profundizar a mente abierta sobre algunas cosas, porque la ciencia aún no descubre un registro oculto entre tanto espacio y tiempo, que guarde escrita la esencia de nuestra propia realidad.
¡Esperen!, hay un libro… Corro rápidamente al viejo baúl que guardé en el ático, aquel donde quedaron las fotografías y algunos recuerdos de mi abuela. Me dirijo prontamente a subir las extensas escaleras que me llevan hacia el ático. Mis pocas fuerzas se transforman en una energía que me impulsa sin pretexto mientras recuerdo haber visto dentro de aquel baúl empolvado, un libro antiguo el cual solía leer mi abuela con mucha frecuencia. De donde sacaba aquellas historias las cuales contaba por las noches en su lecho. Unas que guardaban el legado de una historia que cuenta sobre el peso de una gloria para la misma humanidad.
#1564 en Thriller
#739 en Misterio
#3547 en Fantasía
#1533 en Personajes sobrenaturales
Editado: 30.10.2024