De Vuelta Al Paraíso

La Figura Divina

CAPÍTULO IV

El día de ayer mientras recordaba mi niñez, me quedé dormido muy temprano al regresar a mi casa, hoy despierto nuevamente y vuelvo a mi dolorosa rutina, que parece condena.

Pero este es un día distinto, vuelvo a recordar aquello hermoso que he descubierto en tan solo tres días. A pesar de que ya ha pasado el tiempo de todo eso que habla la biblia, para mí es un orgullo saber que mi origen era igual a Dios, estoy totalmente convencido que así fue como inicié. De ahí provengo, de mi ancestro, el primer Adán aquí en la tierra.

Creo que al fin he encontrado una respuesta a mi pregunta; ¿Quién soy o quiénes somos?

Pero aún tengo dudas, sé cómo inicié, estoy cien por ciento seguro de que así fue, pero:

- ¿Cómo era la imagen de aquel ser?
- ¿Qué figura tenía si dice que era igual a Dios?

Ya entendí que igual a mí, no era, mucho menos igual a mi vecino el “mala cara” o al señor de la cuadra que parece provenir del conejo con solo sus dos dientes al frente por haber perdido los demás; desde hace tiempo le advertí que no se ría mucho, al menos no frente a mí, esa sonrisa que tiene en lugar de agradar, ¡asusta!, pero ese no es el tema.

Todo lo anterior al tema, me lleva a preguntas mucho más complicadas, como, por ejemplo:

- ¿Cómo es Dios?
- ¿Qué figura tiene?
- ¿Será gordo, flaco, moreno, rubio? ¿Tendrá solo dos dientes al igual que el señor antes mencionado? Ok, ¿no verdad?
- Porque sin duda así fue mi primer ancestro, igual que Dios.

Mientras esta duda me surge, recuerdo un relato que alguna vez escuché de pequeño, cuando fui a la iglesia con mi abuela:

El predicador comenzó su sermón diciendo: - Hoy hablaremos de: La mujer samaritana.

Según recuerdo lo que dijo el predicador durante cuarenta y cinco desesperantes minutos, la biblia menciona que cuando Jesús vino a la tierra, en una ocasión le fue necesario pasar a una ciudad llamada Samaria, en la cual, se encontró con una mujer con la que tuvo una conversación un tanto confrontativa, pero a la vez que dejaba una gran enseñanza. Y es que, en medio de todo eso, recuerdo una frase que Él le dice a la mujer:

- “Dios, es Espíritu; y los que le adoran: En espíritu y en verdad es necesario que lo adoren.”

Al parecer mi duda está más que aclarada, así de fácil. Apenas termino de comer mi coctel de merienda en el comedor de una clínica muy conocida y pareciera que mi meditación aquí termina, pero ¡no! tengo que confirmar bien esto:

- O sea, quiere decir que, si Dios es Espíritu, así mismo creó al hombre ¿cómo Espíritu?

Es más, en ese momento recuerdo que Génesis también dice, que, en el principio, en aquel desorden, el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
- ¡Cielos! un Dios Espíritu. Esto tengo que aclararlo.

Una ventana de varios recuerdos sobre las enseñanzas bíblicas que alguna vez escuché se abre en mi cabeza y comienzan a surgir muchos más textos.
El Apóstol Juan declara en una de sus cartas y dice que Dios es luz.
Comienzo a confundirme de nuevo, porque en una parte leo que es Espíritu y otro dice que es luz ¿entonces? ¿quién rayos dice la verdad?

Recuerdo algo que dice Génesis, mientras el desorden estaba en la tierra, el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas, luego Dios dijo:
- Que se haga la luz.

Esto fue lo primero que sucedió y mi abuela solía decir que Dios era el principio y también el final, así que, si se supone que Dios es el principio, Él es el Espíritu, Él es la Luz, lo primero que fue en ese entonces.

¡Aaaah!, ahora entiendo el primer capítulo de Juan, el cual repetía mi abuela muy seguido:

“En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios.
Este era el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin el nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en...”

- ¡Esperen! ¿Cómo así?
- ¿Si lo ven? La luz, nuevamente, pero ahora en los hombres.

Escucho el sonido de una escoba caer afuera, al otro lado de la calle, volteo a mi ventana y veo a mi vecino asustado de ver como hablo solo, sus ojos totalmente paralizados reflejan el miedo que le causó verme entablando una conversación sin nadie más a mi lado.

Levanto mi mano para saludarle, como una forma de expresarle que todo está bien, agrego una sonrisa en mi rostro para no parecer tan serio, pero del terror, reacciona entrando a su casa lo antes posible. ¡Ja ja ja! Yo no tengo la culpa de descubrir cosas tan sorprendentes.

Volviendo al tema:

- ¿Es decir que existe la probabilidad de que los primeros seres humanos fueran seres de luz?
- ¡Ahora recuerdo!

“Y formó Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente.”

- ¡Ahí está! ¡ese soplo, fue lo que lo convirtió en un ser de vida! podía estar formado, pero de nada le servía si no tenia en él, vida.
Mi almuerzo por poco se queda atorado en mi garganta mientras descubro esto. ¡Es algo que me sorprende mucho! En el original hebreo, ese soplo proviene de la palabra "nafákj" que uno de sus significados es: "Encender"

¿Si se preguntan cómo aprendí hebreo? La culpa la tiene mi abuela que con su chancleta me obligó a estudiar este idioma, porque dijo que algún día me serviría a mí, especialmente ella lo quería para que le ayudase a interpretar las escrituras cuando ella lo necesitaba; pero en este momento le agradezco, si no hubiese sido por ella no estuviera descubriendo todo esto.

- ¡Aaah! todo cuadra.
- Es como mi teléfono, si no lo uno a la corriente eléctrica a que cargue, no va a encender.
- Es como si ese hombre se hubiese unido a Dios en ese momento convirtiéndolo en un ser igual a Él o con la esencia de Él.




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