De Vuelta Al Paraíso

Un Acto Para Brillar

CAPÍTULO V

Hoy desperté muy temprano, aún estoy sobre mi cama observando el techo desde las 4:00 AM y no puedo parar de imaginar a Adán y Eva como seres de luz ¡Es que es algo sorprendente!

Imagino el mundo si todos fuéramos seres de luz aún, no habría necesidad de pagar la energía eléctrica y los cobradores no estarían llamando seguido a mi casa. No tendríamos miedo a andar por la calle en horarios de la noche porque las iluminaríamos, es más, quizá ni dormir podríamos por la abundancia de brillo.

Aunque de niño me gustaba dormir con la luz encendida y con la puerta abierta; por miedo al monstruo del armario, ahora no podría, ya me acostumbré a dormir como normalmente se hace, sino, no hubiese mandado a quitar el alumbrado público con tal de poder dormir mejor; es insoportable intentar dormir cuando rayos de luz impactan con tus ojos.

Si me están alumbrando, no puedo dormir tranquilo y tiendo a enojarme, en este caso no podría porque tendría que pelear conmigo mismo por ser tan radiante ¡ja ja ja!, si ahora soy bien apuesto, aseguro que con luz sería muy brillante.

- ¿Hay algún problema de que sea feliz y sonría por un momento? – Le exclamo a un par de ancianas chismosas de la colonia, que me observan con curiosidad mientras sonrío por todo esto en la banqueta del parque. Tienen la cara como de aguacate apachado, ¿qué culpa tengo yo de que comience a ser feliz por un momento mientras me pongo a imaginar cómo sería nuestra vida si nada hubiese cambiado el principio? - Viviendo en el paraíso, sin mucha aflicción, solo unas cuantas responsabilidades y estando radiante a cada momento.

Mi alegría desaparece al recordar que debo continuar con mi antigua rutina, al recibir un fuerte dolor en mi cuerpo que me obliga a caer rendido en el suelo, dejándome con la vista nublada y débil.

Pero a pesar de eso veo luz en un hombre, no físicamente, se acercó a mí para ayudarme, tomándome del brazo para llevarme a mi destino, diciéndome un amistoso:

- ¡Todo va a estar bien!

Ese acto de amabilidad alumbró mi oscuridad.

Imaginen, cómo iluminaríamos este mundo de tinieblas, si propusiéramos en nuestro corazón realizar actos que le devuelvan la felicidad a las personas.

Mientras encamino mis pasos de regreso a casa, suspiro y pienso:

- Aaah, que cosas pasarían y haríamos si todos fuéramos luz.

Camino a casa, después de mi dolorosa rutina, hay un niño en el patio de afuera intentando bajar su balón de un árbol que no es muy alto, pero la estatura del niño le impide alcanzarlo, por lo que le noto preocupado y con ganas de llorar al sentir que ha perdido su balón.

Con lágrimas en sus ojos mientras me ve pasar, me dice:

- Disculpe señor ¿me podría ayudar?
- Claro que sí. – Respondí.

Fue suficiente extender mi brazo para bajar su balón, lo entregué en sus manos y con una gran sonrisa dibujada en su rostro me abrazó y exclamó a gritos:

- ¡GRACIAS! ¡MUCHAS GRACIAS! ¡AL FIN PODRÉ VOLVER A JUGAR! ¡GRACIAS SEÑOR, ES USTED UNA BUENA PERSONA!

Sin importar el insoportable dolor que sentí por el apretón de su amoroso abrazo, experimenté como la luz volvió a él después de un momento terrible de tinieblas que lo abatían, todo gracias a mi ayuda, permitiéndole a aquel niño volver a jugar, volver a su lugar feliz.

"Si la luz volviera a nosotros, volveríamos a nuestro paraíso"




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