De Vuelta Al Paraíso

Capítulo VIII

De Tinieblas a Luz

Abrí mis ojos una vez más y sentí los primeros rayos del sol acariciando mi rostro. Me levanto con un tanto de determinación, a pesar de que desearía con todo mi corazón en algún momento no volver a despertar. No sé por qué, si mi cuerpo desfallece cada día más, pero hay algo que aún no me suelta.

Cada día el proceso médico se vuelve más doloroso porque mi cuerpo está más débil. Somos esclavos de rutinas, pasan los días y continúo viendo a personas enredadas todavía en la misma rutina día a día. La mayoría parece no prosperar y la mayor parte de las cosas no asemejan ayudarles para bien.

Ciertamente hemos sido condenados, porque sea como seamos, todos sufrimos en esta tierra. Aunque ciertamente unos más que otros, pero todos hemos sido condenados a un calvario. Y saben, esto no viene de hace poco, la misma condenación se extendió desde los orígenes. La biblia habla sobre ello y es justo donde debo leer ahora.

Abro de nuevo aquella antigua biblia mientras la hora de salir llega y entre sus páginas, se guarda el recuerdo de la pérdida de un glorioso paraíso. Ya había escuchado muchas veces sobre la desobediencia en el Edén, pero nunca había tomado el tiempo para leer sobre ello. Fue una pequeña y devastadora decisión la que condenó no solo a dos, sino a todos los seres vivos. Aún la creación misma fue condenada a causa de la desobediencia.

Que lamentable que por un acto de desobediencia también sean condenados aquellos que no tuvieron relación en el mismo. Las malas decisiones pueden devastar incluso a aquellos que nos rodean. Era tan simple no comer del fruto, pero aquella mujer se dejó llevar por lo que la serpiente le dijo y lo que apreciaron sus ojos. Se dejó llevar por la simple apariencia y no miró a profundidad. Eso nos pasa muchas veces, tomamos malas decisiones por dejarnos llevar simplemente de las apariencias de aquello que nos parece agradable y no miramos a fondo, hasta dónde nos podría llevar.

La biblia no lo narra, pero estoy seguro que desde que el fruto prohibido estuvo en las manos del hombre, su luz comenzó a apagarse de apoco. Pues la biblia dice que, al comerlo, se dieron cuenta de su desnudez, aquello que nunca antes habían notado ahora era visible a causa de la ausencia de la luz. Aquello que se veía totalmente mal y era causa de vergüenza, ahora era muy notable.

Pero El Creador tuvo una inmensa misericordia, y cuando el hombre confesó su desobediencia delante de Él, intercambió la vestidura de luz perdida por una de piel.

En cuanto a esto, mis ojos se dirigen a mirar mis manos, mis pies y todo aquello que en mi cuerpo está al alcance de mi vista. Ciertamente no hay ni una sola chispa de luz en él, en especial en algunas áreas. Vea donde vea, solamente me veré totalmente cubierto de piel, aún bajo mis uñas, el bello y mi cabello, encontraré piel; ¡Oh Dios!, así que eso sucedió, el pecado apagó nuestra luz y esta piel la vino a reemplazar.

Si supiese que la luz está bajo esta piel, estaría dispuesto a arrancármela a pedazos con tal de volver a brillar. Pero haga lo que haga, no podré cambiar la condenación que vino sobre toda la humanidad. Mi corazón se entristece ante razonar que ciertamente todos fuimos condenados y nada puede cambiarlo. Sin duda alguna es por ello el porqué de algunas cosas malas que suceden en el mundo, y aún la misma biblia habla referente a ello.

Bueno, qué decepcionante, parece que acá termina todo. Se acabó, ya no hay luz, hay condenación… no existe una vuelta atrás. Tomo mi abrigo, salgo directo a la clínica y bueno, a seguir soportando esta aborrecible condenación.

Después del proceso, como siempre, para tratar de despejar mi mente paso por algunos de los mercados de la ciudad. Mientras recorro los callejones inundados de gente que en un intercambio alocado de productos. Aunque algunos ni siquiera van por comprar, solamente pasan por todos los negocios para conocer los precios; ¡odio a esa clase de personas que solamente interrumpen y nunca compran nada!

Entre tanto bullicio, allá a lo lejos alcanzo a escuchar una voz muy clara que dice: - ¡JESÚS ES LA SALVACIÓN Y ÉL VINO PARA LIBRARTE DE LA CONDENACIÓN!, ¡VINO A LLAMARTE DE LAS TINIEBLAS A SU LUZ ADMIRABLE! - Los dichos de su boca llaman mi atención. ¿Es eso posible?, ¿hay alguien que nos puede hacer salir de nuestra condenación?, ¿podemos volver a tener luz entre nosotros?

Nunca lo había escuchado y no sé cómo lo descubrió ese hombre, pero sabiendo como era mi origen y lo que me condenó, saber que, según él, existe una puerta de salvación para volver a ser como antes, me llena de intriga. Me introduzco entre el gentío con gran entusiasmo para encontrar a aquel varón, pero me es imposible por tanta multitud. Créanme, en serio quiero librarme de esta rutina matadora que vengo cargando desde hace muchos días atrás, conociendo lo que Dios mismo había predestinado para nosotros. Sé que esta vida la cual llevamos no estaba planeada, o al menos no es la que merecíamos como creaciones escogidas.

Bueno, realmente me queda más fácil dirigirme hacia la clínica que seguir buscando, por lo que mejor voy hacia allá. Las horas del día pasan volando cuando te conviertes en alguien que vive más en una clínica que en tu propia casa. Es la hora de almorzar y saben, creo que hoy es un buen día para estar en el parque. Además, a cómo me siento ahora, dudo tener la fuerza necesaria para volver algún día otra vez.

Vuelvo a mi banqueta, justo donde el viento ministra paz y tranquilidad al alma. Donde me rodean los árboles y los pajarillos se acercan sin temor alguno en tanto estoy allí sentado. Entre suspiros y quebrantos, no me queda más que aceptar la realidad. Pronto me veré en vuelto en una penuria más profunda y todo lo que ahora es habrá terminado. Y al final, con todo lo que sé hasta ahora, nada de lo vivido valdrá la pena, pues a pesar de ser algo que mantenía esencia, no era la que realmente toda la creación necesita.




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