Y en todo esto radica el misterio de la humanidad: en una gloria postrera mayor que la primera. El plan original nunca se echó a perder, solo dio un giro inesperado que agregó un nuevo destino. Pero ciertamente, nuestra esencia misma va más allá de lo simple y lo que corriente, trasciende a lo más alto de las estrellas, revelándonos que no somos de esta tierra, sino que pertenecemos a una esencia distinta que yace en las alturas.
Esa misma se perdió en aquel principio, pero hace más de dos mil años, Jesucristo vino a pagar el precio para que se nos devolviera el derecho de ser tal como Dios es. Ahora bien, el propósito de la humanidad no es llevar una vida de oscuridad para siempre, no es sufrir en un infierno, la restauración del plan original radica en que el hombre vuelva a ser como en su origen. Que permita el retorno de la luz en su ser, para que él mismo pueda volver al paraíso.
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Editado: 30.10.2024