Hoy tenía control con el cardiólogo, afortunadamente todo esta marchando bien con la nueva medicación, mi madre me acompañó a la cita médica, porque Mario mi esposo, estaba ocupado en algunas reuniones de trabajo. Él ha sido muy atento y siempre ha estado muy pendiente de mi salud, por eso me extraño que hoy no me acompañara. Decido sorprenderlo y le pido a mi madre que me lleve a su oficina, paso a comprar almuerzo para dos en nuestro restaurante favorito, así la sorpresa será completa.
Llego al lobby del edificio, saludo a la recepcionista, quien me saluda amablemente y me entrega un gafete.
Tomo al elevador, para subir al quinto piso donde se encuentran nuestras oficinas, la carrera de mi esposo, va por muy buen camino, por razón de mi salud yo he pausado la mía, ambos nos graduamos de arquitectura, decidimos asociarnos y henos aquí, casados tres años después y con una firma con un futuro prometedor.
Me llama la atención no ver a Sasha en su escritorio, miro el reloj y me doy cuenta que ya es la hora del almuerzo, seguramente ella salió a almorzar.
Camino hacía la puerta de la oficina de Mario, pero me detengo al escuchar unas voces, en medio de una fuerte discusión.
Trato de agudizar mi oído para identificar de quienes se trata.
—De que demonios estas hablando Sasha, esto no puede ser posible. Escucho decir a Mario al otro lado de la puerta.
—Pues claro que es posible, contesta ella histérica y tu bien lo sabes, Mario.
Algo dentro de mi corazón me inquieta, porque esto parece más, una discusión de marido y mujer, que de jefe y empleada. Pero no, debe ser mi imaginación, si seguro así es
Giro la perilla de la puerta dispuesta a entrar a la oficina, entreabro la misma, pero Mario y Sasha están tan embebidos en su conversación, que no se percatan de mi presencia.
—Estoy embarazada Mario, grita la mujer. Así que debes dejar a la mustia de Samantha, esa mujer nisiquiera ha sido capaz, de darte ese hijo que tú tanto anhelas. Dice la mujer histérica.
—Sí, anhelo tener un hijo pero con ella, con la mujer que amo, no contigo Sasha. Responde Mario ofuscado.
—Pues si la amaras como dices, no te hubieras enredado conmigo, Mario.
Un quejido mío, llama la atención de la pareja, quienes hasta ese momento se percatan de mi presencia, llevo ambas manos a mi pecho porque siento en el un fuerte dolor y lo digo de manera literal, estoy segura que estoy sufriendo un infarto en este preciso momento.