De Vuelta

Capítulo 5

Llego a la oficina, después de una semana de ausencia, sé que mi aspecto no es el mejor, por eso no me extrañan las miradas curiosas sobre mí, la muerte de Sam me ha devastado de muchas formas, pero he sacado fuerzas para continuar, por ese niño, por ese bebé que no tiene culpa de mi irresponsabilidad. 


—¡Mario! — Dice Sasha, sorprendida al verme llegar. 


—Hola— Contesto parco. Sígueme a mi oficina por favor. 


Dirijo mis pasos, hacía mi despacho, con Sasha siguiéndome los pasos. 


—Que bueno, que decidiste volver, dice la mujer que entra luego de mí, a mi oficina. 


—Toma asiento, digo en tono serio. 


—¿Cuántos meses tienes de embarazo? — pregunto cortante. 


—Un mes, responde ella. Con la cabeza baja. Mario yo no planee esto, solo paso. Esa no noche no nos protegimos y bueno aquí están las consecuencias de esa noche de amor, dice Sasha coqueta.  


—Querrás decir de esa noche de tragos, porque hasta el día de hoy lo único que yo recuerdo con claridad es que amaneciste junto a mí, en la cama  de ese hotel, no tengo idea como llegaste allí, ni que porque. 


—Ya te dije que fui a llevarte a tu habitación, porque estabas algo mareado, luego tú me besaste y me dijiste cosas bonitas y bueno yo en la debilidad de mi carne y como una mujer enamorada que soy, sucumbí a tu propuesta, a pesar de saber que eras un hombre casado, por eso amanecí contigo en ese hotel, después de hacer el amor una y otra vez, Mario. Esa noche me demostraste que soy la mujer de tu vida. Dice Sasha entre sollozos.  


—Yo no tome tanto esa noche Sasha,  estábamos en un congreso y tú fuiste como mi asistente. No sé como diablos  terminamos en la cama.  


—Supongo que no pudiste negar más,  lo que sientes por mí, Mario. 


—Yo amo a Sam, digo molesto. 


—Amabas Mario, porque ella esta muerta y como ya te te dije, si tu amor hubiese sido tal como tú lo pintas, no te habrías acostado conmigo, esa noche, yo estoy segura que era lástima lo que te mantenía junto a ella, el saber que estaba enferma, te amarro a ella. Pero ella ya no está, ahora eres un hombre libre y podemos vivir nuestro amor sin remordimientos de conciencia, Mario. Ahora podemos casarnos y criar a nuestro hijo en un hogar, tal como Dios manda, termina diciendo Sasha con la emoción reflejada en sus ojos. 


—Estas loca, si crees que voy a casarme contigo. Respondo enojado. 


—¿Y por qué no? — Grita ella histérica. 


—Esa respuesta es simple, no te amo y no te voy a amar nunca. 


—Pues entonces todo el mundo se va a enterar que voy a tener un hijo tuyo. Grita molesta. 


—Bueno creo que eso tarde o temprano pasará, así que tu amenaza me tiene sin cuidado. 


—¿Y qué se supone que va pasar, con este niño, crecerá sin un padre? — Dice molesta. 


—No, por supuesto que tendrá un padre, solo que su mamá y su papá no vivirán juntos. No será ni el primer , ni el ultimo niño que venga de un hogar de padres, separados.  


—No aceptaré eso, Mario. 


—Pues no hay otra opción. Porque no voy a casarme contigo, ni hoy ni nunca. Otra cosa, recoge tus cosas ya no vendrás más a trabajar aquí. 


—¿Estás despidiéndome, Mario?.  


—No, seguirás recibiendo tu salario, solo que ya no vendrás a trabajar aquí, te dedicarás a cuidarte y a asegurarte que mi hijo esté bien. Respondo molesto. 


—No puedes… 


—Si puedo, recoge tus cosas y vete Sasha. Mantenme informado de tus citas y chequeos médicos, yo asumiré todos los gastos, ah y otra cosa cuando el niño nazca le haré una prueba de ADN. 


—Eres un maldito, Mario. 


—Si, tienes toda la razón soy un maldito un maldito que perdió a la mujer de su vida, por culpa de un error que nisiquiera recuerda.  


—No llames, a mi hijo un error.  


—El error no es ese niño, seria incapaz de llamar a un hijo mío “Un error”, si es resulta que si lo es, el error eres tú Sasha, jamás ni aún fuera de mis cinco sentidos, debí haberme metido con una mujer como tú.  


—Me la vas a pagar Mario, te lo juro. 


—Si, como tú digas. Ahora por favor retírate Sasha y cuida a ese bebé, porque hasta que no se compruebe lo contrario, asumiré que ese niño es mío. 


La veo salir de mi oficina y azotar la puerta a sus espaldas. Esa mujer es tóxica,  debí haber hecho eso desde el primer día que note sus insinuaciones y coqueteos, pero Sam la defendía, creía que era su amiga  cuando en realidad no era así. Incluso fue Sam, la que sugirió que Sasha me acompañara a ese congreso, porque a última hora por motivos de salud, ella no pudo asistir.  


Empiezo a ordenar algunos documentos y a intentar ocupar mis pensamientos en el trabajo, no he podido sacar a Sam de mi mente, su mirada de odio sobre mí, me tortura.  

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—Pobre muchacha, ella tan joven y tan trágica su vida. Escucho decir a una de las enfermeras que está junto a mi cama. 


Tengo los ojos cerrados, pero estoy despierta. Así que las escucho perfectamente. 


—Sí, escuche que el psiquiatra dijo que al parecer había perdido la razón. Contesta la otra. 


—Y eso que aún no sabe que sus padres murieron en ese accidente, me da pena, solo tiene 23 años y entiendo, que era una de las mejores estudiantes de medicina de su clase. 


—Bueno, esperemos a ver si cuando despierta, logra recordar algo. Porque de lo contrario, tendrán que internarla en salud mental.  


Escucho a ambas mujeres marcharse y dejarme sola en la habitación.  


No tengo idea de como desperté en el cuerpo de esta jóven, pero de lo que si estoy segura, es de que no estoy loca, abro los ojos y miro la pulsera que traigo puesta en mi mano derecha, claramente se lee Hanna Marshal. Bien no sé como llegue aquí, pero  lo cierto es que aquí estoy, así que a partir de ahora para todos soy Hanna Marshall, Samantha Tyler, tendrá que quedar en un segundo plano, al menos hasta que entienda que rayos pasó, si es que eso es posible. 




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