—No era necesario darle tanta información a la doctora Mario, contesta Sasha en tono dolido—Disculpe al padre de mi hijo, doctora. Tal vez sean los nervios lo que han provocado tal reacción—¿Qué estudios le están haciendo a mi hijo?, termina diciendo intrigada.
—Algunos estudios y exámenes de rutina que ordenó la doctora Cooper, respondo sin apartar mi mirada de ella. Apenas tengamos los resultados, se les informará.
—¿Podemos verlo? — pregunta Sasha.
—Sí, pero le recomiendo que espere un par de horas, acaba de dar a luz por cesárea y debe evitar, los movimientos bruscos, en un rato enviaré a una enfermera con una silla de ruedas, para que la lleve a la sala de neonatología. Con permiso, debo continuar mi ronda.
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Desde una esquina de la habitación, recostado a la pared y con los brazos cruzados, observo a la jóven mujer que hace unos minutos, llegó a darnos noticias de mi hijo, intento convencerme cada vez que digo mi hijo, pero eso solo sucederá cuando haga la prueba de Adn.
La doctora Marshall, es una chica muy bella, de cabello castaño, su piel es blanca, pero lo que más me impactó fueron sus hermosos ojos azules, también es alta mide y esbelta, si no nos hubiera dicho que es doctora, hubiese pensado que era modelo. La mujer habla, con tanta propiedad que parece increíble, a tan corta edad. Curiosamente ha evitado mirarme, durante toda la conversación, aunque en su primer contacto conmigo note que me miraba con odio, pero deber ser mi imaginación, porque ella y yo, nunca antes nos habíamos visto, una belleza como ella sería difícil de olvidar.
Cuando la escucho despedirse y caminar hacía la salida de la habitación, sin saber porque la sigo. La veo irse por el pasillo y hago lo mismo.
—Doctora Marshall— Digo para llamar su atención, en ese preciso momento, ella se detiene y se gira hacía mi.
—Dígame señor, Vargas.
—Me regala unos minutos, por favor.
—Si, claro que desea pregunto intentando, no sonar tan descortés, aunque lo que me provoca es llenarlo de cachetadas.
—¿Qué estudios le están realizando al bebé?—Pregunto intrigado.
—¿A su hijo?— Pregunto con una mueca.
—Sí, a mi hijo respondo mirándola.
—Varios, pero el más importante de todos ellos, es un ecocardiograma.
—Y ese estudio. ¿Para qué es?— Digo aún con mi mirada fija sobre ella.
—La doctora Cooper quiere, descartar algo, pero de eso puede darle más detalles, ella— Termino diciendo, con tono serio— Si no tiene más preguntas, señor Vargas, debo retirarme—Dígale a la su esposa que en un rato irán por ella, para llevarla a ver al niño.
—Ya le dije que ella no es mi esposa, además no entiendo porque todo el mundo asume eso aquí. Replico molesto.
—Perdone, pero eso no es de mi incumbencia, además, si no es su esposa, al menos debe ser su amante o su mujer y no pretenderá que la llamemos con esos apelativos, digo intentando disimular la molestia en mi voz. Con permiso, debo continuar con mi trabajo.
Me alejo del sitio, intentando contener la furia y el enojo que fluye por mi ser. Tenerlo cerca, hace que se reviva en mí, el dolor, pero también el odio que sentí, en el momento que me enteré de su traición y ella, ella con su cara de mosquita muerta, solo Dios sabe cuanto tiempo se rió de mi, haciéndose pasar por mi amiga, mientras se revolcaba con mi esposo.
Llego a la estación de enfermería y dejo la orden, para que lleven a Sasha a ver su hijo. El solo hecho de decirlo, provoca que algo en mi se retuerza, siempre soñé con ser madre, pero mi corazón no me lo permitió, era nuestro sueño o al menos era el mío, el poder darle un hijo al amor de mi vida, al hombre que amaba y el que según yo me amaba. Cuanto duele despertarse de un sueño, de manera tan dura, tan cruel. Darte cuenta que viviste un engaño, que todo el tiempo viviste una mentira.
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Regreso a la habitación, donde se encuentra Sasha.
—¿A dónde fuiste?— Pregunta intrigada.
—A ver si podía averiguar algo más, sobre el bebé— respondo.
—¿y que averiguaste? — Pregunta ansiosa.
—A decir verdad no mucho, debes estar lista, ya no tarda la enfermera en venir a buscarte para ir a ver al bebé.
—¿Irás, conmigo? — Dice extendiendo la mano hacía mi, para que me acerque, cosa que obviamente no hago— Cuando lo veas, y te cerciores que es igualito a ti, desecharás esa estúpida idea de hacerle la prueba de ADN a nuestro bebé y aceptarás por fin que es Mario junior, es el fruto de nuestro amor.
—¿Mario Junior? — Pregunto, con un gesto de incredulidad en mi cara.
—Si, que otro nombre podría llevar nuestro bebé, sino el de su padre, cariño.
La enfermera llega de repente e interrumpe, nuestra conversación, antes de que pueda contestarle que el bebé, no llevará mi nombre, hasta que yo esté seguro que es mío.
—Vamos señora, Vargas. Dice la enfermera.
Otra más, que piensa que Sasha es mi esposa, Santo Dios que desagradable situación.
Estoy pensando seriamente ponerme un letrero en la frente, con letras neón que diga: "Sasha López, no es mi esposa".
La chica la ayuda a subirse a la silla y salimos de la habitación, rumbo a neonatología para ver al bebé.
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