De Vuelta

Capítulo 11

Tomo los signos vitales de Sasha tal como me lo pidió la doctora Cooper. Solo estoy un par de minutos más, dentro de la habitación, estoy segura que la mirada de Sasha está sobre mi, puedo sentirla, sin embargo no dice nada, es como si estuviera intentando leer mi mente.  


—Todo bien señora Vargas, digo al terminar de revisar los monitores y hacer las anotaciones. 


—¿Te llamas, Hanna? ¿Cierto?— Pregunta, sin apartar su mirada de mi. 


—Si, señora. Respondo observándola. 


—Sabes Hanna, a veces la moral y la inexperiencia nos hacen actuar de manera imprudente. Pero te voy a dar un consejo gratis,  no intentes hacerte la inteligente conmigo, ni vayas a meterte en asuntos que no te incumben, no tienes idea de lo perra que puedo llegar a ser, dice en tono amenazante. Así que ten presente, que si decides meterte en mi camino, te voy a arrastrar, a patear o a empujar, con tal de sacarte de el.  Que conste que solo digo esto, por si acaso  estás teniendo en tu cabeza ese debate moral, de si debes o no hacer lo correcto, te aconsejo, que mejor no te cruces en mi camino, no te conviene meterte con una mujer como yo, tú no sabes mis alcances y estoy segura que no te interesa saberlos.  


Cada una de sus palabras fue, pronunciada con apercibimiento, pero en un tono dulce, sin embargo intentaban amedrentar e intimidar. 

Definitivamente que Sasha López, es una víbora de la peor calaña, en este punto ya no había nada de ella que me pudiera asombrar.  


—¡Señora! — Respondo con algo de sorna en mi voz— No tengo idea de porqué me amenaza, porque pese a su sonrisa fingida y a su tono calmo, puedo percibir en sus palabras un tono de advertencia, señora Vargas. Pero permítame decirle que regularmente  no soy el tipo de persona que se inmiscuya en los asuntos privados de otras personas, sin embargo no puedo negar que su reacción ha despertado en mi mucha curiosidad y ya saben lo que dicen por allí “que la curiosidad mató al gato”. Digo con una tierna sonrisa, en mis labios.  


—No te hagas la inteligente, escuincla estúpida. Dice Sasha encolerizada—Acaso pretendes chantajearme, seguro que es eso— Ya te diste cuenta que mi marido es un hombre pudiente y quieres obtener un beneficio, por tu silencio. 


—Pudiera ser, o tal vez yo solo sea un alma puritana que no quiere permitir, que un hombre viva criando al hijo de otro, pensando que es suyo o que un niño, viva engañado sobre quien es su padre— Pero, eso le tocará averiguarlo, señora Vargas. Digo saliendo de la habitación, mientras dejo atrás a una Sasha endemoniada, gritando insultos e improperios en mi contra. 


Una sonrisa de triunfo se dibuja en mis labios, no solo por saber que tengo a esa idiota en mis manos, sino porque es realmente sublime el constatar que al infelíz de Mario, Sasha le esta viendo la cara. Me gustaría, ver la expresión de su rostro cuando se entere que su hijo, en realidad es hijo del vecino o de Dios sabe quien. 


Camino por el pasillo, realizada, saboreando a cada paso el plan que en mi cabeza se está concibiendo para vengarme de ese par.  


Meto mi mano a mi bolsillo, para sacar mi celular y notificarle a Carlos que lo veré en unos minutos. Continúo caminando pero sin mirar por donde lo hago, solo unos segundos después, choco con un pecho fornido, que prácticamente me hace rebotar hacía atrás, al segundo siguiente, siento unas manos grandes que me sujetan por la cintura, con la finalidad de evitar que me caiga al piso, en medio de la confusión me encuentro con un par de ojos color miel, que me miran fijamente, su agarre me atrae hacia a él y nuevamente choco contra su pecho, pero en esta ocasión de forma menos abrupta. 


—¿Estas bien? — Pregunto, algo preocupado. 


—¡Lo siento! — Digo algo aturdida, no me fije por donde iba señor Vargas. 


—Llámame Mario, por favor— Digo, envuelto en ese aroma que por un momento me aturde— Tú hueles a … Sam. 


—¿A qué? — Pregunto intentando constatar lo que claramente, le escuché decir.  


—Que hueles, bien digo, casi tartamudeando.  


Me aparto de él, su cercanía me repugna, me quema y no de una  manera romántica, sino de mala forma. 


—Disculpe, no quise  molestarla. Digo apenado. 


—Es que mi esposa, usa o más bien usaba un aroma similar, por eso dije que olía a Sam— Ella se llamaba Samantha, termino diciendo. 


—¿Se llamaba? — Digo con un tono irónico. 


—Si, ella murió— Hace unos meses, lamentablemente.  


—Su esposa murió, hace unos meses y usted tiene un hijo recién nacido con otra, es usted rápido, señor Vargas.  


—No, no es lo que parece. Intento decir algo en mi defensa.


—Disculpe, mi imprudencia señor Vargas, no debí haber dicho algo como eso. Digo fingiendo estar apenada.  


—No se preocupe, usted no es la única que piensa así. 


—Hanna, escucho decir a mis espaldas. La veo mirar en dirección a donde escuche la voz y sonreír de manera deslumbrante, por lo que la curiosidad hace que me gire. 


—Te estaba buscando muñequita, dice un tipo alto, de cabello oscuro y tez blanca, bastante buen parecido, de pie a unos metros de nosotros.  


—Ya voy, respondo coqueta— Con permiso señor Vargas, camino hacía Carlos y me pongo de puntillas para darle un beso en los labios— Vamos guapo, digo mientras tomo su mano.— Hasta luego señor Vargas,   digo volteándome hacía él,  que nos observa con curiosidad,   me encantó que me viera besar a Carlos, tal vez él no sepa que yo soy Sam, pero yo si lo sé. 


                                       ****** 


Sé que sonará ridículo, pero verla besar a este tipo enfrente de mi, me produjo una sensación extraña, es algo que no sé explicar.  

 

¿Qué clase de idiota soy?. Acabo de decirle que huele a Sam, acabo de decirle a la única mujer, que ha captado mi atención desde que  Samantha murió, que huele a mi difunta esposa, realmente eres patético, Mario Vargas.  




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