Cuando Carlos me besa, mis hormonas se alborotan y mis neuronas se embrutecen. El es un hombre guapo, alto, corpulento, de hombros anchos, bien parecido, como dice Lina, es un papucho. Sabe como complacer a una mujer y no estoy hablando como Hanna, sino como Sam. Pero de una calentura, no pasa mi interés por él, es un buen compañero de cama, pero hasta allí. Salimos del hospital y nos vamos directo a su apartamento, conforme vamos entrando al mismo, la ropa va volando por los aires al mismo tiempo, Carlos me levanta con sus fuertes brazos, para que enrolle mis piernas en su cintura, en medio de un exigente beso, mientras va avanzando, hacía la habitación con pasos erráticos.
—Eres preciosa muñequita.
—Lo sé, digo sobre su boca.
—Me encantas, rubia.
—También lo sé, respondo coqueta.
—Eres una presumida, dice dándome una nalgada.
—Y así te gusto, bebé. Digo mencionando ese apelativo, que tanto le gusta.
Los besos y las caricias se vuelven más exigentes, una vez ya no hay ropa, que esconda nuestra piel, el fuego que provocan sus caricias va apoderándose de mi cuerpo, bueno más bien de nosotros, la cama termina siendo solo un adorno en la habitación, porque usamos la silla, el piso, la alfombra, el estante y muchos otros lugares para poseernos, estar con Carlos es así intenso, creativo y exigente.
Terminamos en el piso, agitados y sudados.
—Cada día estás, más traviesa muñequita. Dice Carlos aún con la respiración agitada.
—¿Eso fue una queja? — Digo mientras me incorporo para ir hasta el baño.
—Para nada dice, mientras me atrapa por la cintura para atraerme hacía él y abrazarme por la espalda—¿Qué te parece una ducha?.
—Acepto, respondo coqueta.
Media hora después salimos de la ducha, ya que no solo fue un baño lo que nos dimos. Tomo mi ropa y empiezo a vestirme, frente a la mirada de reproche de Carlos.
—¿Será que alguna noche, te quedarás conmigo? —Dice molesto.
—Eso no es necesario, respondo.
—¿Por qué no? — Dice enfadado.
—Porque me gusta dormir en mi cama y además tu roncas. Digo sonriendo.
—Sé perfectamente bien, que esas no son las verdaderas razones, muñequita. Pero está bien, no voy a convertirme en el novio tóxico.
—¿Novio? ¿Desde cuándo eres mi novio? — pensé que éramos amigos especiales o compañeros sexuales, pero novios, no.
—Solo porque tú no quieres, porque yo estaría más que gustoso, muñequita.
—No enredemos las cosas Carlos, como estamos todo funciona bien, no le pongamos nombre a algo que no lo necesita.
—¿Te llevo a tu casa? — Dice con cara de pocos amigos.
—No bebé, yo pido un uber, mejor descansa, mañana tenemos turno temprano. Digo dejando un casto beso sobre sus labios, que luego se transforma en un beso exigente, cuando atrapa mi boca con la suya de manera feroz. Por fin suelta su agarre y su boca me libera, lo que aprovecho para marcharme de lo contrario amaneceré aquí.
Es un poco, tarde cuando llego a casa. Paso por la cocina y como algo rápido, ya la nana Juana y Walter están descansando a esta hora, Lina regularmente se queda aquí, pero hoy avisó que se quedaría con su nuevo novio, que por cierto aún no conozco.
Subo a mi habitación, me cambio e intentó dormir. Coloco la cabeza sobre la almohada, pero de manera casi automática a mis pensamientos llega la conversación con Sasha. La muy perra, casi se desmaya cuando me vió llegar, por supuesto que escuché todo lo que dijo. Parece que tendré que ayudarle al presunto padre a darse cuenta que no es el padre, voy a disfrutar desenmascarar a Sasha y ver sufrir a Mario, al darse cuenta que su hijo, no es tal.
Un mal sabor se instala en mi boca, cuando recuerdo las veces que me decía, que quería tener un hijo conmigo. Ahora agradezco que mi condición de salud, no me lo permitiera, hubiese dejado a mi niño huérfano y en manos de ese monstruo de Mario.
Así que tocará hacerme de tripas corazón y acercarme al imbécil ese, para que haga la dichosa prueba de ADN, lo más pronto posible.
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—Hola Mario.
—Hola Dan, le contesto a mi amigo, quien saluda al otro lado del teléfono.
—¿Cómo está tu hijo?— Pregunta de forma amable.
—Mejorando, Dan— Poco a poco, pero mejorando.
—Y la harpía, digo perdón la madre. Dice Dan en tono jocoso.
—Ella está mejor también, Dan.
—¿Cuándo harás la prueba de ADN? — Pregunta mi amigo.
—La verdad no sé Dan, según me dijo Sasha el bebé, presenta alguna anomalía cardiaca y pienso que sería un desgraciado, si le hiciera esa prueba en estos momentos.
—Mario, Mario, habla tú con los médicos y no te dejes llevar por lo que dice la harpía, mira que ya bastante daño te ha hecho esa maldita mujer, no permitas que siga haciendo de las suyas.
—Si, Dan— La verdad, creo que tienes razón. Mañana mismo buscaré cono hablar con los médicos y veré que tan cierto, es lo de la condición cardiaca.
—¿Qué te parece si este fin de semana, vamos por allí?— Tengo una nueva conquista y de seguro, tendrá alguna amiguita que nos ayude con una cita doble. Dice mi amigo.
—Esta bien, necesito relajarme y un par de tragos no me quedará mal.
—Listo coordino todo y te aviso el lugar y la hora. Nos vemos, dice Dan antes de cerrar.
Me la he pasado todos estos días entrando y saliendo del hospital, afortunadamente Sasha tiene salida, aunque el bebé aún no. Ayer no pude hablar con el doctor, pero me sirve que Sasha no esté aquí, eso me va a dar mayor libertad. Hace dos días no veo a la niña bonita, el hospital ha estado algo revuelto, con algunas emergencias sobre todo de niños. Así que supongo que por eso no la he visto. Cierro los ojos y recuerdo ese olor a Sam, bueno no a Sam, a un aroma muy similar al de Sam, algo como a Jazmín. ¿Será que algún día, Sam saldrá de mi cabeza y de mi corazón? — La verdad es que la extraño tanto, que siento que morí con ella. La niña bonita, ha sido la única mujer, que me ha llamado un poquito la atención desde que mi mujer murió, pero fue solo atracción física y ¡¿cómo no?!, si parece una barbie, alta, esbelta, cabello rubio y unos ojos azules impresionantes.