De Vuelta

Capítulo 14

Desde que la vi llegar, no he podido dejar de repararla, luce hermosa, elegante, sofisticada, tiene ese donaire que no es propio de las chicas de su edad, si no de las mujeres que con la experiencia, aprenden a ser el centro de la atención, sin necesidad de lucir escandalosas o tan sexys que rayan en lo vulgar, su maquillaje, su perfume, su ropa, todo es perfecto y exquisito, podría mirarla toda la noche y seguir encontrando en ella atributos. Para ser una chica de veinticuatro años, sabe perfectamente bien como captar la atención del sexo opuesto, sus ademanes son elegantes, sus modales pulcros y su léxico amplio. Me tiene embobado, esta niña, me tiene completamente embobado.  


—Si no le molesta, podría dejar de mirarme así— Dice con un tono parco. 


—¿así cómo? — Pregunto con sorna, porque entiendo perfectamente a lo que se refiere.  


—Así como si yo fuese una especie en extinción o una especie de bicho raro— Responde Hanna. 


—Bicho raro no es, una especie en extinción tal vez, las mujeres elegantes y sofisticadas están escazas, sobre todo en estos días en los que se confunde lo sexy, con lo vulgar— Respondo, sin apartar mis ojos de ella, mientras tomo mi trago de Whisky. 


—Lástima que los hombres como usted, no estén en peligro de extinción— Dice molesta y sin ninguna intención de disimularlo. 


—¿Hombres como yo? —Me explicas por favor— Digo intrigado.  


—Los hombres con compromiso, es decir mujer e hijos, que andan por allí flirteando con chicas inocentes, intentando embaucarlas, con la única finalidad de llevárselas a la cama— Espeta furiosa. 


—¡Wao! — No me percaté, en que momento hice eso, de hecho estoy seguro que no fue así, es una lástima que un piropo o un halago se tome de tan mala manera, la creí más inteligente, doctora Marshall— Respondo indignado. 


—Y ahora tiene el tupé de llamarme bruta— Dice con la furia ardiendo en  sus ojos. 


—Tampoco dije eso, pero en mi defensa prefiero callar, porque siento que lo que diga será usado en mi contra— Respondo algo incómodo —¿Puedo saber, por qué le caigo tan mal Hanna Marshall?. 


—Usted es un… 


—¿Un qué? — por favor dígamelo, me encantaría saber como usted me ve— Aunque estoy seguro, que soy la peor escoria, el tema es que no sé porqué.  


—Escuché a su mujer decir, que quiere hacerle una prueba de ADN a su bebé,  eso me pareció algo vil— Dice ella, mirándome.  


—Es fácil, juzgar sin saber la otra parte de la historia— Pero no vine aquí a hablar de mi vida privada y menos con alguien, que ya sacó conclusiones, sin saber toda la versión.  


Me pongo de pie y me alejo de la mesa en donde solo estábamos ella y yo, ya que Dan y Tania se fueron a  bailar hace rato. 


                           ************** 
No pude disimular mi enojo, al tenerlo cerca, es algo mucho más fuerte que yo, me supera ese odio que siento por él. Pero si quiero fregarle la vida a Sasha, debo ganarme su confianza, hacerme su amiga y  convencerlo para hacerle a ese niño, la prueba de ADN y matar dos pájaros de un solo tiro, desenmascarar a Sasha, porque me huelo que ese niño, debe ser de otro de los amantes con los que engañaba al infelíz de Mario  y destruir las ilusiones de ese tonto, de ser el padre de ese niño.  


Seguramente por eso me dejó, porque yo no podía embarazarme por mi enfermedad y yo hubiese podido entender, me  hubiese dicho, pero la traición tan vil y fea que me hizo, eso no, eso jamás se lo podría perdonar.

 Debo buscar una manera de ganarme su confianza, de hacerme tripas corazón y soportar su cercanía, al fin y al cabo el fin justifica los medios y es evidente que como Hanna le gusto. Así que me tocará seducir a mi ex–marido o bueno al ex–marido de Sam.  


Busco con la mirada por el lugar, intentando ubicarlo, está en la barra y una tipa mano larga, ya lo tiene acaparado, no la culpa, Mario es con creces el hombre más guapo de este lugar, es un tipo alto, de tez clara, ojos color miel, cabello negro que usa un poco largo y le da un aire sexy, tiene hombros anchos, brazos fuertes, facciones varoniles hermosas, una barba de candado bien cuidada y unos labios carnosos y apetecibles a la vista, eso de lo que se ve, porque de lo que no se ve, también puedo dar fe, de que es un  papucho.  


Me pongo de pie y con la estampa de matona que me gasto esta noche, camino hacía él, que ni lerdo ni perezoso se deja hacer y deshacer de la tarántula que se le acercó, que ya está a escazos centímetros de su rostro, contoneándose frente a él, al ritmo de la música.  


—Permiso— Digo, apartando a la mujer con mi mano y tomando la mano de Mario, para llevarlo a la pista—Me llevo a mi cita— Digo mirando a la chica, con suficiencia.  


Avanzo con él, hasta el centro de la pista y me pego a él, para bailar. 


—¿Y eso qué fue? — Pregunta Mario sorprendido. 


—Te fui a salvar— Respondo. 


—¿De quién o de qué? — Dice sonriendo. 


—De la abusadora esa, que se te acercó—¡ Lo siento!— Digo en un tono bajo. 


—¿Qué dijiste? — Pregunta Mario, acercando su boca a mi oído, para asegurarse que lo escuché. 


—Qué lo siento, siento mucho, que te sientas juzgado— Digo en un tono tosco. 


—¿Te estás disculpando o me estás regañando? — Pregunta con una expresión graciosa en su rostro, que me hace carcajear. 


—Lo siento, ya lo dije, discúlpame, por favor— A ver digo, extendiendo mi mano frente a él, empecemos de nuevo—¿Amigos? — Digo mirando esos ojos miel, que fueron mi razón de ser por mucho tiempo. 


—Amigos— contesta Mario con una sonrisa, que acaba de hacer que se erice cada parte de mi piel.  





































































 




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