—No, no interrumpes— Responde Hanna, girándose en dirección del idiota, para luego saludarlo. El tipo camina hasta ella y la sujeta de la cintura, con posesividad, lo que me provoca un mal sabor de boca.
—Hola, muñequita— Dice el recién, llegado. Mientras deja en casto besos en los labios de Hanna, esos mismos labios que yo acariciaba, hace solo unos segundos atrás.
—¿Nos conocemos? — Dice Carlos, mirando en mi dirección. Más no le contesto, solo lo miro.
—Disculpen mi falta de cortesía, Carlos él es Mario Vargas, un amigo— Dice Hanna, en forma cortes.
—Mucho gusto, Mario— Yo soy Carlos, el novio de Hanna— Dice el tipo, estrechando mi mano, mientras Hanna, lo mira con una expresión de asombro o molestia, la verdad, no lo logro descifrar.
—Mucho gusto—Respondo, en tono parco.
—Te estaba buscando, para almorzar juntos, nena—Dice el tipo, demasiado entusiasmado para mi gusto y con Hanna aún sujeta de su brazo.
—Lo siento, pero dejo terminar de hacer ni ronda, también necesito llenar unos informes, así que no podré almorzar contigo, Carlos.
—Ok, pero si nos vamos juntos—Pregunta el tipo de forma insistente.
—Luego hablamos, Carlos—Le contesta Hanna, en tono serio.
—Ok, nena—Con permiso—Dice el tipo volteándose hacía mi, lanzándome una mirada de pocos amigos.
Lo observo irse por el largo pasillo, que lleva a la cafetería, para luego regresar mi mirada a ella, que se nota algo inquieta.
—Lo siento Carlos no es…
—No, yo lo siento—Tu novio, se molestó y con justa razón, no debí invadir tu espacio personal de esa manera—Digo metiendo, mis manos en los bolsillos, para evitar terminar tocándola, nuevamente, es como si mis manos tuvieran vida propia y solo quisieran sentirla.
—Carlos y yo, no somos novios—Dice mirándome.
—No tienes porque darme explicaciones Hanna, no te preocupes—Digo con un amago de sonrisa.
—ok—Responde ella.
—Me tengo que ir, gracias por todo Hanna, nos vemos—Digo despidiéndome de ella, con un ademán.
—Hasta luego—Responde.
No se como definir la incomodidad que siento, en este momento, parecen celos, pero también es rabia, rabia porque él está con ella.
Todo lo que siento es muy extraño, Hanna me gusta y mucho, pero pese a ello, no puedo sacarme a Sam de la cabeza, incluso cuando miro a Hanna, siento como si estuviera mirando a Sam. Me siento mal, porque me gusta una mujer, que me recuerda a mi esposa muerta, es como si en cierta manera estuviera, siendo un desgraciado con las dos.
Salgo apresuradamente del hospital, tomo mi celular y llamo a Dan, necesito un amigo que me acompañe a beber, sé que parece algo temprano para eso, pero estoy tan frustrado, que lo único que me provoca es beber hasta perder la conciencia.
—¿Dónde estás? — Digo serio.
—En casa, ¿Qué te pasó?—Andas como arisco—Dice Dan.
—Necesito un trago o bueno, varios tragos—Contesto serio.
—Vale, tengo provisión suficiente en casa, para embriagarnos hasta perder la conciencia, te espero amigo, no tardes.
—Voy para allá—Digo, justo antes de cerrar.
♥♥♥♥♥♥
Me incomodó demasiado la actitud de Carlos. Yo, no soy su novia, brincos diera él, hemos tenido sexo casual si, pero hasta allí, es que los hombres creen que pueden andar por allí, poniéndole etiquetas a uno, solo porque si.
Continúo con mi turno, prefiero ocupar mi mente es cosas del trabajo, para no terminar buscando a Carlos, para ponerlo en su lugar. Prefiero no hacer escándalos en el trabajo, pero de que voy a ponerlo en su lugar, definitivamente que lo haré.
Termino mi turno y salgo del hospital, con la intención de irme a casa, pero para sorpresa mía, me encuentro Carlos, esperándome en la entrada.
—Te estaba esperando—Dice serio.
—¿Para qué? —Respondo en el mismo tono hostil, que usa él.
—Sube al auto—Dice molesto.
Recuerdo que estoy, frente a mi lugar de trabajo y hago lo que pide.
Empieza a conducir hacía, su apartamento, a pesar de que le pedí que me llevara a casa. Llegamos hasta su edificio y una vez aparca, me bajo del auto, aquí no hay nada ni nadie, que me impida ponerlo en su sitio.
—Subamos a mi apartamento—Dice Carlos.
—No—Respondo.
—No me provoques Hanna o …—Dice Carlos.
—¿O qué? —Digo, molesta.
—Crees que no me dí cuenta que ese tipo, estaba a punto de besarte y que tú estabas muy gustosa, no sabía que era así de fácil—Espeta enojado.
—¿Cómo me dijiste? — Digo encolerizada.
—Tal como escuchaste—Dice indignado.
—Mira imbécil que yo haya cometido el error de acostarme contigo, no te da derecho a llamarme fácil, además tú y yo no somos nada, absolutamente nada, así que no entiendo porque tus reclamos.
—Eres mi mujer—Dice, tomándome con fuerza por el brazo.
—No soy nada tuyo, Carlos Y después de este Show barato, ni loca lo seré.
—Eso no lo decides tú, Hanna.
—Ah no, ¿Entonces quién lo decide? —Grito enojada.
—Yo cariño, eso lo decido yo—Dice mientras me toma del brazo y me lleva casi a rastras en dirección a la entrada del edificio.
—¡Suéltame! —Empiezo a gritar como loca.
—Camina— Dice Carlos enojado.
—¿Qué me sueltes? — Digo gritando histérica.
Lo veo voltearse y tomarme por las piernas, para subirme a sus hombros.
Continuo gritando asustada, en el estado que Carlos se encuentra, seria capaz de hacerme cualquier cosa, pero para mi desgracia no hay cerca nadie, que me ayude.
—Más te vale que la sueltes, si no quieres que te parta la cara, en este preciso momento—Escuchamos, Carlos y yo decir a nuestras espaldas.