De vuelta la Navidad

Y aquí comenzamos

Como Emilia era primera en despertarse, decido sorprenderlos con desayuno, panqueques.

-¿Qué pasó aquí? - entrando en la cocina, pregunto David viendo el humo.

-Intente hacer unos panqueques para desayuno - dice devastada.

-A mí me parece antes que quisiste destruirme los sartenes.

-No era mi intención que se quemaran. Me vino idea para el artículo y me distraje, además, a mi favor no va que apenas cocino hoy en día.

-Tu artículo...

Cuando se trata de su trabajo o de lo que la apasiona a Emilia se le pasa la mano y se olvida del mundo.

-Esto tampoco es como debería ser - dice, mirando la masa.

-Lo sé, lo sé, soy un desastre - dice, acostando la cabeza con las manos en superficie de cocina.

-Ahora lo arreglo - le asegura que tiene arreglo.

 

-¡Niños, desayuno! - los llamo con el grito que a ella le hizo doler los oídos.

-Auu - dice, cubriéndose el oído. - ¿Debes de gritar? - lo pregunta, acusando.

-¿Cómo quieres que me escuchan de otra manera?

-Ir a la puerta.

-¿Los tuyos venían por ustedes a la puerta...? - la pregunta, imaginándose la respuesta.

-No - admite. - Pero no me gritaron al oído, tampoco.

De broma él inhala el aire para gritar de nuevo, haciéndola alejarse con las palmas cubriendo las orejas. Eso lo hace reír, por lo que no grita de nuevo.

 

Terminando de desayunar, David se despidió de los niños para irse al trabajo, dejando a Emilia por primera vez sola con los niños.

-Muy bien - dijo, dejando el control remoto en la mesa. -, yo me pondré arreglar la cocina y los cuartos mientras ustedes miran los dibujos animados - dijo a los niños antes de ir a la cocina.

"-Y mientras es el tiempo más esperado del año..." - tecleó Emilia en la cama del cuarto.

-Estamos aburridos - la interrumpe la voz.

Por haber olvidado de ellos, Emilia voltea indiferente.

-Cambia de canal, son llenos de las películas y series para los niños - dice y voltea a su portátil. - "Buscamos que todo..."

-No queremos ya mirar la televisión.

-Entonces váyanse a su cuarto jugar.

Con carita de tristeza y abandono, la niña se queda en el marco de la puerta mirándola como continúa escribiendo.

Necesitando despejar la mente, Emilia deja de estar enfocada en el portátil, percatándose de la niña. La carita que sigue mirándola despierta la culpa en ella.

-¡Ay!, perdón. Es que son una adicta y todo se me olvida - apenada, confiesa a la niña, acodillándose en frente de ella. - ¿Dime, hay algo que quisieras hacer? - con una voz más suave pregunta.

Nora niega con los ojos llenos de lágrimas.

-Sé, vamos por tu hermano - dice, levantándose y ofreciéndole la mano. -, los voy a llevar a un lugar que espero las divierte.

 

En el sótano de su casa hay un paraíso para los niños que sus padres han conservado desde que ella y sus hermanos jugaban ahí. En un mueble hay fotos como de familia, así de los amigos que los visitaban ahí y de sus sobrinos, quienes son los que ahora usan el cuarto.

-Mira, ahí es su papá - dice a los niños que sentó en el sofá, entregándoles la foto de la adolescencia.

Pequeños comparten la foto y miran al niño que era su papá con cara de curiosidad.

-¿Conocías entonces a mamá? - entusiasta pregunta Nora.

-Sí, la conocí.

-¿Como ea? ¿Nos cuentas?, papá nunca lo hace - suplicante pregunta, uniendo las palmas.

-Soy amiga de su papá, así que no tuve un contacto muy cercano con ella, la vi algunas veces y eso es todo. Cuando ellos se conocieron ya íbamos en la universidad y yo me aleje, me obsesione con la carrera y me convertí en la que conocen ahora, una adicta al trabajo.

Los niños bajan la cabeza y Emilia intenta no hacer el caso a sus sentimientos que claro le dicen que los decepciono y no solo por sus caritas sino porque no hizo un esfuerzo para contarle lo de las veces que la vio.

David regreso cansado del trabajo, al entrar a la casa las escenas lo sorprendieron. Casa en silencio, Emilia en la cocina, los niños en el piso colorean. Varios juguetes desconocidos a su rededor.

-¿De dónde son estos juguetes?

-Son míos. Algo que no sabes de mí es que soy muy egoísta y guardo toda mi infancia en cajas - le responde Emilia.

-Ahh y ¿La cena, como va? - cauteloso por el desayuno pregunta.

-Se la robé a mi mamá, del congelador.

Riendo, dice:

-Ah, porque no me extraña.

-Vete al cuarto, que pronto comeremos. Los niños dijeron que llegaras con hambre.

-Gracias, niños. Y ahora, cuando sé dé donde es la cena más - dice, yendo por el pasillo.

 

-¿Y qué nos trajiste? - pregunta, sentándose a la mesa que los niños ya ocupan.

-Lasaña - dice, poniéndoles en los platos -, lo más fácil para guardar.

-Dame los platos de los niños - dice con la mano en aire.

-¿Para qué? - pregunta sin entender por qué los necesita.

-Para cortar. ¿No pretendes que lo hagan solos o que lo coman así?

-Tienes razón, te ayudo.

En silencio, ambos cortan los pedazos de niños en pequeños bocados antes de poner frente ellos los platos.

-Aquí tienen - dijo, viéndolos sostener en las manos los pequeños tenedores que eran regalos de nacimiento.

-¿Te lo doy yo? - pregunto cuando vio como lo mira.

-¡Avioncito! - exclama con emoción Nora.

-Mañana la haré para recompensarle a mamá - informa, viéndolo darle de comer. - ¿Quieres tú también? - pregunto a Gabriel viendo que está mirando a su hermanita y a papá.

Cuando acento, Emilia se sentó cerca para poder copiar a David y dárselo a niño.

-¿Es eso aviso que me quedaré sin casa? Porque sabemos que no entraste en cocina en mucho tiempo.

-No, solo te lo estoy contando y tengo la receta de mamá, por lo tanto, todo estará bien.



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En el texto hay: amigos, navidad, niños

Editado: 01.01.2023

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