David se encuentra aburrido en el trabajo, pasando un día más queriendo estar con sus hijos, en cambio.
Cansado vuelve a casa.
-Hola, mis vidas - saluda a sus hijos que encuentra frente la televisión. - ¿Cómo la pasaron hoy?
Afectada niña encoge los hombros, bajando labio inferior. En cambio, Gabriel contesta:
-No hicimos mucho. Miramos la nueva película - cuenta entusiasmado.
-¿Cómo todo el día miran la tele? - pregunta, comenzando a enojarse. - ¿Dónde está Emilia?
-Ahí - apunta Nora al cuarto que ocupa.
Sintiéndose enojado, con grandes pasos va hasta el cuarto en el que entra sin tocar. Como dijo la Nora, ahí está sentada en escritorio.
-Hey, ¿Qué haces? - pregunta cruzando los brazos.
-Umm - murmura, escribiendo. -, trabajo en mi artículo - responde perdida en el artículo.
-¿Y cuánto ha pasado que has comenzado? - pregunta, acumulando el enojo.
-¿Qué haces tan temprano aquí? - pregunta, apartando por fin la vista del portátil.
-Mira la hora y dímelo tú.
Emilia baja la cabeza al reloj, quedando más que sorprendida con la hora.
-¿Cuándo saliste del cuarto por última vez? - pregunta, viéndola muda.
-No... No lo sé.
Suspirando, pregunta pasando la mano por la frente:
-¿La comida? ¿Has comido? - cuando no respondió pregunto lo más importante con los dientes apretados. - ¿Diste a los niños de comer? - mirando la hora agrega. - Las tres que hasta ahora debían haber comido.
Es incapaz de contestar menos de mirarlo, la razón por la que mantiene la cabeza abajo.
-Olvidaste, ¿No? - dice, pasando la mano por los labios. - ¡Has dicho que cuidaras de ellos! - perdiendo el control grita tan fuerte que en la sala los niños saltaron.
Poca importancia da a su tono subido, continuando reprendiéndola:
-Confíe cuando me has dicho que lo podrás hacer y que para artículo hay tiempo, pero ¡Olvide que a ti es más relevante escribir que beber! ¡A ti nunca te importo llevar tu vida en peligro por esa maldición! - le grita apuntando la mano al portátil y la otra la lleva a la cabeza.
-David...- mirándolo por fin, dice su nombre de súplica siendo interrumpida.
-No, no, no. No hay nada que puedes decir y que cambiara lo que has hecho. ¡Has dejado a dos niños pequeños sin comer todo el día, Emilia! ¡¿Estás consiente de lo que eso significa?!
-Nototos comimos - la atención les llama la pequeña voz de esta parada en el marco de la puerta.
-Regrésate a la sala, Nora - dice, sin quitar la oscura mirada sobre Emilia.
-¿Qué comieron? - pregunto Emilia, rompiendo el contacto visual y arrodillándose frente la niña.
Mirando en frente donde Emilia la tomo de las manos, responde:
-Has deado las gaetas en la mesa.
-Ayy - dice derritiéndose por la ternura que le da. - Lo siento, ok. Perdón, ahora les preparo poco de fruta y ordenamos lo que quieran de comer.
-Está bien - asintiendo con la cabeza y alegre y se va.
Siempre supo enfrentar sus errores, por lo que volvió frente él, escuchándolo decir:
-Será mejor que te vayas si piensas seguir así - al decir lo que tenía se fue del cuarto dando un portazo.