De vuelta la Navidad

Felicidades

-Feliz nochebuena - le desea Emilia que ya se encuentra en la cocina como cada mañana.
-¿Cómo puedes levantarte tan temprano?
-Una persona que construyo su vida al base de trabajo siempre se levanta temprano.
-¿Qué pensaste para el desayuno?
-Vamos a comer fuera - responde. - Como toda la tarde seremos ocupados y mañana está todo encerado - explica.
-Está bien, voy a ver si los niños se han despertado. - dice, alejándose.
-Debemos hacer algo paya que Emia se queda - le dice Nora.
-¿Papá dijo que se quedaya hasta pasado mañana, que no?
-Sí, es todo el tiempo que tenemos.
-Se han despertado mis corazones. Vamos, que Emilia nos lleva desayunar fuera - dice papá desde la puerta.

-Es mi lugar favorito para el desayuno - les dijo, quitándose la bufanda y llevándolos hasta una mesa cerca de las ventanas que ofrece una vista maravillosa de la ciudad cubierta de nieve.
-¡Aaaaa! - inhalan, maravillados, los niños pegados a la ventana.
Emilia los mira con la sonrisa, quitándose la parka, mientras David, al percatarse de que al hacerlo dejan las manchas, los agarra de la mano a cada uno y aleja, diciendo:
-No, no hagan eso.
-Pelo... - se queja triste Gabriel.
-Están dejando manchas - dice interrumpiéndolo y enseñando la ventana.
-No te preocupes - le asegura, ya sentada.
-Este sitio es demasiado fino, nos sacarán.
-No mientras están conmigo - le dice, guiándole el ojo.
-Buenos días - saluda, acercándose un mesero. Vestido con camisa blanca, corbata de moño negra, pantalones negros, guantes blancos.
-Hola, gracias - lo saluda y agradece los jugos de naranja.
-Sí, no pedimos nada - comenta David, confundido al ver cuatro vasos.
-Es la bebida que es otorgada a todos cuando llegan - le explica.
-Bueno, ¿Qué quieren comer? - pregunta levantado el menú que siempre está en los puestos en la mesa.

-¿Con qué te ayudo? - pregunta David, entrando en la cocina.
-No hay mucho que hacer. El pescado vamos a poner en el último momento, ya lo revisé por los huesos. De aperitivo tenemos una sopa y por el dulce pastel lava.
-¿Ensalada, la hago?
-Si quieres - contesta, encogiéndose de hombros. - Tengo esta receta de una francesa, ¿si te interesa? - dice, buscando entre las páginas de libro de recetas.
-Déjame la y veré.
Al voltear a otro lado, grita:
-¡Nooooo! ¡No, no, no! - continúa diciendo al acercarse a los niños. - Díganme que no han tocado nada más - los pide.
Los niños sonríen con los dedos llenos de mantequilla.
-¿Qué sucede? - pregunta, sin entender la razón.
-Han tocado la mantequilla - contesta como si fuera el fin de mundo. - Y la tienen a todos lados - agrega mirándolos.
Gabriel y Nora ríen.
-¿Por qué hicieron eso? - los pregunta agachándose.
-Ahora deben tomar un baño - les dice. - ¿Saben que difícil es quitar la grasa? - los pregunta con aire cansado.
-Te ayudo, vamos.
Cuando llegaron al baño, Emilia abrió el grifo llenando la bañera con el agua caliente mientras papá les ayudaba a quitarse la ropa llena de mantequilla.
-Vamos adentro - les exige papá.
-Hay muchas burbujas - comenta Gabriel.
-Eso tienen cuando se llenaron con la grasa, ahora frótense las manos y verán.
Hicieron lo que les dijo y se dieron cuenta de que cuanto intenta que sus manos dejan de ser resbaladizas y gaseosas no lo logran.
-Eso no sale - dice Nora.
-Exacto, ¿Ahora más claro? Ya les dije que no la tocan, ¿Por qué lo hicieron?
-Era aburrido - contesta Gabriel con los labios unidos.
Suspirando, ambos se arrodillan y suben las mangas.
-Vamos - dice papá mirando Emilia tomando los dos las esponjas para frotarlos.
Comienzan reír porque les cosquilla, moviendo los pies comienzan a mojarlos.
Las risas llenan el baño y ambos comienzan mojarse usando las esponjas.
Emilia aprieta la esponja en el regazo de David, mientras él lo hace sobre su cabeza.
-Oye.
-Tú comenzaste - se defendió.
-Sí, pero no en la cabeza, además los niños comenzaron.
-Cúa, Cuá - graznido Gabriel, imitando el pato. Acercando uno de plástico a la cara de los adultos.

Fingiendo haberse asustado, David cayó a la izquierda en Emilia. Situación que hace que todos rían.
-Estuvo bueno, es tiempo de salir para que no se enfermen - dice papá.
Los niños se ponen de pie y ellos los sacan tomándolos debajo de la axila.
Ellos ríen y mueven los pies con la intención de mojarlos.
-Ya basta - sonriendo les dice Emilia.
Después de secarlos los llevaron al cuarto a vestirse.
-Ay, ay, qué lindos - dice al verlos en monos iguales.
-Tenemos y uno para ti - le dijo.
-Y pala ti - dice Gabriel apuntándola con una inmensa sonrisa.
-Sí, en fin me obligaron comprar cuatro y yo que iba a comprar tres - dice no muy feliz.
-Bistense - le dijo Nora, mirándolos y sonriendo de oreja a oreja.
-Nooo, no creo que es necesario - negando rotundamente dijo David.
-Si no vamos por más mantequilla - amenaza con una sonrisa.
-Eso es chantaje - dice, poniéndose de rodillas y apuntándola con el dedo.
-Si quelemos famia y es navidad - dice Gabriel.
-Consiéntalos - dice Emilia tocándole el brazo.
Suspirando, acepta:
-Uh, bien.

Bajo la noche y comenzaron con la cena, vestidos los cuatro en los monos con los diseños navideños de color rojo. Después miraron una película para niños.
-Vamos, la hora de dormir.
-¡Ay, no! - exclaman los dos.
-Nosotos queiemos espeyay Santa - dice Gabriel.
-Es su tiempo de dormirse.
-Peyo espeyamos - repite Nora.
-Entonces Santa no vendrá, su regla es siempre venir mientras duerman, para que nadie lo vea - les cuenta Emilia.
-Lo quiero ver - dice cruzando los brazos Nora.
-Entonces te quedas sin regalo - la advierte papá.
Eso los asusta un poco, sin embargo, por curioso, Gabriel pregunta:
-¿Polque?
-Porque él no trae los regalos a los niños que no son buenos y a los que lo esperan.
Después de pasar un rato pensando y mirándose, deciden ir a la cama.
-Una cosa más - dice Nora dándose la vuelta sobre el talón. - Quielo que los cuatro dolmimos juntos, tu cama es la más glande.
Sorprendidos con la petición, Emilia y David se miran sin saber qué decirle.
-Cielo... - comienza David.
-Está bien, los pondremos en la cama de papá y cuando nos vayamos a dormir vendré.
David la mira sorprendido por la promesa.
-Vamos ahora a la cama. ¿Quieren un cuento? - los pregunta.
-Alguna navideña, sí - contesta tranquilo.
-¿Por qué dijiste que si? - la pregunta cuando volvió.
-Lo hice por ellos, ¿Y qué tiene? Los deje en la mitad, así que cada uno tiene lugar alado de ellos.
-¿Sigo sin entender?
-Solo quiero darles lo poco de lo que buscan. ¿Esperamos la media noche o les haremos compañía? - lo pregunta, después de explicarle.
-Esperemos, no tengo sueño. Miramos una película.
Película terminó, vino las doce y se fueron a acostar, Emilia tomando el lado de Nora y David el de Gabriel.

Cuando los niños despertaron los encontraron a su lado.
-Ayúdame - le dijo Nora.
Con esfuerzo los has acercado al centro de la cama y entrelazaron sus manos poniendo la de él en la cadera de ella y la de ella en el cuello de él.
Comenzando a despertar, sus cabezas se acercan y los labios tocan, exactamente como los pequeños han querido. Los ojos comienzan a abrirse y al darse cuenta de lo que hacen y con quien, abren los ojos completamente, alejándose hasta que no caen de la cama.
-¡Au! - los dos exclaman en el mismo tiempo.
Agarrándose por/de la borde de la cama, los dos se miran arriba del colchón y asimilando lo que paso y mandándose las miradas llenas de preguntas.
-Es navidad - exclama Gabriel, entrando en el cuarto y comienza dar saltos en la cama.
-Felic Navidad - dice Nora, imitando su hermano.
No teniendo otra, ambos se levantan del suelo y miran a los pequeños.
-Felicidades - dice David con las manos en las caderas, soltando una pequeña risa mientras los mira.
-Feliz Navidad - se une Emilia, sonriendo.
-Ven - les dice Nora, acercándose al borde de la cama para tomarlos de la mano para que suban.
Sin pensarlo mucho suben sosteniendo le la mano. Riendo con los niños comienzan saltar.
Un rato después, Emilia se detiene,  buscando tomar aire, dice:



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En el texto hay: amigos, navidad, niños

Editado: 01.01.2023

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