Dead Patrol

Lugares que dan miedo

La noche había caído por completo sobre Westheart, y el aire húmedo se sentía más pesado que de costumbre. En el apartamento de Allegra donde habían decidido pasar la noche, Allegra caminaba de un lado a otro con los brazos cruzados, murmurando para sí, mientras Sherry y Winn la observaban desde unas viejas sillas de metal.

—Siempre hace lo mismo —decía Allegra entre dientes—. Se pone ese papel de líder, como si lo supiera todo. Como si el resto fuéramos unos idiotas con suerte de respirar el mismo aire que él.

Winn soltó un suspiro, dejando caer su cabeza hacia atrás.

—Si seguimos hablando de lo mal que te cae Río… no vamos a lograr nada.

Allegra se detuvo en seco. Lo miró como si hubiera dicho una blasfemia.

—¿Tú también vas a defenderlo?

—No —respondió con calma—. Pero estás más concentrada en él que en descubrir qué está pasando.

Sherry asintió.

—Tiene razón. No estamos aquí para seguir viejas peleas. Estamos aquí por Nick… y si eso molesta a Río, pues que se aguante.

Allegra apretó la mandíbula, pero al final bajó la mirada.

—No tengo idea de por dónde empezar.

Sherry se inclinó hacia adelante.

—Entonces hagamos lo que siempre hacíamos cuando no sabíamos a quién acudir. Llamar a alguien.

Winn y Allegra la miraron con confusión.

—¿A quién? —preguntó Allegra.

Sherry sonrió, pero no era una sonrisa dulce. Era una mueca que mezclaba nervios y excitación.

—A Sebastian.

Allegra frunció el ceño.

—¿El brujo del inframundo? ¿Ese tipo con olor a azufre y frases dramáticas?

—Exacto —dijo Sherry—. Si alguien sabe lo que pasa con las almas en esta ciudad… es él.

Winn se encogió de hombros.

—No es la peor idea. Aunque sí es… la más aterradora.

Sherry se levantó, sacando de su mochila un pequeño espejo cubierto con un paño oscuro.

—Entonces prepárense. Porque si queremos respuestas, vamos a tener que mirar en los lugares que dan miedo.

Para evitar problemas, subieron a la asotea del edificio para tener más tranquilidad.

Mientras el reflejo del espejo comenzaba a distorsionarse con un leve humo negro, Allegra apretó los puños.

—Solo espero que esta vez, alguien esté de nuestro lado.

El aire alrededor comenzó a bajar de temperatura, como si algo —o alguien— respondiera a la llamada desde el otro lado.

Y así, los tres se estaban adentrando a un terreno más sobrenatural...desde la cálida Westheart.




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