Desde lo alto del templo, la criatura descendió flotando, como si la gravedad no aplicara a su existencia. No tenía rostro. Su cuerpo parecía un cúmulo de oscuridad con fragmentos de vidrio flotando en espiral. Gritaba sin boca. Una energía oscura lo rodeaba como humo vivo.
Y luego, atacó.
Un rayo de energía púrpura impactó a Milo de frente, pero este levantó un muro de hielo justo a tiempo. El suelo bajo Maggie se fracturó y reaccionó al instante, saltando hacia una columna y lanzando una flecha con energía contenida que rebotó como si el aire fuera espejo.
—¡¿Qué demonios es eso?! —gritó Kara, lanzando una descarga eléctrica que apenas rozó a la criatura.
Río alzó el brazo.
Por un segundo, todos vieron cómo su cuerpo comenzaba a cambiar. Sus ojos se iluminaron con un resplandor dorado, sus manos vibraban con energía pura. Una explosión de luz lo rodeó y se lanzó hacia el enemigo como un cometa humano.
—¡Ahora! —rugió mientras atravesaba a la criatura con un golpe que hizo temblar todo el templo.
La criatura lo lanzó de regreso, estrellándolo contra una pared.
Maggie disparó a través de él y sorprendió al ser por la espalda, mientras Milo congelaba sus piernas, tratando de inmovilizarlo. Kara disparó una descarga masiva que se combinó con un rayo de energía de Río, quien ahora flotaba en el aire, con su ropa parcialmente desgarrada por el choque.
—¡No se rinde! —gritó Maggie, jadeando.
—¡Entonces tampoco nosotros! —respondió Milo, lanzado un gran cuchillo de hielo directo en su pecho.
El monstruo chilló. Vibró. Se retorció como una sombra viva desgarrada por la luz.
Finalmente cayó de rodillas… pero no murió.
Su cuerpo comenzó a reconstruirse, y sus palabras salieron como un eco deformado por mil voces:
—No deberían estar aquí.
Todos se quedaron quietos. El aire se volvió espeso. El templo pareció gemir.
—Ya viene.
—¿Quién? —preguntó Río, aún flotando, sus ojos encendidos.
—Él… necesita a uno de ustedes.
El silencio se tragó el lugar. La criatura se deshizo en partículas negras que se elevaron hacia el techo como ceniza… y desaparecieron.
Maggie bajó su arco lentamente.
—¿Qué carajos significa eso?
Río descendió. Su energía se apagó poco a poco. El brillo de su cuerpo volvió a la normalidad, pero su mirada seguía encendida.
—No lo sé… pero debemos regresar a la mansión. Algo realmente malo está ocurriendo.