La ciudad apenas comenzaba a despertar. El sonido del tráfico comenzaba a hacerse presente.
La zona estaba acordonada con cinta amarilla. Dos patrullas bloqueaban el paso al callejón, justo donde el concreto parecía respirar humedad. El alumbrado público parpadeaba. Uno de los focos estalló al pasar bajo él.
Río, Maggie y Milo se acercaron por el callejón lateral. Maggie llevaba un escáner portátil en el brazo. Milo ya había congelado las puertas de las patrullas que estaban ahí para ganar tiempo.
—Silencioso y efectivo, como siempre —murmuró Maggie.
—Shh —susurró Río—. Vemos lo que necesitamos. Y nos vamos.
Y entonces lo vieron.
El cuerpo de Jeremiah ya no estaba. Pero el charco seco de sangre, aún fresco, pintaba un óvalo irregular sobre el concreto sucio y lleno de basura. Unas líneas con sangre —o algo que parecía serlo— marcaban símbolos cerca de donde estaban los cuerpos.
Sin duda a quienes investigaba Nick estaban detrás de esto.
—¿Esto es ritual?… —murmuró Maggie.
—O una advertencia —añadió Milo—. Esto no es solo una ejecución. Es un mensaje.
Río caminó lentamente hacia el centro de la escena, sin importar la sangre bajo sus botas. Cerró los ojos. Respiró hondo.
—Jeremiah murió aquí. Con alguien más. Pero no pelearon. No hay signos de lucha, debe haber algo que nos ayude.
—Esto me recuerda...—dijo Maggie—. Nick también fue encontrado así. Como si lo hubieran dejado listo para ser encontrado.
Milo apuntó a una cámara en lo alto, apenas visible desde esa posición.
—Hay vigilancia. Pero si esto es lo que creo… las grabaciones ya no existen.
—¿Y qué es lo que crees? —preguntó Maggie, sin dejar de escanear los símbolos.
—Esto es trabajo de alguien que no quiere salir a la luz. Un grupo. que solo parecen ser un mito.
Maggie al escuchar adivino de quienes se trataban.
—El Clan Rojo, pero solo son rumores, nadie los a visto nunca.
Río levantó la vista. Sus ojos ardían.
—Solo si ellos así lo quieren,y estan recolectando... almas. Y decidieron meterse con los nuestros.
Un silencio tenso los envolvió.
Hasta que Maggie murmuró, mientras su escáner pitaba de repente.
—Hay rastros de energía residual. Pero no es superhumana. Es... infernal.
Río apretó la mandíbula.
—Si ese es el caso, necesitamos a Sebastian.
Milo se percato de algo familiar, acercándose a uno de los contenedores de basura que estaban cerca.
—Río...
—¿Qué?
Milo no respondió. Solo le hizo ver lo que había encontrado.
Una marioneta cerca de el.
Y junto a ella, una nota, que tenia escrito con lo que parecía sangre:
“Que bueno que regresaron.”
—¿Una marioneta? —dijo Maggie
Río tomó la marioneta con furia, apretándola con sus manos
—Ya se a quien tenemos que ir a ver.