El centro comercial estaba en penumbra, iluminado solo por los destellos azules de los relámpagos de Kara y el brillo breve de los portales de Winn. Los escaparates rotos dejaban escapar maniquíes caídos, vidrios que crujían bajo sus botas y el olor rancio de comida abandonada que venía desde el área de comida rápida.
Cada vez que Kara lanzaba un rayo, las paredes blancas se teñían de luz y revelaban, por un instante, las figuras tambaleantes de la horda. El eco de los pasos arrastrados y los gruñidos rebotaba entre los pisos, haciéndolos sonar más cerca de lo que realmente estaban.
Winn cerró un portal justo a tiempo para evitar que tres muertos lo alcanzaran por la espalda. La luz azulada se desvaneció y, tras ella, se escucharon golpes secos contra la puerta metálica que ahora bloqueaba su paso.
—¡Kara, a tu derecha! —gritó, abriendo otro portal frente a ella.
Kara giró y descargó un rayo en el portal. Este apareció en el segundo piso, detrás de un muerto que caía desde la escalera mecánica, fulminándolo antes de que tocara el suelo.
Pero el verdadero problema no eran esos.
—Winn... —dijo Kara, sin bajar los brazos—. Está aquí.
Jeremiah.
Apareció desde una tienda de ropa rota y saqueada, cruzando el umbral como una sombra. Sus movimientos eran demasiado rápidos para un muerto cualquiera, y sus ojos vacíos no dejaban de seguirlos, aunque había algo inquietante en esa mirada: reconocimiento.
—No podemos dañarlo —recordó Winn, retrocediendo hacia el área de electrónicos.
—Lo sé —respondió Kara, lanzando una descarga hacia un grupo de muertos que venían por la zona de cine—. Pero él tampoco parece querer dejarnos pasar.
Jeremiah se lanzó contra ellos, derribando un kiosco de accesorios como si fuera de cartón. Winn reaccionó rápido, abriendo un portal a un extremo de la plaza central, y Jeremiah atravesó la abertura, apareciendo frente a las fuentes apagadas.
—Ya no se deja engañar tanto con los portales —comentó Winn, viendo cómo Jeremiah giraba y corría de nuevo hacia ellos.
—Pues habrá que improvisar —bufó Kara.
Los muertos se movían entre las mesas volcadas de la zona de comida. Winn los desviaba con portales que los enviaban a pasillos vacíos o escaleras bloqueadas, mientras Kara mantenía despejado su perímetro con descargas eléctricas. Las luces de emergencia parpadeaban en rojo, bañando todo en un tono de alarma constante.
Jeremiah volvía una y otra vez. A veces corría por el piso, otras saltaba desde el segundo nivel, destrozando barandales. No buscaba matarlos de inmediato; parecía decidido a encerrarlos en un rincón del centro comercial.
—Kara, si seguimos así, no lo vamos a perder nunca —advirtió Winn, cerrando un portal tras ellos.
—Entonces será aquí —dijo ella, clavando los talones en el suelo de azulejo.
Kara alzó las manos y la electricidad empezó a recorrerlas en espirales, llenando el aire de un zumbido estático. Jeremiah embistió por tercera vez, rompiendo un carrito de limpieza que se interponía en su camino.
Ella esperó hasta que estuvo a un metro. Entonces, descargó dos rayos que se enroscaron a su alrededor como cuerdas vivas. La electricidad lo envolvió, tensando cada músculo y dejándolo inmóvil en mitad de su carrera.
—¡Winn, ahora! —gritó, sin dejar de mantener la corriente.
Winn abrió un portal en la entrada de una tienda vacía, arrastrando a Jeremiah hacia adentro. Lo soltaron allí, todavía atado por las cadenas de relámpagos que chisporroteaban en la penumbra.
—¿Está...? —preguntó Winn, jadeando.
—Solo paralizado. No quería lastimarlo —dijo Kara, sus manos aún temblando por la descarga.
Pero el rugido de la horda ya resonaba de nuevo. Los muertos avanzaban por la plaza central, algunos cayendo desde el piso superior directamente sobre mesas y mostradores.
—No tenemos tiempo -apremió Winn, abriendo otro portal hacia el área de estacionamiento subterráneo.
Kara le dio una última mirada a Jeremiah, encadenado por la electricidad en la oscuridad de la tienda, antes de atravesar el portal.
Cuando la abertura se cerró tras ellos, el centro comercial volvió a quedar sumido en sombras... salvo por el parpadeo azul que aún rodeaba a Jeremiah.