El silencio que siguió fue pesado. Incluso los muertos parecían esperar.
—Tú… —dijo Sherry—. Tú vienes a terminar lo que iniciaste hace años.
—Yo fui quien evitó que te convirtieras en algo peor de lo que eres ahora —contestó Sebastian—. Por petición de los Blodstone.
Sherry soltó una carcajada amarga.
—Wow… ¿Entonces debería agradecerte?
—Suena mejor que toda esta mierda que estas haciendo.
Sherry dio un paso hacia él, la energía oscura formándose en su mano como una garra viviente. Con un gesto rápido, lanzó la ráfaga contra Sebastian.
—Creo que mejor te mataré... suena más satisfactorio.
Pero al tocarlo, la sombra se disipó en un destello azul. Símbolos arcanos brillaron alrededor de su cuerpo, flotando como brasas en el aire.
Sherry se veía sorprendida al ver que no podía tocarlo.
Sebastian exhaló el humo, tranquilo.
—Runas de contención. Las grabé en mi piel para darte una sorpresa —dice mientras acomoda su saco,— No puedes tocarme linda.
La ciudad quedó envuelta en un silencio tenso, roto solo por el murmullo inquietante de los muertos que aguardaban órdenes.