Los flashes de las cámaras y el murmullo constante de los reporteros llenaban la plaza. Preguntas rápidas, acusaciones veladas y comentarios sobre el pasado y el reciente huracán llovían sobre el equipo. Río respiró hondo, consciente de que no podía seguir esquivando la verdad ni las consecuencias de sus actos.
Subió nuevamente al pequeño escenario, miró a la multitud y luego a su equipo, que lo observaba expectante.
—Sé que no hay palabras que puedan borrar lo que pasó —comenzó, con voz firme pero cargada de emoción—. Sé que muchos de ustedes todavía sienten enojo hacia nosotros, enojo que han acumulado desde muchos años. Por las muertes que provocamos, por los errores que cometí...que cometimos, por la distancia que creé entre nosotros que fue lo que ocasiono todo eso y… lo siento.
La multitud quedó en silencio, y algunos reporteros bajaron la voz por un momento, sorprendidos por la sinceridad que emanaba.
—No puedo cambiar el pasado —continuó Río—. No puedo devolverles lo que perdieron ni deshacer el daño que causamos. Pero sí puedo prometerles esto: haremos todo lo posible para mantenerlos a salvo. Cada decisión, cada esfuerzo, cada acción que tomemos de ahora en adelante será para protegerlos y para aprender de lo que sucedió.
Un reportero se atrevió a preguntar.
—Entonces, ¿La Dead Patrol volverá a operar?
Maggie respondió.
—Así es.
Rio miró a cada miembro de la Dead Patrol: Maggie, Milo, Winn y Kara, pensando en Sherry aunque ella estaba ausente en ese momento. Todos estaban seguros de volver.
Río continuó.
—No será suficiente solo con palabras —dijo—. Pero es un comienzo. Y de mi parte, es una disculpa sincera.
La multitud, poco a poco, comenzó a aplaudir. Algunos lo hicieron con cautela, otros con alivio, y un silencio respetuoso reemplazó la tensión que había dominado la plaza minutos antes.
Río bajó del escenario, seguido por su equipo. Cada paso estaba cargado de determinación y de la certeza de que, aunque no podían deshacer todo lo pasado, podían construir un futuro mejor.
Se dispersaron entre la gente, ayudando a retirar escombros, orientando a ciudadanos y coordinando los esfuerzos de reconstrucción. En cada acción, cada gesto de cuidado y atención, demostraban que sus palabras no eran vacías. La Dead Patrol no solo estaba allí para proteger, sino también para ser parte activa de la recuperación de la ciudad.
Mientras trabajaban juntos, hombro con hombro, una sensación de unidad y propósito flotaba sobre ellos. Habían enfrentado la tormenta, los errores del pasado y sus propios miedos, y ahora avanzaban con un objetivo común: cuidar de quienes confiaban en ellos, sin importar cuán difícil fuera el camino.