2 meses después...
La ciudad todavía olía a reconstrucción, con grúas trabajando y trabajadores reparando calles y edificios. Pero en medio de ese paisaje, la Dead Patrol se movía con propósito renovado. Cada miembro del equipo había decidido que ya no podían permitirse errores como los del pasado. Ahora, cada acción contaba.
Río recorría los barrios afectados, ayudando y orientando a ciudadanos, recordándoles que podían confiar en él. Aunque su aspecto aún mostraba cicatrices de la tormenta, su determinación era clara.
Maggie entrenaba con algunos voluntarios de la ciudad en medidas de seguridad y primeros auxilios, mientras demostraba con sus flechas y campos de fuerza cómo proteger a los más vulnerables sin ponerlos en peligro.
Milo, con su estilo siempre serio y algo distante, se encargaba de patrullar las calles por la noche. Sin llamar la atención, prevenía delitos antes de que ocurriesen, pero también se detenía para rescatar a un gato atrapado en lo alto de un árbol, dejando que un niño lo observara con ojos brillantes.
Kara y Winn trabajaban juntos en la coordinación de rescates, abriendo portales estratégicos para que los ciudadanos pudieran escapar de situaciones peligrosas rápidamente, incluso ayudando a los bomberos y ambulancias a llegar antes que nadie.
Pequeñas hazañas, aparentemente triviales, se acumulaban en una sensación de seguridad y confianza para la ciudad. Los vecinos empezaban a sonreír al verlos, dejando atrás el miedo y la desconfianza que había quedado tras el huracán y los incidentes con Sherry.
Los días se llenaban de escenas cotidianas y heroicas: detener a ladrones que intentaban aprovecharse de la reconstrucción, ayudar a ancianos a cruzar calles inundadas, apagar pequeños incendios o rescatar animales atrapados. Cada gesto, por mínimo que pareciera, era un recordatorio de que la Dead Patrol no solo estaba para enfrentar catástrofes, sino para cuidar de la ciudad en su día a día.
Y mientras la ciudad poco a poco se reconstruía, el equipo también lo hacía internamente. Habían aprendido de sus errores, de sus pérdidas y de sus miedos, y ahora caminaban juntos, hombro con hombro, con la certeza de que podían ser mejores héroes que antes. No solo por ellos mismos, sino por todos los que confiaban en ellos.