La ciudad de Westheart brillaba bajo los faroles naranjas y violetas de Halloween.
Las calabazas iluminaban los balcones, las tiendas estaban llenas de telarañas falsas y los niños corrían disfrazados, ajenos a que la oscuridad real siempre acechaba más cerca de lo que imaginaban.
Fue entonces cuando él apareció.
Un hombre vestido con un traje negro impecable, demasiado elegante para las calles húmedas de Westheart, caminó en medio de la multitud. Su rostro permanecía oculto bajo una máscara metálica sin rasgos, apenas dos orificios brillantes como ojos de neón azul. En sus manos llevaba un maletín.
Lo abrió.
De inmediato, una explosión de energía púrpura sacudió la calle principal. Ventanas estallaron en mil pedazos, los postes de luz se doblaron como si fueran de papel y un auto fue lanzado contra una pared con un estruendo metálico. Los gritos inundaron la noche.
—Ciudadanos de Westheart… —su voz era distorsionada, mecánica, amplificada por la máscara—. Es hora de que mi presencia ya no sea ignorada.
El hombre levantó un guantelete de metal conectado a su traje. De él emergió una ráfaga de energía que atravesó el pavimento como un relámpago oscuro. La multitud huyó, pero cada paso era perseguido por el eco de esas descargas.
Sirenas comenzaron a sonar a lo lejos. La policía de Westheart jamás podría contra algo así. Y, en el fondo, todos lo sabían.
Por eso, cuando una silueta descendió desde lo alto de un edificio y cayó de pie frente al atacante, la multitud se detuvo.
—Imposible ignorarte con tanto caos —la voz de Río resonó firme, con un toque de ironía—. Cuidado con lo que deseas.
El villano giró la cabeza. Ante él estaba el líder de la Dead Patrol: alto, con sus ojos que resplandecian de tanta energia al igual que sus brazos.
—¿Y tú quién eres para detenerme? —escupio el hombre del traje.
Río apenas sonrió.
—Solo soy Rio.
Detrás de él, un silbido atravesó el aire. Una flecha se clavó justo al lado del guantelete enemigo, liberando una onda de energía que lo hizo retroceder unos pasos. Maggie emergió de un portal, su arco tensado, la mirada fija y segura.
—Apunta otra vez con ese juguete a un civil —dijo, sin bajar el arco—. Y la proxima flacha ira a tu cabeza.
Un instante después, el suelo bajo los pies del villano se congeló con rapidez letal. El hielo trepó como garras cristalinas, inmovilizándole la pierna derecha. Milo apareció caminando con calma, manos cubiertas de escarcha, ojos afilados como cuchillas.
—No te muevas —murmuró, gélido en cada sílaba.
La multitud observaba con asombro. Los héroes de Westheart habían llegado.
Pero aún faltaban dos.
—Evacuen a todos —dijo Rio a Winn utilizando el comunicador, mientras el aparecía a través de un portal circular, azul brillante, sosteniendo a una pequeña disfrazada de bruja.
—Todo estara bien, solo cruzen el portal —Winn trataba de calmarlos.
—¡Corran, corran! —exclamó Kara, surgiendo tras él. Su cabello se erizaba con electricidad, sus manos chisporroteaban con rayos azules. Se volvió hacia la multitud—. ¡Sigan a Winn! ¡Los llevará a salvo!
La Dead Patrol estaba completa.
El hombre del traje soltó una carcajada metálica.
—¿Cinco idiotas jugando a ser heroes? ¡Por favor!
Su guantelete brilló con intensidad, liberando una descarga de energía que rompió el hielo de Milo y lanzó a Río hacia atrás. Maggie disparó una flecha, pero el villano la desvió con un campo de energía, haciendo que explotara contra un edificio cercano.
El combate había comenzado.
Río se levantó de inmediato, la regeneración cerrando una herida en su frente. Corrió directo hacia el villano, esquivando otra ráfaga. Le lanzó un puñetazo que atravesó el campo de energía y conectó contra el casco metálico. El impacto retumbó como un trueno.
Maggie no perdió tiempo. Tres flechas salieron disparadas en sucesión perfecta. Dos fueron desviadas, pero la tercera logró incrustarse en la articulación del guantelete, emitiendo un chispazo.
—¡Milo, ahora! —gritó.
El extendió ambas manos, invocando una ola de hielo que cubrió el brazo del villano, sellando el guantelete defectuoso.
—Demasiado lento —gruñó el hombre en el traje, liberando otra descarga que lo impulsó hacia arriba, como si volara con propulsores invisibles.
Pero allí lo esperaba Kara gracias aun portal. Elevó sus manos y liberó un arco eléctrico que lo impactó en pleno pecho, deteniéndolo en el aire con un destello cegador.
Winn abrió un portal debajo de él y lo hizo caer violentamente de regreso al pavimento. Río lo recibió con un rodillazo en el estómago potenciado con toda la energia que guardaba en su interior, hundiéndolo contra el suelo.
La multitud rugió de emoción, ante la victoria de la patrulla
Con el villano inconsciente, Milo reforzó las cadenas de hielo alrededor de sus brazos y piernas, asegurando que no escapara. Maggie ayudaba a los civiles heridos a levantarse, mientras Winn cerraba portales que aún brillaban en el aire. Kara, jadeante pero sonriente, chocó los puños con él, orgullosa de cómo habían actuado.
Río se quedó de pie, observando todo en silencio, apagando su brillo lentamente.
Por un momento, parecía perfecto: la ciudad a salvo, la gente agradecida, su equipo más fuerte que nunca. Luego vio a una pequeña niña entre los ciudadanos. Alguien que le parecía familiar.
Entonces ocurrió.
De pronto, las luces de la ciudad comenzaron a parpadear. Apenas un segundo, lo suficiente para que Río se detuviera en seco y el aire en su pecho se congelara. Nadie más pareció notarlo: los demás se aseguraban de que el hombre en el traje fuera custodiado, y de que los ciudadanos estuvieran bien.
Pero Río sí lo sintió.
Como una sombra rozándole la nuca.
Como si alguien, en algún lugar, estuviera esperando el momento justo para atacar.
Su respiración se aceleró. Su corazón golpeó con fuerza en su pecho. El ruido de la multitud se volvió distante, como un murmullo ahogado bajo el agua.