Dead Patrol Y El Reino Espiritual

Los recuerdos

Y entonces vinieron los recuerdos:

Las noches en que ella lloraba y él le contaba historias hasta que se durmiera, ignorando su propio miedo

Hace trece años

La oscuridad era aquello a lo que más le temía Lena, cada noche ella gritaba creyendo que había un monstruo o algo asechando en su cuarto, la mansión Blodstone era demasiado grande y aun no se acostumbraba a la magnitud de ella.

Rio siempre corría a su rescate, estaba en el cuarto de a lado por una razón...proteger a su hermanita.

—Ya estoy aqui. —Llega Rio a su cuarto agitado.

—Hay alguien aquí —le dice asustada.

—¿Dónde?.

—En el armario —dice mientras señala con temor.

Rio comenzo a brillar para que la oscuridad se fuera y asi Lena pudiera ver que no habia que temer, lentamente abrio el armario. Lena se ocultaba entre las sábanas para no ver que monstruo se ocultaba ahí.

—Ves, no hay nadie —mostrandole que solo estaban sus cosas dentro.

Lena desconcertada, comenzaba asegurarle a su hermano mayor que escucho que algo o alguien se ocultaba ahí.

—Está bien que tengas miedo —ambos se recostaban debajo de las sábanas,—pero debes enfrentarlo y ser valiente.

—Tu siempre me vas a proteger, ¿verdad hermanito?

Rio titubeo un poco ante la pregunta, viendo los tiernos ojos de su hermana asustada, tomo su consejo: ser valiente.

—Siempre.

Lena siempre pedía la misma historia para volver a dormir, Las aventuras del conejo perdido. Y Río siempre estaba ahí para contársela.

Presente

Todo golpeó como olas, mezclando amor y culpa, y Río sintió cómo el pecho le ardía con intensidad.
—Lo siento… Lena… —susurró, con lágrimas que resbalaban por su rostro—. No pude… no pude protegerte.

Ella parpadeó lentamente, como si entendiera. La energía de su presencia lo envolvía, no para calmarlo, sino para enfrentarlo a lo que nunca había podido aceptar: la pérdida y la responsabilidad que llevaba consigo.

Por un instante, la luz a su alrededor se intensificó, y Río sintió un presagio que lo heló: si alguna vez fallaba en contener su poder de nuevo, no solo él sufriría. Todo lo que amaba, todo lo que quedaba de su familia, podría desaparecer de la misma forma que Lena.

El fantasma de su hermana permaneció unos momentos más, inmóvil, hasta que lentamente comenzó a desvanecerse. Río se recostó contra la pared, exhausto, con el corazón pesado, pero con una sensación extraña de alivio. Aunque solo en el plano físico, había compartido un momento con ella. Y, de alguna manera, había encontrado un hilo de fuerza para seguir adelante.

Afuera, Winn se detuvo en el pasillo, escuchando el silencio que aún llenaba la habitación. Sabía que no podía intervenir. Río estaba enfrentando sus fantasmas, y aunque solo, realmente no lo estaba del todo.




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