Boston, Charlestown.
15 de mayo, 2019.
...
El tiempo, como nuestra vida, sigue un trayecto determinado que no es susceptible de alteración alguna, simplemente pasa y no da lugar a modificar los actos, que a la voz de ahora son pasados.
Sin embargo, T/n Lee no pensaba así, para ella… el tiempo estaba para ser empleado de un modo eficiente, porque realmente no se puede malgastar en actos que no persiguen un fin. Al menos, eso fué lo que la obligaron a pensar.
Al crecer en una familia que nunca tuvo problemas económicos, pero que la presión se volvió muy fuerte mientras crecía. La responsabilidad de seguir con un legado que nunca pidió, la estaba asfixiando.
***
<<16 de mayo, no salgas de tú habitación, no vengas>>
Aquella persona en sus sueños parecía más transparente que la realidad. Cada noche tiene ese recuerdo vago como si algo dentro de ella la alertará. T/n veía a un joven que le hablaba a su versión niña, pero ella no lograba reconocer a la otra persona que le repetía esas palabras.
«Pase lo que pase. Mantente a salvo…— palabra inaudible —»
—Mayo…—T/n abrió los ojos pesadamente analizando su alrededor—fué un sueño otra vez…—se dijo así misma, mientras se secaba el sudor de su cuello.
Miró su calendario que estaba cerca a su escritorio en donde el número 16 estaba encerrado en un círculo, ella trataba de encajar las piezas, pero nunca llegaba a una lógica razonable.
¿Será un día de experimento para papá?
Sí, su padre era científico y se dedicaba a realizar experimentos raros y reservados que ella no lograba entender.
T/n borró por completo ese pensamiento de su mente levantándose para ducharse. Luego bajó a la cocina en donde cenaba sola, al ser hija única siempre se tenía a ella misma.
—T/n, tu padre quiere verte—dijo la voz de su madre mientras entraba a la cocina con ella.
—¿Mamá? ¿Estabas aquí? Y… ¿Por qué mi papá quiere verme?—dijo extrañada pero sin despegar los ojos de su plato.
—Son muchas preguntas hija, solo ve a ver a tu padre, ya sabes como es— sonrió exageradamente.
T/n suspiró y se levantó cabizbaja, salió de la cocina para luego bajar hasta el sótano donde su papá tenía su laboratorio. Vió la puerta semiabierta así que no se tomó la molestia de tocar. El lugar a simple vista era amplio, ella no tenía muchos recuerdos en ese lugar ya que su padre nunca permitía que entrara. Era como su límite de la casa.
—Ehmmm ¿papá?—preguntó con un poco de miedo.
El señor no giró a verla y siguió con lo que estaba haciendo.
—¿Ya aplicaste a la Universidad de Ciencias?
—Papá… yo… te he dicho que no quiero ser como tú. Es decir, admiro y respeto tú trabajo, pero es lo que a ti te gusta, yo no tengo vocación para eso.
—Eso no está en discusión T/n, eres mi única hija y por ende te necesito. Eres mi mano derecha.
—Desearía tener una hermana…—la pelinegra bajo la mirada al suelo tristemente.
El reloj de medianoche marcó el comienzo del 16 de mayo contundentemente junto a la par en la que la pelinegra dijo su última frase.
Como decía un viejo sabio.
«Con las palabras podemos crear o destruir.»
Sucede algo particular con los refranes, los adagios y las frases proverbiales que es como si fueran las expresiones de un abuelo, un maestro quizá, las damos por ciertas con dudosa validez, hasta que nos toca vivirlas.
Desde la niñez y a lo largo de nuestra vida, cotidianamente se nos nutre de sabiduría ancestral, la que hacemos nuestra cuando ya es, muchas veces, demasiado tarde.
Hay que ser bien cuidadosos con lo que decimos y con lo que pedimos, recuerden el dicho:
«Ten cuidado con lo que pides, pues se puede hacer realidad.»
El Sr. Lee le dió una mirada sospechosa a su hija como si algo supiera, pero nunca nadie entiende lo que la mente de un científico puede pensar.
Boston, Charlestown.
16 de mayo, 2019.
…
Era madrugada y los ruidos que provenían del sótano no dejaban dormir a T/n. Ella no tuvo más opción que averiguar de qué se trataba, así que bajó silenciosamente hasta el laboratorio de su padre.
Una inmensa luz llamó su atención, cuando entró se sorprendió al ver una gran potencia de energía que provenía de una máquina junto a la pared.
—Lo tengo listo, necesito un objeto de prueba pero es peligroso. No se si lo que cruze al otro lado puede volver a—el señor Lee se detuvo al ver a su hija delante de él—T/n…¿Q-qué haces aquí?
—Papá… perdón, yo no debí… —le pelinegra giro a verlo y por inercia empezó a retroceder. Torpemente tropezó con un cable del suelo y su cuerpo cayó por completo en la máquina, dejando que la gran luz la consumiera.
—¡T/n, no!—gritó el padre desesperado corriendo hacia ella pero sin poder sostenerla.
La máquina empezó a temblar y el señor se alejó rápidamente, pasaron apenas segundos para que se destruyera por completo.