... C ...
Delirio. Otra vez.
Respiración desvanecida en el aire que desprende el último latir de un corazón al que no debí revivir.
Ahora ha sido consumido por hipotermia.
¿Me gusta romperlo y embriagarlo en mi veneno hasta morir o es el tuyo?
(Juraría que has puesto mi aroma en el tuyo y me lo has dado…).
Oscuridad alrededor. Sin sentido.
No es novedad.
Me he vuelto a hundir, me has vuelto a hundir, sujetándome por las manos mientras tus palabras queman a mi corazón, reviviendolo al límite.
Apareciste, te marchaste. Me hundiste.
Te reviví, me reviviste y te distanciaste para que me vaya.
¿Fue mi plan o el tuyo?
Sigo el mismo destello que no he alcanzado y uso con nadie más.
Es también el mismo que me llevó a la cárcel privada hecha cuidadosamente por ti, donde solo estaba tu nombre, tu color, la última vez…
Y me has vuelto a llevar, solo que adornaste todo de nuevo.
Punzadas en el pecho.
Desprendimiento de la piel que tocaste, que antes ha estado unida por un hilo que has jalado.
La calidez del líquido escurriendo en medio del silencio.
Destellos dentro.
Dirijo la mirada a la abertura.
Dejo caer mis párpados, mis pestañas empapadas chocan.
Y sin pensarlo, arranco mi corazón, lo tiro, dejando que se hunda y desaparezcan los restos destellos (como los brillos de maquillaje en mis párpados).
Hundo la mano antes de perder el corazón, deseando que por fin esté limpio.